miércoles, 4 de marzo de 2015

UNA HISTORIA QUE CONTRADICE LA OTRA HISTORIA.


---- Después de ver las actitudes intimidatorias de Hebe de Bonafini; de la Presidenta, con la designación del general Milani;  y otros actos gobierno para nada democráticos…pienso que es justo escuchar otras campanas.
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A efectos de comenzar a construir LA MENTIRA OFICIAL y preparar un sainete vengativo con juicios a los militares que gobernaron el país desde marzo de 1976 hasta diciembre de 1983, el 15 de diciembre de 1983 -a tan solo horas de asumir- el exabogado del terrorista Mario Santucho y flamante Presidente de la Nación RAÚL ALFONSÍN emitió el Decreto 187/83 con el que se creó la CO.NA.DE.P (Comisión Nacional para la Desaparición de Personas), cuya finalidad sería investigar los hechos sucedidos durante la guerra civil entre terroristas subversivos y las Fuerzas Armadas de la Nación.

LA COMISIÓN estaba integrada por diez personas designadas en el Decreto y otras seis nombradas por el Congreso Nacional. Por el carácter y función que este organismo debía desempeñar, era de esperar que la misma fuera integrada por personalidades notables, neutrales, de espíritu humanista y desprovistas de ideologismos. Sin embargo, la CO.NA.DE.P fue presidida por el escritor  ERNESTO SÁBATO, quien había estado afiliado al Partido Comunista (partido que en ejercicio del poder asesinó a más de cien millones de personas en solo siete décadas en todo el mundo). Vale decir: en una guerra en la que de un lado estaban las FFAA., y del otro el comunismo armado, el presidente de esta comisión “imparcial” había estado enrolado en las filas ideológicas del segundo bando.

Si bien es cierto que Sábato fue un izquierdista de fuste, también sabemos que como militante nunca ha tenido muchos escrúpulos, pues durante el gobierno cívico-militar, disfrutó de un distendido almuerzo con el entonces Presidente de la República JORGE RAFAEL VIDELA, en mayo de 1976.
Al salir del afable banquete, la prensa le preguntó a Sábato cual era su impresión sobre Videla y contestó: “El Gral. Videla me dio una excelente impresión. Se trata de un hombre culto, modesto e inteligente. Me impresionó la amplitud de criterio y la cultura del Presidente. Hablamos de la cultura en general, de temas espirituales, culturales, históricos… hubo un altísimo grado de comprensión y respeto mutuo, y en ningún momento incurrimos en el pecado de caer en banalidades; cada uno de nosotros vertió sin vacilaciones su concepción personal de los temas abordados.”

Dos años después, en 1978, Sábato ratificó su opinión procesista declarando a la revista alemana GEO: “La inmensa mayoría de los argentinos rogaba casi por favor que las Fuerzas Armadas tomaran el poder. Todos nosotros deseábamos que se terminara ese vergonzoso gobierno de mafiosos. Desgraciadamente ocurrió que el desorden general, el crimen y el desastre eran tan grandes que los nuevos mandatarios no alcanzaban ya a superarlos con los medios de un estado de derecho…los extremistas de izquierda habían llevado a cabo los más infames secuestros y los crímenes monstruosos más repugnantes” y haciendo un balance de la gestión en curso de Videla, remató: “Sin duda alguna, en los últimos meses, muchas cosas han mejorado en nuestro país; las bandas terroristas han sido puestas en gran parte bajo control.
La democracia tiene que aprender su lección de la historia y debe saber que con los viejos métodos liberales heredados de tiempos menos problemáticos, no se pueden dominar los delirios del presente
Todos sabemos quiénes son los primeros en huir cuando el barco se hunde.   Sábato, tras haber almorzado y elogiado a Videla, respaldado el Mundial ‘78, y apoyado la guerra de Malvinas en 1982, luego del llamado a elecciones efectuado por el Presidente Reynaldo Bignone previsto para octubre de 1983, el 27 de mayo (cinco meses antes de las elecciones) se despegaba del gobierno y con admirable facilidad para el “zigzag” afirmaba: “Toda dictadura implica la violación de esos derechos sagrados. Cualquiera sean los fines invocados, no hay  persecuciones benéficas y persecuciones perversas: todas las persecuciones son innobles. No queda más camino que el de la democracia.”

En su rol de Presidente de la CONADEP alfonsinista, Sábato se vio acompañado por personajes también de nula imparcialidad, como la dirigente GRACIELA FERNÁNDEZ MEIJIDE, comprometida ideológicamente con la izquierda y familiarmente con la guerrilla, puesto que tuvo la desgracia de perder un hijo durante la guerra desatada por su vástago en calidad de montonero.
Cuenta el guerrillero Miguel Ángel Lico (uno de los pocos que conservan lealtad y reivindicación a su Jefe Mario Firmenich), que él conoció perfectamente bien a Pablo Fernández Meijide cuando militaban en la Unión de Estudiantes Secundarios (UES) y agrega “Fue uno de los mejores cuadros que Montoneros tuvo en este país. Te hablo de tipos que tenían mi edad y parecía que tenían 30 años por su formación y capacidad. Pablo era montonero, aunque la señora Fernández Meijide reniega permanentemente del origen de su hijo. Lo peor que puede hacer un padre es anular su memoria.”  

Otra integrante de la CONADEP fue la conductora televisiva MAGDALENA RUIZ GUIÑAZÚ (progresista-caviar proveniente de una familia “paqueta” cuyo padre fue un reconocido Canciller conservador de la llamada “década infame.”)
 En este punto, cabe mencionar la notable capacidad de adaptación de Magdalena a las diferentes coyunturas, puesto que trabajó en carácter de periodista en canales estatales durante todo el Proceso (que hoy tanto abomina), sin cuestionar una sola coma a las presuntas “violaciones a los derechos humanos” de las que luego presumió preocuparse. Asimismo, cabe destacar que no tuvo en ese lapso un rol menor, sino que fue nada más y nada menos que Vice Gerente del Depto. de Noticias de Canal 11.

Fue recién en julio de 1.980 (más de cuatro años de gestión de Videla) cuando Magdalena Ruiz Guiñazú, junto a otra exponente de la prensa complaciente de entonces, Mónica Cahen D’anvers (quien durante los años del “exterminio a los jóvenes idealistas” conducía en canal 13 el ciclo Mónica Presenta”, el noticiero de mayor índice de audiencia del país) se reunieron con el General Arguindeguy, a la sazón Ministro del Interior, para hacerle reclamos (no por el supuesto “genocidio”), sino por la censura que deben soportar los programas de radio y televisión.” ¿Y en qué consistía la “censura?: pues durante el lapso en el que los “Derechos Humanos” eran presuntamente conculcados, a Magdalena parecían importarle poco, ya que si bien trabajó ganando jugosos honorarios durante el gobierno de facto, la tardía abanderada de los derechos humanos se encargó de dar a conocer su rol de “víctima del genocidio” afirmando que durante aquellos años “poco a poco fueron sacándome las notas importantes o políticas y dejándome solo la lotería o los accidentes.” En efecto, tal como lo confiesa Magdalena, parece que su problema con el Proceso obedecía a una mera cuestión vedettística al opacarse su protagonismo y cartel en la pantalla televisiva.

Como si estos exponentes no bastasen como para desprestigiar (tanto  por ideologismo como por hipocresía manifiesta) al staff de la CONADEP, se mencionó también a un extranjero, el rabino MARSHALL MEYER de EE.UU. (quien asombrosamente fuera condecorado por el gobierno de Alfonsín con la “Orden del Libertador”) a pesar de que con anterioridad había sido expulsado de su comunidad religiosa entre otros cargos, por corrupción de menores.
 Marshall Meyer fue enjuiciado por el periódico La Voz Judía –Nº 21,  noviembre de 1.983-  siendo “desautorizado moral y públicamente a ejercer el ministerio rabínico por su conducta amoral”: el 15 de octubre de 1971 en causa Nº 26.176 instruida en el Juzgado en lo Correccional letra I de la Capital Federal, se dicta Sentencia (posteriormente confirmada por la Excma. Cámara del mismo Fuero el 11 de agosto de 1.972) donde en su parte resolutiva el Magistrado expresa: “Aunque cueste creerlo – por su investidura, su cultura públicamente reconocida, su labor religiosa y educacional- el rabino M. Meyer ha sido eje de este lamentable proceso. Con su obrar ha mancillado los honores de su cargo religioso. Llegó a tal punto que hizo conmover la escala de valores de algún joven [...] Este proceso se debe a que M. Meyer había promovido la corrupción de menores de edad, ya sea proponiendo requerimientos sexuales, especialmente durante un campamento juvenil realizado en enero y febrero de 1969 en Río Ceballos (Córdoba).”

Además de los sórdidos personajes antedichos, la Comisión fue integrada por:GREGORIO KLIMOVSKY, un marxista epistemólogo de profesión (…) HILARIO FERNÁNDEZ LONG, ex rector de la UBA, que tenía un hijo desaparecido (lo que también constituía un condicionamiento a su parcialidad); los juristas RICARDO COLOMBRES, propuesto por el presidente de la Corte Genaro Carrió (tío de Lilita),  y ENRIQUE RABOSSI, miembro del grupo de filósofos que asesoraban a Alfonsín. La componían también el pastor protestante ENRIQUE GATTINONI, del Movimiento Ecuménico por los Derechos del Hombre y el Obispo de Neuquén JAIME DE NEVARES (pro marxista), este último, además, había trabado confidente amistad con el sacerdote capuchino Antonio Puigjané (tuvo un paso por Iglesia de Pompeya marplatense,  que participó en calidad de terrorista del MTP (Movimiento Todos por la Patria) en el atentado al cuartel de la Tablada en 1989.

Vale aclarar que no todos los miembros de la CO.NA.DE.P eran personajes desconfiables, pues también la integró el eximio médico-cirujano Dr. RENÉ FAVALORO, hombre íntegro y desideologizado, quien a poco de andar no vaciló en renunciar alegando que la Comisión padecía “falta de ética y de objetividad”.
El trabajo de la CO.NA.DE.P, se plasmó con la edición del best seller (pagado por los contribuyentes) titulado “NUNCA MÁS”, con el que se explicó la versión oficial de los hechos ocurridos durante la guerra civil que iniciaron los terroristas. Desde entonces, el libro de marras (más nombrado que efectivamente leído), es abrazado a modo de dogma infalible y el slogan “Nunca Más” es insistentemente repetido en cuanto acto o arenga televisiva se refiera al tema.

Uno de los propósitos que se intentaron plasmar en el texto del libro en cuestión, fue precisamente el de exculpar (además de los crímenes terroristas de Montoneros y del ERP) a la dirigencia política por los asesinatos de la AAA y por las casi mil desapariciones acaecidas antes del cambio de mando en 1976. Para tal fin, el libro incurre en minimizaciones o justificaciones absurdas tales como afirmar que los episodios anteriores al “golpe” formaron parte “de un ensayo llevado adelante en el Operativo Independencia en Tucumán”, o que eran “algunos antecedentes previos al golpe de estado del 24 de marzo de 1976” o una mera “Prueba piloto”, tales los insólitos conceptos afirmados por los asalariados de Alfonsín para proteger a la partidocracia de sus respectivas responsabilidades. (Nicolás Márquez.)

 

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