El consumismo vertiginoso del siglo XXI afecta en su mayoría a las
mujeres y con el tiempo hace mella en los
tipos que conviven con ellas.
Recientemente, una investigación ha demostrado que en
muchos hombres hay una caída en la
calidad de sus espermatozoides. Aparentemente
estas células sexuales ya no fecundan y se comportan como verdaderas
piqueteras. Cierran todos los caminos.
El macho hoy día soporta una
enorme presión producida ya sea por su pareja, esposa, novia o amante, todas
ellas compradoras compulsivas.
La mujer siente una enorme fascinación en eso
de perderse en los laberintos interminables de los mall y de los shopping.
El hombre se estresa pensando en su tarjeta de crédito que en manos de su mujer va a sufrir un duro golpe de gracia, sin
darle tiempo a reaccionar.
Nada cambia ni siquiera si la mujer tiene uno o dos plásticos. Todas
ellos correrán la misma suerte.
Una
mujer por más que tiene un par de
zapatos nuevos, encuentra un pretexto
para comprarse otros: esos que alguna
amiga le dijo que están de moda.
Lo mismo sucede con la ropa, la cartera, una pulsera, un anillo o los cosméticos.
Y llegado el caso se hará asesorar para hacerse algún retoque facial, de
senos o glúteos.
En este siglo hay otras tentaciones: el gimnasio para que no abunden los rollos; la cama solar para anticiparse al verano; vitaminas y minerales para no fatigarse; un nuevo coche, no es cuestión de andarse a pata;
la peluquería para cambiar el look; la manicura para disimular los avatares de la
cocina; y la pedicura para poder descubrirse los pies. Y si
está aburrida una pasadita por el bingo, para tratar de
ver si la suerte puede ayudarle a reducir algo de sus enormes gastos.
Una persona insatisfecha consigo misma, llena ese
vacío con la dopamina, (sustancia que está en el
cerebro), que genera la adrenalina que le
aumenta el deseo de comprar.
El noventa por ciento
de los afectados son mujeres. Cuarenta por ciento son jóvenes y un
treinta por ciento mayores de cuarenta años de edad.
El Hombre, en cambio, desesperado viendo como se le hace pedazo la economía se
comporta como un fariseo: austero por donde se lo mire.
En esta historia faltan los hijos verdaderos depredadores
de la economía familiar.
Por más que el Padre proteste, es la Madre
quien les da todos los gustos. También
es una manera que ella tiene de aprovecharse de la situación para comprarse algo por más que le sea innecesario.
Hoy en día
una mayoría de mujeres
trabaja fuera del hogar. Y esta
situación hace que se despierte en ellas un irrefrenable e inexcusable apetito comprador.
Para los gastos domésticos esta el sueldo del marido.
Ante esta dramática situación, hay un grupo de hombres que ha decidido formar un nuevo tipo de relación: son los Dinkis
(vivir en pareja sin
hijos.)
Es un hecho social relativamente nuevo. La
paternidad no figura en el orden día.
Unos la posponen de forma
indefinida; otros renuncian a ella, para poder dedicarse exclusivamente a
sus carreras laborales; o por sentirse incapaces de educar un hijo.
Los dinkis son profesionales con un perfil económico
medio-alto y sus motivaciones suelen estar relacionadas con el mantenimiento de
cierto estatus social. En este sentido, los dinkis pueden ser considerados un subgrupo de los yuppies (miembros
de la clase media alta entre veinte y
cuarenta años de edad.)
Entre los dinkis no hay infieles porque todos están satisfechos de la vida que
llevan y no necesitan justificarse en otros brazos, para paliar sus
desilusiones afectivas.
En definitiva: la sociedad occidental, en los grupos de ingresos
medios y altos van en busca de una vida que no pese tanto.
Y la mujer se beneficia porque el esperma es una semilla que no
crece. Y no tiene que tomar anticonceptivos que terminan dañando su salud.
Esto explica que en todas
las épocas existieron cambios en el comportamiento de los Hombres para poder escapar
de los ámbitos tradicionales que tanto lo
sofocan.
La
vida es una fotocopia.
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Si algo siempre tuve en
claro en toda mi vida, que nunca quise ser famoso ni hacerme de riquezas.
Mis únicas fortunas son mis ideas, que no cambiarán el mundo pero
servirán de reflexión, para aquel que tenga deseos de pensar.
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