Los
líderes de hoy convierten a los crédulos en seres sin futuro.
Un Partido político que se considera importante
no puede tejer alianzas con otras agrupaciones políticas cuyos
dirigentes poseen trayectorias muy pocos claras.
El partido Radical sigue tanteando en la oscuridad, con vistas a las
elecciones legislativas del 2013, olvidando lo que fue su sociedad con el FREPASO. Tampoco puede darles un lugar en una mesa de diálogo a sindicalistas cuya idea de la
Democracia equivale a permanecer en un cargo como si fueran sucesores de
alguna dinastía monárquica.
Por su naturaleza, dentro del partido Radical,
las divergencias tienen un carácter ideológico, no siempre justificables, y terminan vaciando de contenido las
propuestas programáticas, desilusionando
a los potenciales electores.
En el centro de la escena
está el
Peronismo, a quien solamente le
preocupa el poder por el poder mismo. No hay otro objetivo. Lo demás es pura
cháchara.
El Peronismo puede estar
tranquilo y seguir aferrado al poder, porque
nadie lo va a desbancar salvo que alguno de los suyos vuelva a quemar un féretro,
o se mande un moco de aquellos
que conmueva al país.
El Radicalismo sufrió varios retrocesos. Uno fue
cuando el expresidente Alfonsín, con sus
actitudes timoratas, se entregó de pies
y manos a su sucesor, el riojano Menem, en una serie
de vacilaciones que culminaron en el mamarracho Constitucional
de 1994.
Su hijo, que tiene
pretensiones de líder, no demuestra
tener mayor vuelo político que su extinto progenitor
El mayor partido de la
Oposición argentina, en el siglo XXI,
está a la deriva, no tiene líderes, y muchos
dudan de su propia existencia.
No hace muchos días fui testigo como se sacaban los ojos dos
grupos antagónicos dentro del
radicalismo mendocino. Unos respondían al intendente del Departamento de Godoy
Cruz, Alfredo Víctor Cornejo, y otros al
intendente de la Capital provincial Víctor Fayad.
Mientras tanto, el gobernador de la provincia cuyana, perteneciente Frente para la Victoria,
Francisco Giménez, observaba feliz como los ‘gorilas’ se ‘mataban.’
No todos los males radicales
son nuevos. El deterioro se fue acentuando cada vez que un presidenciable debía
elegir a su compañero de fórmula.
Todos los vice, de una manera u otra, torpedearon al patrón: el santafesino
Alejandro Gómez a Frondizi; el entrerriano Carlos Perette a Illia; y el cordobés Víctor Martínez a Alfonsín. Y agrego al extrapartidario, el
porteño Carlos Álvarez a De la Rúa.
Finalmente: me reservo un
comentario para el
Chino Ricardo Balbín, uno de los grandes fracasados entre los ‘boinas
blancas’, quien creyó que abrazándose con Perón
engrandecía la Historia. Dejó perpleja
a toda una generación. La misma que vio como Juan Domingo había encarcelado a los opositores y les ponía piedras en el camino a los gobiernos democráticos desde su exilio
madrileño.
Conclusión: que los
‘radichetas’ no le echen la culpa a los
K., de sus propios fracasos.
La vida es una fotocopia.
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