domingo, 16 de diciembre de 2012




Los líderes de hoy convierten a los crédulos en seres sin futuro.

Un  Partido político que se considera importante no puede tejer alianzas con otras agrupaciones políticas   cuyos dirigentes poseen   trayectorias muy pocos claras.

El partido Radical  sigue  tanteando en la oscuridad, con vistas a las elecciones legislativas del 2013,  olvidando lo que fue su  sociedad con el  FREPASO. Tampoco puede darles un lugar en una  mesa de   diálogo a sindicalistas cuya idea de la Democracia  equivale a permanecer  en un cargo como si fueran sucesores de alguna dinastía monárquica.

 Por su naturaleza, dentro del partido Radical,  las divergencias  tienen un  carácter ideológico, no siempre justificables,  y terminan vaciando de contenido las propuestas programáticas,  desilusionando a los potenciales electores.

En el centro de la escena está  el  Peronismo,  a quien solamente le preocupa el poder por el poder mismo. No hay otro objetivo. Lo demás es pura cháchara.
El Peronismo puede estar tranquilo y seguir aferrado al  poder, porque nadie lo va a desbancar salvo que alguno de los suyos vuelva a quemar  un  féretro,  o se mande  un moco de aquellos que conmueva  al país.

El  Radicalismo sufrió varios retrocesos. Uno fue cuando el expresidente  Alfonsín,   con sus actitudes timoratas,  se entregó de pies y manos a su sucesor,  el  riojano Menem, en una serie

de vacilaciones  que culminaron en el mamarracho Constitucional de  1994.

Su hijo, que tiene pretensiones de líder,  no demuestra tener mayor vuelo político que su extinto progenitor
El mayor partido de la Oposición argentina, en el  siglo XXI, está a la deriva, no tiene líderes, y muchos  dudan de su propia existencia.
No hace muchos  días fui testigo como se sacaban los ojos dos grupos antagónicos  dentro del radicalismo mendocino. Unos respondían al intendente del Departamento de Godoy Cruz, Alfredo Víctor Cornejo, y otros  al intendente de la Capital provincial Víctor Fayad.
Mientras tanto,  el gobernador de la provincia cuyana,  perteneciente Frente para la Victoria, Francisco Giménez, observaba feliz como los ‘gorilas’  se ‘mataban.’
No todos los males radicales son nuevos. El deterioro se fue acentuando  cada vez que un presidenciable debía elegir  a su compañero de fórmula.  
Todos los vice,  de una manera u otra,  torpedearon al patrón: el santafesino Alejandro Gómez a Frondizi; el entrerriano Carlos Perette a  Illia; y el cordobés Víctor Martínez  a Alfonsín. Y agrego al extrapartidario, el porteño Carlos Álvarez a  De la Rúa.
Finalmente: me reservo un comentario   para el   Chino Ricardo Balbín, uno de los grandes fracasados entre los ‘boinas blancas’,  quien  creyó que abrazándose con Perón engrandecía   la Historia. Dejó perpleja a toda una generación. La misma que vio como Juan Domingo había encarcelado  a los opositores y les  ponía piedras en el camino  a los gobiernos democráticos desde su   exilio madrileño.
Conclusión: que los ‘radichetas’  no le echen la culpa a los K., de sus propios fracasos.
La vida es una fotocopia.

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