domingo, 23 de diciembre de 2012

Las angustias del hombre moderno.




El consumismo vertiginoso del siglo XXI  afecta en su mayoría  a  las mujeres  y con el tiempo hace mella en los tipos que conviven con ellas.   

Recientemente, una investigación ha demostrado   que en muchos  hombres hay  una caída  en  la calidad de sus espermatozoides.  Aparentemente estas células sexuales ya no fecundan y se comportan como verdaderas piqueteras. Cierran  todos los caminos.

El macho hoy día soporta   una enorme presión producida  ya sea  por su pareja, esposa, novia o amante, todas ellas    compradoras compulsivas. 

La mujer siente una enorme fascinación en eso de perderse en los   laberintos interminables de  los mall y de  los shopping. 

El hombre se estresa pensando en su  tarjeta de crédito que en manos de su  mujer va a sufrir un duro golpe de gracia, sin darle tiempo a reaccionar.
Nada cambia ni siquiera  si la mujer tiene uno o dos plásticos. Todas ellos  correrán la misma suerte.

Una  mujer por más que tiene  un par de zapatos nuevos,  encuentra un pretexto para comprarse otros: esos  que alguna amiga le dijo que están de moda.

Lo mismo sucede con la  ropa, la cartera, una pulsera, un anillo  o los cosméticos.
Y llegado el caso se hará  asesorar para hacerse algún retoque facial, de senos o glúteos.

En este siglo hay otras tentaciones: el  gimnasio para que no abunden los rollos;  la cama solar para anticiparse al verano;  vitaminas y minerales para no fatigarse;  un  nuevo coche, no es cuestión de andarse a pata;   la peluquería para cambiar el look;    la manicura para disimular los avatares de la cocina;  y  la pedicura para poder descubrirse los pies.  Y  si está aburrida una pasadita por el bingo, para  tratar de  ver si la suerte puede ayudarle a reducir algo de sus enormes gastos.

Una persona insatisfecha consigo misma, llena ese vacío   con la dopamina, (sustancia que está en el cerebro),  que genera la adrenalina que le aumenta el deseo de comprar.
El noventa por ciento  de los afectados son mujeres. Cuarenta por ciento son jóvenes y un treinta por ciento mayores de cuarenta años de edad. 

El Hombre, en cambio,  desesperado viendo como se le hace pedazo la economía se comporta como un fariseo: austero por donde se lo mire. 

En esta historia faltan los hijos verdaderos depredadores de la economía familiar.
Por más que el Padre proteste, es la Madre quien les  da todos los gustos. También es una manera que ella tiene de  aprovecharse de la situación  para comprarse algo por más que le sea innecesario.

Hoy en día  una   mayoría de  mujeres  trabaja  fuera del hogar. Y esta situación hace que se despierte en ellas un  irrefrenable e inexcusable apetito comprador.
Para  los gastos domésticos  esta el sueldo del marido.

Ante esta dramática  situación, hay un grupo de hombres  que ha decidido  formar un nuevo tipo de relación: son los  Dinkis  (vivir en pareja sin hijos.)

Es  un hecho social relativamente nuevo. La paternidad no figura en el orden día.
Unos la posponen de forma indefinida; otros renuncian   a ella, para poder dedicarse exclusivamente a sus carreras laborales; o por sentirse incapaces de educar  un hijo.

Los dinkis son  profesionales con un perfil económico medio-alto y sus motivaciones suelen estar relacionadas con el mantenimiento de cierto estatus social. En este sentido, los dinkis pueden ser considerados un subgrupo de los yuppies (miembros de la clase media alta entre veinte  y cuarenta  años de edad.)

Entre los dinkis no hay infieles  porque todos están satisfechos de la vida que llevan y no necesitan justificarse en otros brazos, para paliar sus desilusiones afectivas.
En definitiva: la sociedad occidental, en los grupos de ingresos medios y altos van en busca de una vida que no pese tanto.
Y la mujer se beneficia porque el esperma es una semilla que no crece. Y   no tiene que tomar  anticonceptivos que terminan dañando su salud.

Esto explica que  en todas las épocas existieron cambios en el comportamiento de los  Hombres  para poder   escapar de los  ámbitos tradicionales que tanto lo sofocan.
 La vida es una fotocopia.

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Si algo siempre tuve en claro en toda mi vida,  que nunca quise ser famoso ni hacerme de riquezas. Mis únicas  fortunas son mis ideas, que no cambiarán el mundo pero servirán de reflexión, para aquel que tenga deseos de pensar.
Mis libros  se encuentran en: MIS TORRES DE BABEL. BLOGSPOT.COM

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