sábado, 21 de marzo de 2015

LOS HERMANOS HANS Y SOPHIE SCHOLL.



Una historia que merece ser contada, de dos jóvenes ejemplares

De madrugada, con las gotas de rocío anunciando el despuntar de la primavera alemana, un siniestro convoy salió de la prisión muniquesa de Stadelheim en dirección a Straubing, el 6 de abril de 1945.
Estaba a punto de terminar la Segunda Guerra Mundial, los soldados aliados avanzaban en territorio alemán y el caos se había apoderado de buena parte de la administración estatal, pero la maquinaria de las ejecuciones seguía funcionando.

A causa de sus enormes dimensiones, la Guillotina de Stadelheim había sido desmontada en varias piezas antes de ser cargada en un camión al que seguía otro vehículo en el que viajaban 47 condenados a muerte.
Uno de ellos, el comunista HEINRICH HAMM, lograría fugarse para contar, después de la guerra, que las autoridades de Straubing se habían negado a dejar instalada la guillotina en su institución y la habían arrojado al Danubio, tratando de deshacerse de la prueba material de crímenes que los vencedores castigarían sin lugar a dudas.
Durante décadas se la dio por perdida y, aunque los funcionarios del Museo Nacional de Historia de Múnich sospechaban hace tiempo que estaba en sus sótanos, hasta ahora no ha salido a la luz.

El archivero ya jubilado de Stadelheim, Rudolf Drasch, siempre dudó de la versión de Hamm. Para empezar, las aguas del Danubio fueron batidas posteriormente en busca de la guillotina y nunca fue encontrada. Su teoría era que, ante la disputa entre las dos prisiones, fue trasladada a la instancia superior dentro del organigrama del sistema de Justicia nazi, la dirección de prisiones JVA de Regensburg. La aparición de un documento prueba ahora que así fue.
A pesar de que  se suele asociar la guillotina al horror de otra época y otro lugar, la Francia de la Revolución Francesa, como instrumento de muerte, fue también profusamente utilizado por la Alemania nazi y se calcula que con ella fueron  ejecutadas unas 16.000 personas a manos del Tercer Reich. Esta guillotina, en concreto, “es un hallazgo de especial significado para la historia alemana”, según el portavoz del Museo Sybe Wartena. «No podemos decirlo al 100%, pero estamos casi seguros de que se trata de la guillotina con la que fueron ultimados HANS Y SOPHIE SCHOLL», dos jóvenes hermanos estudiantes de la Universidad de Múnich, condenados por repartir octavillas contra Hitler.
En ese documento de 1974 consta que el Ministerio de Justicia regional entregó al Museo Nacional de Historia de Múnich partes de cinco guillotinas diferentes, pero varios indicios ayudan a identificarla entre el resto.

El verdugo Johan Reichhart, que en 1924 sucedió a su tío en el puesto, tenía tanto trabajo en la dictadura nazi que realizó una modificación en la guillotina para cumplir con su tarea de forma más eficiente: retiró el tablero basculante sobre el que los condenados eran ajustados a la estructura, sujetos por correas, y en adelante, serían sujetados por los brazos, ganando tiempo en cada ejecución. Esta modificación está en la guillotina de Múnich, que es además la más desgastada por el uso.
Labradas sobre la madera de su base aparecen las identificaciones «M», que podría corresponder a Múnich, y «Nº. 1 A», que podría señalarla como la guillotina principal, precisamente la instalada en Stadelheim y a la que se le han documentado 1.035 ejecuciones, entre ellas las de los hermanos Scholl.
Sólo el verdugo  se anotó más de 3.000 ejecuciones, cifras que hablan de la intensidad con la que la industria asesina de Hitler se sirvió del terror que infunde a las masas el uso ejemplarizante de este instrumento.

LOS DECAPITADOS HERMANOS SCHOLL

Los hermanos HANS Y SOPHIE SCHOLL, de 24 y 21 años, eran miembros de las Juventudes Católicas alemanas y militaban en el grupo estudiantil de resistencia no violenta al nazismo «Rosa Blanca». Ella estudiaba Filosofía y él, Medicina. Sorprendidos repartiendo octavillas contra Hitler en la Universidad de Múnich el 18 de febrero de 1943, fueron sentenciados a muerte el 22 de febrero y guillotinados ese mismo día al igual que su compañero Christoph Probst. 
El Bayerisches Nationalmuseum se encuentra a corta distancia de la tradicional Universidad Ludwig Maximiliam de la capital bávara en la que los estudiantes repartían panfletos para llamar a la resistencia no violenta contra el régimen de Adolf Hitler durante la Segunda Guerra Mundial.
Ulrich Chaussy, un experto en la historia del grupo de resistencia "Weisse Rose" (Rosa Blanca) al que pertenecían los hermanos Scholl y autor de un libro sobre el tema, no podía dar crédito a la noticia. "Estuve investigando pero nunca pude enterarme de adónde había ido a parar la guillotina", dijo a la agencia DPA. "No encontré ni un rastro".  
También la fundación "Weisse Rose", que se encarga de mantener viva la memoria del grupo, desconocía la existencia de la guillotina, según dijo una portavoz.

Lo que se sabe de seguro es que el Ministerio de Justicia entregó en 1974 al museo la guillotina y otros elementos. Al parecer, el aparato tiene una modificación como la que presentaba la guillotina que se utilizó en el penal de Stadelheim para dar muerte a los hermanos Scholl. 
"El Ministerio de Justicia, como sucesor legal, probablemente se avergonzaba de tener en su poder estos instrumentos de terror", razonó el escritor e historiador Chaussy. "Ponerlo en algún depósito de un museo era parte de una política que rehuía enfrentarse al pasado".
Las autoridades del museo se han propuesto exhibirla, pero el ministro Spaenle no aprueba la idea. "Esta guillotina es un hallazgo de singular importancia para la historia de Alemania. No es un objeto que pueda ser exhibido en cualquier muestra".
La Rosa Blanca fue un grupo de resistencia que se conformó en la Alemania nazi durante la Segunda Guerra Mundial.
Los jóvenes universitarios, a los que se sumaron algunos profesores, bregaban por la resistencia pacífica al régimen a través de panfletos y pintadas en las calles de Múnich.
Recomendación…El filme  SOPHIE SCHOLL - LOS ÚLTIMOS DÍAS, 
Memoria por la Verdad y la Justicia, un gran chamuyo.

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