lunes, 8 de junio de 2015

ANTISEMITISMO EN LA ARGENTINA (V)

La Vasija del odio.


 CATOLICISMO, NACIONALISMO, NAZISMO. Estamos pues, a mediados de la década del´30, la Iglesia realiza el Congreso Eucarístico Internacional, celebrado con gran pompa y circunstancia en octubre de 1934 en Buenos Aires.
Se identificó la catolicidad, nacionalidad y argentinidad en una misma entidad. Si se era argentino se era católico, ser católico era ser naturalmente argentino. La liturgia católica expresaba simbólicamente a la Argentina como un “ESTADO CATÓLICO”. Arreciaba la difusión de textos y literatura nazi, la agresión antisemita por parte de las organizaciones nacionalistas de derecha, así como de la prensa católica o pro nazi, o ambas cosas a la vez.

Los sectores influyentes del país estaban todos de acuerdo en la necesidad de continuar recibiendo el flujo migratorio imprescindible para la continuidad del crecimiento económico. Había otro acuerdo, casi no enunciado, en rechazar a los grupos considerados inasimilables, por cuestiones raciales, negros y amarillos, o de grupos étnicos tales como los judíos “turcos”, árabes, turcos, serbios, armenios, bosnios. Todas las nacionalidades y grupos étnicos provenientes del Imperio Otomano. A partir de los años 20, la prédica contra la inmigración de ciertos grupos adquirió un giro netamente racista, ostentando un fundamento falsamente científico.
LA IGLESIA CATÓLICA, con la militancia laica, decidió avanzar sobre la acción civil, planteándose como la única alternativa de carácter doctrinal, en principio contra el liberalismo y toda otra ideología considerada una amenaza por el catolicismo.
Para ello se fundó la ACCIÓN CATÓLICA en 1924, su objetivo apuntaba al blindaje de la población argentina contra  todo intento de diversidad cultural, social y religiosa, generado por el cosmopolitismo propio de las sociedades del Siglo XX. Había comenzado una Guerra Santa solapada en la afirmación y difusión de los valores católicos que progresivamente serían cada vez más influyentes dentro de un importante sector de la elite, que constituyó el nacionalismo católico, antiliberal y antisemita.
La literatura y varias publicaciones periódicas fueron las encargadas de dar amplia difusión a esta ideología racista y reaccionaria. Las más importantes fueron “La Nueva República”, “Criterio”, “La Fronda” y “El Pueblo”, entre muchas otras. Los criterios con que la mayor parte de estas publicaciones se expresarían, con respecto al judaísmo, fueron -en general- desembozadamente antisemitas. Según ellas, judíos eran los socialistas que conspiraban contra el viejo orden, judíos eran los comunistas y sus ideólogos, incluido Marx, judía era la gran banca internacional que manejaba los resortes del poder mundial, judíos eran los dueños de los frigoríficos en la Argentina.
JUDÍO ERA EL GOBIERNO NORTEAMERICANO, Y JUDÍOS ERAN LOS GOBERNANTES SOVIÉTICOS.

Todo este furibundo anti judaísmo recurría a la teología cristiana relacionando la condena y muerte de Jesucristo con una tenebrosa  imagen del judío. Su propaganda insistía en que el propósito de los judíos era la destrucción del catolicismo y de la Argentina. Todas estas publicaciones representaban el pensamiento institucional de la Iglesia Argentina, no obstante su eficacia publicitaria era limitada porque llegaba a un sector reducido de la población.
 LA HORA DE LA ESPADA. Sin embargo, varios de los promotores de estas ideas llegaron al poder con el golpe del general Uriburu en 1930, su militancia antisemita se transformó en acción política desde algunos sectores del Estado.
Durante la década del treinta al cuarenta, el antisemitismo constituirá al judío como el “enemigo” de un modo en extremo virulento, el judaísmo expresión de un cosmopolitismo apátrida o racista junto al comunismo eran las dos caras de la misma conjura y peligro que se cernía sobre la Argentina.
Numerosas publicaciones antisemitas, nacionalistas católicas, se expresaron con agravios, llamando a la violencia abierta en barrios judíos sin que la policía hiciera nada por detenerlos. Incluso cundió el temor de un ataque a la comunidad judía, justificado porque el secretario de la presidencia del general Uriburu, teniente coronel, Juan B. Molina (una especie de Milani), era el comandante de la LEGIÓN CÍVICA, la principal organización nacionalista durante los primeros años de la década de 1930, organizada como tropa de asalto y entrenada por oficiales del ejército.

Numerosas denuncias, y el grado de difusión dado por la comunidad judía a esta amenaza, abortaron el ataque. Desde publicaciones como “Criterio”, “Crisol”, “El Pueblo”, “La Nueva República”, “Nuevo Orden”, “La Voz del Plata”, “Clarinada”, “El Fortín”, “Combate”, “Pampero”, “Bandera Argentina”, etc., se difundían las calumnias anti judías más reaccionarias. Muchos de ellos recibían aportes económicos de los nazis, su prédica estaba fuertemente impregnada de ideología hitleriana.
Los ataques a los judíos, a teatros y cines con programaciones antinazis, a toda la publicidad favorable al tema judaico, eran frecuentes y salvajes. En la Facultad de Medicina se reprobaba a los estudiantes por su apellido, allí se produjo un ataque al estudiantado judío por incitación del decano Bullrich que, como muchos de los profesores, era militante de la Legión Cívica.
Locales partidarios socialistas y radicales, sinagogas cuyos frentes eran manchados con alquitrán, cuando no atacados como el templo de Libertad, en plena celebración de la Pascua Judía. Boicots contra el comercio judío, humillaciones, insultos, la situación empeoraba progresivamente.
Los ataques se extendieron a la prensa judía, a los periodistas, hubo provocaciones a instituciones y poblaciones judías, incitaciones a la prohibición de inmigración judía a la Argentina, o directamente a la eliminación física de los judíos.
“HAGA PATRIA, MATE UN JUDÍO” fue un lema muy difundido. HUGO WAST, seudónimo de Gustavo (Hitler) Martínez Zuviría, era el autor de novelas antisemitas muy exitosamente difundidas tales como “El Kahal” y “Oro”, en tanto que la novela “LA BOLSA”, de Julián Martel,  era de lectura obligada en escuelas y colegios del Estado

Con el ascenso al poder del TERCER REICH EN Alemania, la propaganda nazi se manifestaba en una campaña articulada desde la embajada  de ese país.
Ronald Newton, historiador del nazismo, afirma que “el objetivo fue el acercamiento a intelectuales y personajes destacados del país, a mediados de 1936 se fundó una Comisión de Cooperación Intelectual de 19 destacados criollos pro alemanes. Estos incluían a Gustavo Martínez Zuviría; al Premio Nóbel de biología BERNARDO HOUSSAY, a Juan P. Ramos, decano de la Facultad de Derecho de Buenos Aires, ideólogo fascista y colaborador de los alemanes desde hacía largo tiempo, al político derechista Matías Sánchez Sorondo, a los destacados médicos Gregorio Aráoz Alfaro y Mariano Castex, y a tres destacados historiadores: Ricardo Levene, Carlos Ibarguren y a Roberto Levillier.

“ Se crearon instituciones desde las cuales se promovieron viajes gratuitos a Alemania por parte de diversos sectores de la población, periodistas de importantes diarios, profesionales, académicos, estudiantes y jóvenes de familias relevantes de la sociedad. Cuando los viajes no eran gratuitos eran subsidiados y este fue el caso de grupos que fueron a la celebración de los Juegos Olímpicos de Berlín en 1939. El Club Hípico Alemán fue utilizado por la Embajada como un espacio de la práctica hípica, descanso y sociabilidad masculina donde eran invitados regularmente oficiales argentinos. Newton estima, en un cálculo lo más aproximado a la verdad, que se estimaba que un 10% de los oficiales del ejército eran pronazis. Entre ellos cita a los generales Juan Bautista Molina, Basilio Pertiné (abuelo de la esposa de De la Rúa), Benjamín Menéndez, Juan Pistarini etc.

El periodista DANIEL MUCHNIK cita una larga lista de empresas argentinas con estrechos vínculos personales y comerciales” con filiales alemanas de aquella época oscura como Loma Negra, de Alfredo Fortabat, o Garovaglio & Zorroaquín, de Guillermo Zorroaquín, entre muchos otros apellidos actualmente ilustres”.
LA RESPUESTA JUDEO ARGENTINA a la actividad del nazismo alemán consistió, entre otras cosas, en un boicot a los productos importados de Alemania que contó con la adhesión de los republicanos antifascistas. Familias prominentes de origen alemán se unieron a las filas de la oposición al nazismo, como fue el caso de ERNESTO ALEMANN que fundó la escuela Pestalozzi en 1934 que, con la Germania Schule y el Cangallo Schule fueron las excepciones que se opusieron al nazismo difundido a través de la educación y cultura germánicas entre las restantes veinte escuelas alemanas.


Ante este estado de cosas la comunidad judía se organizó, en 1933, en un acto contra las persecuciones de judíos en Alemania, formando una comisión que en 1934  tomó el nombre de Comité contra el Antisemitismo para quedar definitivamente consagrada en 1935 con el nombre de DAIA, convirtiéndose en el vocero de la comunidad para denunciar todo ataque antisemita. Desde la izquierda judía, se formó la Organización Popular contra el Fascismo y Antisemitismo ante las acciones antisemitas y la llegada del nazismo al gobierno en Alemania.

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