domingo, 5 de abril de 2015

UNA CONMOVEDORA HISTORIA DE VIDAS MALTRECHAS.


LA ÓPERA PARA NIÑOS BRUNDIBÁR es un cuento de hadas con un mensaje bastante conocido, el bien triunfa sobre el mal.
 Pero al situar la obra en el contexto de Theresienstadt, el campo de concentración nazi en Checoslovaquia, donde fue representada entre 1943 y 1944, hay otro contenido debajo de ese texto tan aparentemente inocente y moral, donde el bien siempre triunfa. El parecido de Hitler con Brundibár, el organillero malo que afirma que la plaza del pueblo le pertenece, era obvio para el público adulto. Pero no para su elenco infantil, insiste su cantante principal.

"Los adultos lo interpretaron como un mal hombre que asusta a todos", contó Greta Klingsberg, quien tuvo el papel de Anika, el personaje central."Pero los niños nunca nos dimos cuenta. Para nosotros, Brundibár era el personaje más popular. Tenía un bigote que subía y bajaba cuando cantaba. Nos pareció muy divertido”.

La ópera, del compositor judío-checo HANS KRÁSA, que estaba preso en Theresienstadt, cuenta la historia de un hermano y una hermana que quieren tocar música en la calle, en la plaza, pero son echados por Brundibar (abejorro) que es un músico sin talento que se viste muy llamativamente. Así que los hermanos traman una trampa para poder echarlo a él... "Al final de la ópera, cuando habían logrado expulsarlo, le dábamos la bienvenida en el escenario con los brazos abiertos. Él era uno de nosotros, nuestro adorable Brundibár. No podíamos ver el mensaje político”.

La ópera les brindaba a los niños de Theresienstad un mundo de fantasía , incluso también para la vida cultural del campo - debido al elevado número de artistas también prominentes de Europa Central encarcelados allí - y que fue cínicamente promovida por los nazis con fines de propaganda. "Cuando eres un niño, te identificas con todo lo que haces", dice Klingsberg, que tenía 13 años en ese momento, y era la única responsable de su hermana menor. Sus padres se habían escapado de Checoslovaquia a Palestina. "Así que cuando yo estaba en el escenario, tenía una escuela, un gato, y un helado. Todas estas cosas que no habíamos visto por años, de repente, se hicieron casi reales. Fue maravilloso. Estos fueron los momentos de infancia normal para mí, y para todos los niños que participaron en esta ópera. Por eso es que era tan especial. En el campamento, dejaron de llamarme Greta y me llamaron Aninka”.

Después de haber sido elegida para el papel debido a su perfecta afinación, que ya había demostrado en otras producciones en el campo, en el Réquiem de VerdiLa novia vendida de Smetana y La flauta mágica de Mozart, Klingsberg la cantó más de 50 veces. Hubo un espectáculo especial en 1944 para los crédulos representantes de la Cruz Roja, que vinieron a investigar las condiciones de vida del campamento.

Theresienstadt se convirtió en una "aldea Potemkin" para la visita, los presos más enfermos habían sido previamente deportados a Auschwitz para reducir el hacinamiento.

La Cruz Roja creyó todo lo que les dijeron y mostraron y al final de su visita, fue proyectada una película de propaganda llamada EL FÜHRER LES DA UNA CIUDAD A LOS JUDÍOS,  en la que también Klingsberg cantó– era una chica alta y pensativa, con una melena de pelo oscuro, con un delantal cantando con todo el corazón.
"Sólo me enteré de que estaba en la película hace unos 10 años", dice Klingsberg. Un amigo estaba de visita en YAD VASHEM, el Museo del Holocausto de Jerusalén, "y vio el momento en el que aparezco. '¿Cómo te diste cuenta que era yo?' le pregunté. 'Los ojos grandes, la nariz grande, ahora sólo tienes un poco más de arrugas ", respondió. Así que fui a verla por mí misma y estaba muy orgullosa de no haber fingido el canto frente a la cámara”.

La mayoría de los niños, los músicos, el compositor Krása y su director Kurt Gerron, fueron asesinados en las cámaras de gas. En el proceso de selección al azar, Klingsberg fue elegida para el trabajo esclavo; su hermana Trude, fue enviada a la muerte en las cámaras de gas, aunque ella sólo lo descubrió mucho más tarde. Klingsberg pasó meses en una serie de campos antes de ser devuelta a Theresienstadt, donde fue liberada por el ejército soviético en mayo de 1945.

Klingsberg ahora tiene 85 años y vive en Jerusalém, donde disfrutó durante años de una exitosa carrera operística. Pero nunca dejó a Brundibár, dice ella.  Ha traducido el libreto al hebreo, y a menudo es llamada a asesorar producciones de todo el mundo, más recientemente en Kosovo y Grecia. "Una vez, unos años más tarde, una mujer se me acercó cuando estaba visitando Checoslovaquia y me dijo que 'Yo estaba en Theresienstadt contigo. Una vez que estuviste enferma estuve muy feliz porque me pidieron que cantara tu papel. Gracias por eso“. (Greta  Klisberg)

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