jueves, 23 de abril de 2015

UN SIGLO DE LA MATANZA DE MÁS DE MILLÓN Y MEDIO DE SERES HUMANOS.

 El genocidio armenio.

 Yo era un adolescente cuando leí LOS 40 DÍAS DE MUSA DAGH, de Franz Werfel, sobre EL GENOCIDIO ARMENIO,   calculado aproximadamente entre un millón y medio y dos millones de personas   por el gobierno de los Jóvenes Turcos en el Imperio otomano, desde 1915 hasta 1923.
En mi casa se vivía un luto permanente por la pérdida de seres queridos en  el Holocausto nazi. Y la historia armenia, me llevó a querer y identificar a ese pueblo que mucho tuvo que ver con el génesis del pueblo hebreo cuando salió de Ur hacia la Tierra Prometida.
Hoy los turcos  siguen negando su brutal crimen.  Como   lo siguen haciendo aquellos que difaman  la memoria  de seis millones de hebreos carbonizados en los campos de concentración.
LA BESTIALIDAD TURCA se caracterizó por su brutalidad en las masacres y la utilización de marchas forzadas con las deportaciones en condiciones extremas, que generalmente llevaba a la muerte a muchos de los deportados. Otros grupos étnicos también fueron masacrados por el Imperio otomano durante este período, entre ellos los asirios, los griegos pónticos y los serbios.  Algunos autores consideran que estos actos eran  parte de una política de exterminio.
La fecha del comienzo del genocidio se conmemora el 24 de abril de 1915, el día en que las autoridades otomanas detuvieron a 235 miembros de la comunidad de armenios en Estambul; en los días siguientes, la cifra de detenidos ascendió a 600. Posteriormente, una orden del gobierno central estipuló la deportación de toda la población armenia, sin posibilidad de cargar los medios para la subsistencia, y su marcha forzada por cientos de kilómetros, atravesando zonas desérticas, en las que la mayor parte de los deportados pereció víctima del hambre, la sed y las privaciones, a la vez que los sobrevivientes eran robados y violados por los gendarmes que debían protegerlos, a menudo en combinación con bandas de asesinos y bandoleros.
LA MISMA HERENCIA, LAS MISMAS RAÍCES…
Mientras los CRISTIANOS ORTODOXOS ORIENTALES celebraban recientemente su Semana Santa, una histórica iglesia de Estambul –la antaño esplendorosa ciudad cristiana de Constantinopla– fue testigo y objeto de un nuevo abuso por parte de las autoridades.
“HAGIA SOPHÍA, la histórica catedral –y museo– de Estambul, ha albergado bajo su techo el primer recitado del Corán en 85 años”, informó la agencia oficial Anatolian News. “El Directorio de Asuntos Religiosos auspició la exposición Amor de Profeta como parte de los actos conmemorativos del nacimiento del profeta islámico Mahoma”.
Aunque hoy en día los cristianos son una pequeña minoría en Turquía, el cristianismo tiene una larga historia en Asia Menor, cuna de numerosos santos y apóstoles cristianos, como Pablo de Tarso, Timoteo, Nicolás de Myra o Policarpo de Esmirna.

LOS SIETE PRIMEROS CONCILIOS ECUMÉNICOS se celebraron en la actual Turquía. Y en Turquía se hallan dos de los cinco centros (patriarcados) de la antigua Pentarquía: Constantinopla (Estambul) y Antioquía (Antakya). Antioquía fue el lugar en el que los seguidores de Jesús fueron llamados “cristianos” por primera vez.

TURQUÍA es asimismo sede de las SIETE IGLESIAS DE ASIA, de las revelaciones de Juan. En los siglos siguientes se establecieron innumerables iglesias por toda la región. Una de ellas, Hagia Sophia, llegó a ser la mayor catedral del mundo cristiano; hasta la caída de Constantinopla ante los otomanos, el 29 de mayo de 1453, que estuvo seguida de tres días de saqueo desenfrenado.

Hagia Sophia no se libró. Los saqueadores se abrieron camino hasta ella y derribaron sus puertas. Atrapados en el templo, fieles y refugiados se convirtieron en botín a repartir entre los invasores otomanos.
El historiador Steven Runciman escribe en La caída de Constantinopla, 1453:
“Mataban a todos los que se encontraban por las calles, hombres, mujeres y niños sin distinción alguna. La sangre corría como ríos por las empinadas calles desde los altos de Petra hasta el Cuerno de Oro. Pero la sed de sangre pronto se vio mitigada. Los soldados se percataron de que los prisioneros y los objetos valiosos les proporcionarían mayores beneficios. 
Después de la caída de la ciudad, Hagia Sophia se convirtió en una mezquita.”

Que una mezquita tenga el nombre de Hagia Sophia (en griego   “Santa Sabiduría”) es posible si el templo está bajo el control de una teocracia islámica. Es como si hubiera una mezquita denominada Mezquita Armenia de la Santa Cruz.
En los años 30, el Gobierno turco la convirtió en museo. Convertir una iglesia en un museo no es propio de un Estado verdaderamente democrático. Una de las características comunes del Imperio Otomano y la Turquía moderna es su intolerancia a las iglesias.

En 2013 el viceprimer ministro turco, Bulent Arinc, manifestó su esperanza de que el Museo Hagia Sophia se usara como mezquita, incluso que se le denominase Mezquita Hagia Sophia.
“Turquía no convierte iglesias en mezquitas porque haya necesidad de más mezquitas, y tampoco tiene los medios para construirlas”, sostiene Constantine Tzanos. “El mensaje que tratan de transmitir aquellos que han transformado las iglesias en mezquitas y quieren hacer lo mismo con Hagia Sophia es que Turquía es un Estado islámico y no se tolera otra religión”.

En noviembre de 2014 el PAPA FRANCISCO realizó la cuarta visita de un papa a Turquía. El portavoz del Ministerio de Asuntos Exteriores turco, Tanju Bilgic, comentó a los periodistas en aquel entonces que en la agenda figurarían “la alianza de civilizaciones, el diálogo entre culturas, la xenofobia, la lucha contra el racismo y el desarrollo político de la región”.
La agenda del papa Francisco debería haber incluido las iglesias turcas destruidas, dañadas o convertidas en cualquier otra cosa, por ejemplo establos, como ha sido el caso de la histórica iglesia gregoriana armenia de Izmir (Esmirna).

“Algunos ciudadanos metieron sus vacas y caballos dentro de la iglesia, mientras que los vecinos se quejaban de que el lugar se había llenado de drogadictos y alcohólicos”, informó Milliyet.
Otra víctima de la intolerancia de Turquía a las iglesias, el templo bizantino AGIOS THEODOROS de Estambul, fue convertida en mezquita durante el mandato del sultán otomano Mehmed II y renominada Molah Gurani, en honor al cuarto Sheikh-ul-Islam (la autoridad encargada de los asuntos religiosos de los musulmanes en el Imperio Otomano).
En marzo de 2014 se informó de que la zona de entrada de la antigua iglesia-mezquita se había convertido en una “casa”, y la primera planta en un “apartamento”. En el jardín se ha construido una cabaña. La habitación del sacerdote es ahora un baño.

SIGLOS DESPUÉS, LAS COSTUMBRES DE LOS TURCOS OTOMANOS PARECEN NO HABER CAMBIADO.

Hoy en día Turquía tiene MENOS CRISTIANOS en términos porcentuales que cualquiera de sus vecinos; menos que Siria, Irak e Irán. La causa principal fueron los genocidios y matanzas perpetrados contra asirios, armenios y griegos entre 1915 y 1923. Al menos 2,5 millones de cristianos autóctonos de Asia Menor perdieron la vida en matanzas o víctimas de las deportaciones, los trabajos forzados o las marchas de la muerte. Muchos de ellos murieron en campos de concentración por enfermedades o de hambre.
Buena parte de los griegos que sobrevivieron fueron expulsados de sus hogares en Asia Menor en 1923, en el marco de un intercambio forzoso de población entre Turquía y Grecia.
A la destrucción física le siguió la cultural. A lo largo de la historia de la República turca se han destruido innumerables iglesias y colegios cristianos, o han sido convertidos en mezquitas, almacenes, establos…
El columnista Raffi Bedrosyan ha escrito en el Armenian Weekly:
“ Sólo quedan 34 iglesias y 18 colegios en Turquía, la mayoría en Estambul; en esos colegios hay menos de 3.000 estudiantes.”
(…)
Un estudio reciente cifra en unas 2.300 el número de iglesias armenias en Turquía antes de 1915. El de colegios era de alrededor de 700, con 82.000 estudiantes. Estos números sólo hacen referencia a las iglesias y colegios bajo la jurisdicción del Patriarcado Armenio de Estambul y la Iglesia Apostólica, por tanto no incluye el gran número de iglesias y colegios pertenecientes a congregaciones protestantes y armenias católicas.
Walter Flick, investigador de la Sociedad Internacional por los Derechos Humanos, con sede en Alemania, afirma que la minoría cristiana en Turquía no disfruta de los mismos derechos que la mayoría musulmana:
Turquía tiene casi 80 millones de habitantes. Hay solamente unos 120.000 cristianos, lo que supone menos del 1 por ciento de la población.
LOS CRISTIANOS SON CONSIDERADOS CIUDADANOS DE SEGUNDA CLASE. El ciudadano común es musulmán, y a los que no lo son se les considera sospechosos.

Según una encuesta de 2014, el 89% de la población turca considera que lo que define a una nación es la pertenencia a determinado credo. Entre los 38 países que participaron en una consulta sobre si pertenecer a una religión concreta [el islam] es importante a la hora de definir el concepto de nación, Turquía, con el 89% de la población a favor, fue el que más se decantó por el sí.
“En cierto modo, las políticas de Ankara contra los ciudadanos cristianos han dado un aire moderno y una crueldad sofisticada a las normas y prácticas otomanas”, mantienen la politóloga Elizabeth H. Prodromou y el historiador Alexandros K. Kyrou. “Según un jerarca de una iglesia turca que temía por la vida de sus feligreses, los cristianos en Turquía son una especie en peligro de extinción”.

Formar parte de la Unión Europea y de la OTAN se  exige el respeto a los valores judíos, cristianos, helénicos y humanistas laicos que han caracterizado a la civilización occidental y contribuido a los derechos civiles, la democracia, la filosofía y la ciencia, de los que todo el mundo puede beneficiarse.
Desafortunadamente, Turquía, miembro de la OTAN desde 1952 y supuesto candidato a formar parte de la Unión Europea, ha tenido amplio éxito en la destrucción del patrimonio cultural cristiano de Asia Menor.
Todo esto recuerda a lo que el Estado islámico y otros ejércitos yihadista están haciendo en Oriente Medio. En Turquía, el remanente de población cristiana, los nietos de los supervivientes del genocidio, todavía están expuestos a la discriminación. Los viejos hábitos de los turcos otomanos no parece que vayan a desaparecer.
LA VIDA ES UNA FOTOCOPIA..



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