jueves, 28 de mayo de 2015

ANTISEMITISMO EN LA ARGENTINA (IV)

MIREMOS EL PASADO PARA ENTENDER EL PRESENTE.

LA LIGA PATRIÓTICA: EL SANGUINARIO ATAQUE A LAS BARRIADAS JUDÍAS. Un grupo de civiles, proveniente de un movimiento patriótico que englobaba a la aristocracia rural, políticos, miembros de los comités radicales, el clero, los militares y hombres de negocios integraron la Liga Patriótica, fundada por Manuel Carlés,  un miembro de la alta burguesía porteña. Este grupo protagonizó un feroz ataque antisemita contra comercios y viviendas judías que fueron destruidos, así como la Organización Teatral Israelita, y el edificio de la organización Poalei Sión.
PINNIE WALD, el secretario de Avangard, fue detenido junto a su novia, ROSA WEINSTEIN, acusado de querer instalar un Soviet en la Argentina. En la cárcel fue sometido a crueles torturas antes de ser liberado.
No por conocidas dejan de conmover las palabras que dejó escritas JUAN CARULLA, anarquista en ese momento, luego convertido en un furibundo nacionalista antisemita: “oí decir que estaban incendiando el barrio judío y hacia allá dirigí mis pasos. Caminé por las calles Junín, Uriburu, Azcuénaga, al principio sin hallar signos patentes de disturbios... Fue al llegar a Viamonte, a la altura de Facultad de Medicina, que me tocó presenciar lo que podría denominarse EL PRIMER POGROMO EN LA ARGENTINA.

En medio de la calle ardían piras formadas con libros y trastos viejos, entre los cuales podían reconocerse sillas, mesas y otros enseres domésticos y las llamas iluminaban tétricamente la noche, destacando -con rojizos resplandores- los rostros de una multitud gesticulante y estremecida. Me abrí camino y pude ver que, a pocos metros de allí, se luchaba dentro y fuera de los edificios. Inquirí y supe que se trataba de un comerciante judío al que se culpaba de hacer propaganda comunista. Me pareció, sin embargo, que el cruel castigo se hacía extensivo a otros hogares hebreos. El ruido de muebles y cajones violentamente arrojados a la calle se mezclaban con gritos de ‘mueran los judíos, mueran los maximalistas’. De tanto en tanto pasaban a mi vera viejos barbudos y mujeres desgreñadas.
Nunca olvidaré el rostro cárdeno y la mirada suplicante de uno de ellos al que arrastraban un par de mozalbetes, así como el de un niño sollozante que se aferraba a la vieja levita negra, ya desgarrada, de otro de aquellos pobres diablos. Aparté no sin repugnancia, la mirada de aquel cuadro chocante, pero fue solamente para fijarla en otros del mismo jaez, pues el disturbio provocado por el ataque a los negocios y hogares hebreos se había propagado a varias manzanas a la redonda”.

Una de  las consecuencias de la “SEMANA TRÁGICA” fue la formación de filiales de la Liga Patriótica Argentina en el resto del país, organizadas para luchar contra las “ideologías foráneas” promovidas por “agitadores foráneos”, eran fuerzas de choque creadas para intervenir contra todo tipo de actividad sindical o política de izquierda, desarrollaban actividades propagandísticas, especialmente orientadas a sectores docentes y educativos.
El historiador LVOVICH sostiene que esta organización nunca se pronunció orgánicamente como antisemita pese al antisemitismo de gran parte de sus integrantes; por lo que en las numerosas células de la Liga, distribuidas por todo el país, había algunas con adherentes judíos, y hasta había una Liga Patriótica Judía en Buenos Aires, crease o no. Todos esos acontecimientos y los reclamos de los trabajadores, especialmente de los extranjeros, fueron percibidos como una peligrosa amenaza, que en cualquier momento podía desbordar y provocar una revolución. Los sectores conservadores de la elite dominante, unieron sus fuerzas a las de la Iglesia en una contraofensiva, que se hizo presente en los barrios, con actividad fomentista y social para contrarrestar la presencia de anarquistas y socialistas en los barrios donde era más numerosa. Se agregaron numerosos capellanes militares en el Ejército.
Se editaron numerosas publicaciones, folletos y volantes, todas para evitar y controlar la conflictividad social.
Para la Iglesia y el nacionalismo integralista, el comunismo era el enemigo que había que destruir, el comunismo y judaísmo eran sinónimos de una misma conjura. Fue una institución católica, la UNIÓN POPULAR CATÓLICA Argentina la que publicó por primera vez en el país “Los Protocolos de los Sabios de Sión” en el año 1923 (x).
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(x) LOS PROTOCOLOS DE LOS SABIOS DE SION. "Si alguna vez un texto pudo producir un odio masivo, es este….Este libro no es sino mentiras y difamación." Elie Wiesel, Ganador del Premio Nobel de la Paz

Los Protocolos es totalmente una obra de ficción, escrita intencionalmente para culpar a los judíos de una variedad de males. Los que la distribuyen afirman que documenta una conspiración judía para dominar el mundo. Pero la conspiración y sus presuntos líderes, los Sabios de Sion, nunca existieron.
 En 1903, partes de Los Protocolos de los Sabios de Sion fueron publicadas por entregas en un diario ruso, Znamya (La Bandera). La versión de los Protocolos que ha perdurado y que ha sido traducida a docenas de idiomas, sin embargo, fue publicada por primera vez en 1905 en Rusia como apéndice al libro El Grande en el Pequeño: El Advenimiento del Anticristo y el Dominio de Satán en la Tierra, por el místico y escritor ruso Sergei Nilus.

Aunque el origen exacto de los Protocolos no se conoce, su intento fue presentar a los judíos como conspiradores contra el Estado. 
Después de la revolución rusa en 1917, emigrantes anticomunistas trajeron los Protocolos a Occidente. Poco después, ediciones circularon a través de Europa, los Estados Unidos, Sudamérica, y Japón. Una traducción árabe apareció por primera vez en los años veinte.
Comenzando en 1920, Henry Ford, el magnate de los automóviles, publicó en su diario, The Dearborn Independent, una serie de artículos basada en parte sobre los Protocolos. El libro El Judío Internacional, incluyendo esta serie, fue traducido a por lo menos 16 idiomas. Tanto Adolf Hitler como Joseph Goebbels, que fue más tarde el ministro de propaganda nazi, elogiaron a Ford y El Judío Internacional.

En 1921 el diario de Londres, Times, presentó evidencia concluyente que los Protocolos eran un plagio tosco. El diario confirmó que los Protocolos habían sido copiados en gran parte de una sátira política francesa que no mencionaba a los judíos - El Dialogo en el Infierno entre Machiavelli and Montesquieu (1864). Otras investigaciones revelaron que un capítulo de Biarritz (1868), una novela escrita por el prusiano Hermann Goedsche, también "inspiró" los Protocolos.
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Las respuestas de la Iglesia a la amenaza comunista fueron  la reorganización y reforzamiento de la instrucción religiosa y la reeducación de la población para detener el avance de la secularización. Se elaboró un “santoral criollo”, una de cuyas primeras manifestaciones fue la creación del Santuario de la Virgen de Luján. Los enemigos ya no eran sólo los socialistas y anarquistas, judíos y comunistas, también lo eran el liberalismo y todo tipo de pensamiento secular opuesto a la religiosidad católica.
 ANTISEMITISMO, LA PROSTITUCIÓN Y LA ZWI MIGDAL. La comunidad judeo argentina, en sus inicios, pequeña e irrelevante, tuvo que enfrentar un problema que se agravaría con el tiempo, la presencia de una red judía de tratantes de blancas y de burdeles. Algunos grupos judíos, particularmente los ingleses, temiendo que esto generara un antisemitismo mayor al ya existente, trataron de contener este tráfico creciente de explotación femenina, logrando con tanta difusión que creciera allí donde querían evitarlo.
Para la década del veinte, la sociedad Varsovia, dominada por rufianes judíos, estaba más próspera que nunca, obligada a cambiar su nombre eligió el de ZWI MIGDAL, pero el número de prostitutas judías rusas o polacas había comenzado a disminuir.
El estallido de un escándalo que involucró a la policía provocó el furor e indignación generalizada, la opinión más xenófoba y racista atribuía a los extranjeros, la mafia italiana y los traficantes judíos, ser los únicos responsables de los problemas delictivos de la ciudad.
Julio Alzogaray y Victorio Becerro se ocuparon de escribir sobre el tema. En 1937 un policía, Ernesto M. Pareja, escribió una historia sobre la prostitución. Su estudio relacionaba aspectos raciales con la prostitución judía en la ciudad, “era dado apreciar que no tenía frenos morales, el afán de obtener dinero, sin que mediare otra causa que el dinero mismo, era con frecuencia el origen de su degradación; a la mujer europea la consideraba en otro plano superior, aún cuando su religión fuese católica, ortodoxa o protestante, entendía que llegaban al ejercicio de la prostitución después de largos períodos de miseria”.
La historiadora norteamericana Donna Guy afirma que estos trabajos se concentraban en la prostitución judía porque el antisemitismo surgía con facilidad en la Argentina católica y crecientemente nacionalista.
Mientras criticaban a los inmigrantes judíos, la moral de los nativos se defendía de manera implícita, aun cuando los rufianes, madamas y prostitutas locales fueron parte de la prostitución autorizada y la clandestina.
Más allá de los motivos personales, estos libros reforzaban un estereotipo del tratante de blancas y de la prostituta como típicamente judíos, había campañas contra la trata de blancas de origen judío en Europa y Estados Unidos, pero en la Argentina se trataba de culpar a los traficantes judíos de todos los problemas creados por los extranjeros, blanco de todas las acusaciones, a pesar de que  el control judío sobre la prostitución en Buenos Aires, y otras ciudades argentinas, nunca fue tan amplio como se creyó y se dijo. A pesar del trabajo que se tomaron las instituciones judías de marginar y combatir de  todos los modos posibles a este grupo delincuencial, las acusaciones antisemitas llovían sobre los judíos, las acusaciones los definían como poderosos capitalistas, proxenetas, delincuentes, revolucionarios asesinos, prostitutas ávidas de dinero carentes de frenos morales. La iglesia y sus seguidores no podían imaginar mejores temas para perseguir judíos. 
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EL HEROÍSMO DE RAQUEL. La  Liberman, una prostituta judía que en 1929 se atrevió a denunciar a la organización de tratantes de blancas conocida como Zwi Migdal, es recreada por Myrtha Schalom en su reciente novela "LA POLACA."
"Es la historia de una heroína trágica, una mujer de coraje que en un momento de su vida patea el tablero y decide enfrentarse con una red de delincuentes y rufianes que incluía a la Policía, la Dirección de Migraciones, la de Sanidad y hasta a la institución judicial", mencionó Schalom en diálogo con Télam "También, la protagonista es un símbolo -prosiguió-, una figura que condensa todo el padecimiento de tantas polacas, muchas veces niñas, que a principios de siglo eran traídas engañadas con promesas de matrimonio o matrimonios fraguados y luego sometidas y esclavizadas en los burdeles."  
Liberman, inmigrante polaca -aunque nacida en Kiev (Rusia) en 1900- que en 1923 desembarca con sus dos hijos en la Argentina tras los pasos de su marido, quien había arribado un año y medio antes para instalarse en Tapalqué (Provincia de Buenos Aires) donde ejercía el oficio de sastre "Pero a los tres meses de la llegada de Liberman, su esposo muere y sus cuñados Helke y Moshe Milbroth, -ambos miembros de la Migdal, según el libro 'TRILOGÍA DE LA TRATA DE BLANCAS', de Julio Alzogaray- bajo una estratagema la hacen ingresar en un famoso burdel ubicado en Valentín Gómez 2888.", relató la autora "La 'polaca' permanece allí unos cuatro años, hasta que junta el dinero para comprar su libertad, pero apenas pasan dos meses fuera de la Zwi Migdal otro miembro de la mafia, un tal José Salomón Korn, la seduce, fragua un matrimonio falso, con rabino incluido, y una vez casada la golpea y la regresa al prostíbulo.
" En diciembre de 1929 Raquel Liberman se decide a radicar una denuncia en la policía y la historia toma otro giro que el libro incorpora en un apéndice a manera de crónica titulado "El caso Zwi Migdal en los periódicos", que documenta cómo el caso llega a la opinión pública y narra el proceso judicial a la organización Entre otros datos, figura que la sociedad se fundó originalmente en 1906 bajo el nombre "Sociedad Israelita de Socorros Mutuos Varsovia", cuya personería jurídica figuraba inscripta en Avellaneda y contaba con unos 500 socios afiliados. Bajo esa fachada funcionaba la mayor organización judía de proxenetas de la Argentina, que se distinguía por traer mujeres de Europa, sobre todo en Polonia -por eso "polaca" fue el apodo genérico utilizado a comienzos del siglo XX para referirse a la prostituta judía- y que llegó a ocupar el segundo lugar de importancia detrás de la red de prostitución francesa.

---- Murió víctima de un cáncer a los treinta y cinco años…

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