martes, 5 de mayo de 2015

ANTISEMITISMO EN LA ARGENTINA (III)

En el crisol de razas…

LOS JUDÍOS HUYERON de Europa Oriental como pudieron, la mayoría de ellos partieron hacia Estados Unidos, algunos hacia Palestina y muchos rumbo a la Argentina para comenzar una nueva vida. La población que había partido era tan variopinta como lo había sido siempre, judíos ortodoxos, tradicionalistas, sionistas, socialistas, bundistas (x), anarquistas.
Cuando llegaron al puerto de Buenos Aires lo hicieron en respuesta a la invitación que, específicamente, había sido formulada a los judíos rusos por José María Bustos, el 6 de agosto de 1881 por el decreto promulgado por el Presidente Julio Argentino Roca.
(x)  La Unión General de Trabajadores Judíos de Lituania, Polonia y Rusia   es habitualmente conocida con el término alemán Bund, que significa federación o unión.
Fue un movimiento político judío de corte socialista creado a finales del siglo XIX en el Imperio.
El bundismo estuvo contrapuesto al sionismo y a las tendencias centralistas de  los bolcheviques 
rusos.

El diario “La Nación”, el 26 de agosto de 1881, publicó un extenso artículo: “INMIGRACIÓN ISRAELITA”, donde entre otras cosas se decía que “... Poblar no es aumentar el número de los habitantes de un país, sino constituir una raza coherente que se vincule al suelo, son sus instintos, sus tendencias y sus aspiraciones, destinada a llenar una misión en el trabajo humano bajo la disciplina de una nacionalidad... Si la inmigración artificial de cualquiera raza es un mal, porque es el desconocimiento de las leyes naturales que rigen las tendencias del hombre y de los hechos producidos que desacreditan ese sistema, como medio aplicable de población, no puede menos que serlo también la de una raza explicándose, así, la causa de sus persecuciones actuales, aunque por otra parte sea industriosa e inteligente, y contribuya en este sentido a los progresos de la civilización y al bienestar de la humanidad. Poblemos, agregando al núcleo nacional elementos coherentes, y no elementos heterogéneos que ni se asimilan a él y pueden, más bien, producir su descomposición o su enervamiento...”.
Toda una declaración sobre los judíos del diario de los Mitre. . .

Los colonos rusos  no fueron los primeros judíos en llegar a estas tierras. Una inmigración sefardí había llegado con bastante anterioridad, paulatinamente se habían establecido en el país, también eran judíos algunos funcionarios de empresas extranjeras establecidas en la Argentina. 

En 1890, se desencadenó una grave crisis como consecuencia de una fiebre especulativa financiera nacional, relacionada con un problema bancario internacional. Este hecho provocó la quiebra de la Bolsa y del sistema financiero. En el año 1891 el diario “La Nación” publicó la novela por entregas “LA BOLSA” escrita por Julián Martel, en donde acusaba a los judíos de ser los promotores y beneficiarios del crack de la Bolsa. Era demasiado escasa la importancia y la presencia judía para haber hecho tal maniobra. Esta era una manifestación de un antisemitismo sin judíos, pero provocado por la influencia y gran difusión del libro “LA FRANCE JUIVE” de Edouard Drummond.
  
Cuando estalló el CASO DREYFUS en Francia, los ecos de los debates que provocó tuvieron gran resonancia en la opinión pública argentina debido a la importancia que la cultura francesa tenía para esta sociedad. Las posiciones, como en todas partes, de dividieron a favor o en contra de Dreyfus.

El debate mostró al diario “LA VOZ DE LA IGLESIA” en una posición abiertamente antisemita y totalmente favorable a la acusación de espionaje que pesó sobre el acusado en los inicios del caso. A medida que avanzó el juicio le fue imposible continuar sosteniendo la acusación, tuvo que moderar su posición antijudaica por indicación de la Santa Sede. “La Nación”, expresión del liberalismo argentino, tomó partido por la argumentación de Zola como defensor, más que por el acusado mismo.

“LA PRENSA” observó una posición de mayor neutralidad. Cuando se abrió un nuevo juicio, el periodismo argentino mayoritariamente le dedicó un gran espacio. Los anarquistas se alinearon detrás del acusado, con una fuerte intervención, en tanto que los socialistas tuvieron una actuación menos comprometida, también el liberalismo se manifestó a favor de Dreyfus.

En las grandes ciudades del mundo, las comunidades judías tuvieron una participación relevante respecto al juicio, en tanto que aquí, el historiador Daniel Lvovich anota: “... en el caso argentino, con un población israelita poco numerosa y asentada sobre todo en áreas rurales, su incidencia fue imperceptible”, sin embargo tuvo mucha importancia dentro de la opinión pública nacional: ”En Buenos Aires, dada la difusión que tuvo este asunto, excedió en mucho a las élites políticas o intelectuales...” .

Una falsa noticia tuvo mucha difusión en Buenos Aires acusando a los jesuitas de ser los responsables del atentado sufrido por EMILE ZOLA (fue envenenado), lo que generó gran indignación dentro del anticlericalismo y el liberalismo.
Muchos liberales antisemitas se colocaron a favor de Dreyfus, conscientes de que si no se imponía la justicia peligraría todo el sistema. 
  
Al comenzar el siglo XX, y ante la cercanía de los festejos del CENTENARIO, la Argentina necesitaba mostrar al mundo los éxitos de su modelo agroexportador y la prosperidad y los adelantos de una ciudad crecida vertiginosamente al calor del progreso. El nacionalismo determinó la necesidad de aglutinar a una población heterogénea dentro del modelo configurado por la “argentinidad”. Ese nacionalismo encerraba, dentro sí, dos posiciones: una que puso mayor énfasis en los rasgos culturales (cuyo representante más importante fue Ricardo Rojas) y la otra que definió la argentinidad como heredera del hispanismo profundamente católico, conservador y reaccionario; aspiraba a la conservación de los valores patriarcales anteriores al surgimiento de la Argentina moderna.

El poeta y escritor entrerriano, MANUEL GÁLVEZ,  fue la expresión de estas características, y aunque nunca aceptó ser el representante del antisemitismo más reaccionario, de hecho lo fue, ejerciendo una fuerte influencia en el pensamiento de su época con la profusa difusión de su obra literaria.

Las celebraciones del Centenario se avecinaban en un clima de enfrentamientos y conflictos sociales que estallaron y derivaron en una fuerte represión por parte del Estado. El 1º de Mayo de 1910, el coronel RAMÓN FALCÓN, al frente de la Policía, reprimió ferozmente una manifestación anarquista, masacrando a sus adherentes.

En el sumario levantado por la Policía se afirmaba que había escritos “en lengua hebrea que encierran una propaganda violentísima agregando la información de que ‘al herido JACOBO BESNICOFF, ruso de 22 años, no se le pudo tomar declaración porque no sabe castellano’...”. Un joven obrero anarquista y judío de 17 años, SIMÓN RADOWITSKY, en venganza por los asesinatos DEL DÍA DEL TRABAJO arrojó una bomba al carruaje donde viajaba Falcón, matándolo.
--- Radowitzky fue indultado por el expresidente Hipólito Yrigoyen. Se alistó con las tropas republicanas en la guerra civil española…sus pasos se perdieron en México.

En sus exequias de Falcón,  se le rindieron honores de héroe y mártir de la patria, el cortejo estuvo integrado, entre otros, por los alumnos del Salvador, que portaban carabinas que inclinaron al paso del ataúd. Su tumba en la Recoleta es uno de los más imponentes monumentos en un lugar que los tiene en abundancia.

La venganza no tardó en hacerse sentir, se levantó una fuerte ola antisemita, el 15 de mayo de 1910, los jóvenes representantes de la clase alta, integrantes de un selecto club, la Sociedad Sportiva Argentina, perpetraron el primer ataque en la Argentina contra judíos, se dirigieron al barrio de Once y en Lavalle y Andes (J.E. Uriburu) SAQUEARON UN NEGOCIO Y VIOLARON A LAS MUJERES.
Al mismo tiempo, los preparativos del festejo del Centenario de la Revolución de Mayo eran extremadamente fastuosos.

La celebración de este acontecimiento mostró una ciudad hermosa y moderna, a la par de las más bellas ciudades del mundo, la París de Sudamérica. La Argentina se mostraba ante la humanidad con sus mejores galas. Era la prueba del éxito del “crisol de razas” de una sociedad nueva y opulenta, una Tierra de Promisión, donde era posible el sueño de la igualdad de oportunidades para todos. Un viajero francés, JULES HURET, contó que “al celebrarse el primer Centenario de la Revolución de Mayo, asombró al mundo con su hermosura, su pujanza y su riqueza... Es la visión de París, de Londres, de Barcelona, de Madrid... ciudad llena de vida, loca de optimismo… El crecer en Buenos Aires se ve; su transformación es continua…” 

Para 1918, finalizada la GRAN GUERRA aumentaron las exportaciones de alimentos produciendo una gran prosperidad para productores y exportadores, pero también en grandes alzas de precios para la población, especialmente para los sectores obreros que, a pesar del alto nivel de empleo logrado con la expansión de la actividad industrial y exportadora, habían sufrido una importante caída de los salarios durante la guerra europea. En diciembre comenzó una huelga en los TALLERES VASENA, una gran empresa metalúrgica ubicada en Nueva Pompeya; los trabajadores exigían la reducción de la jornada laboral de 12 a 8 horas, descanso dominical y la recomposición salarial que había bajado de 104 a 52 pesos. Era una fábrica conocida por los miserables salarios que acostumbraba pagar a sus trabajadores, reclutados entre la masa de inmigrantes más pobres, constituida por un gran número de mujeres y chicos.

 Todos los reclamos de los obreros por las pésimas condiciones en que mantenían a sus trabajadores los reprimían con la ayuda de la Policía, que en esta huelga actuó violentamente, matando a cuatro de ellos. El 9 de enero se produjo el llamado a una huelga general que marcó el comienzo de la llamada “SEMANA TRÁGICA”, el historiador David Rock, sostuvo que fue un movimiento espontáneo, emocional y carente de objetivos precisos, “fue más una sucesión de revueltas desarticuladas que una genuina rebelión obrera...” Según este análisis y los de otros autores, no había motivos para creer que se estaba ante una revolución planeada y organizada para destruir al sistema.

El temor que la REVOLUCIÓN RUSA generó el resto de Europa se había trasladado a Buenos Aires, había un gran recelo a la posibilidad de que una Revolución se preparara también aquí. Los cambios, sobrevenidos a raíz del aluvión inmigratorio, el clima de conflictividad social que puso en entredicho -como nunca antes- los privilegios de los sectores dominantes; la prédica de la Iglesia por una parte y de los sectores del nacionalismo de derecha ultra católico por otra -adhiriendo a la teoría de una confabulación judía para apoderarse del mundo- ayudaron a crear el clima que desbordó en un verdadero y cruel ataque contra la población judía. Las informaciones reaccionarias y antisemitas provenientes de fuentes europeas informaban que gran parte de los revolucionarios eran judíos, atizando el odio antijudío. La iglesia, el nacionalismo ultra católico y el liberalismo, creían que socialismo y judaísmo era la misma cosa, el judaísmo internacional, sin arte ni parte, fue responsabilizado por la huelga y los desmanes. (ALICIA BENMERGUI)
Dijo un iluminado: Cuando al mundo le va mal, a los judíos les  va peor.

  

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