jueves, 10 de diciembre de 2015

EL ANTISEMITISMO DE ENTRE GUERRAS Y LA SHOA (II y final)


Por Alicia Benmergui

“LA PUÑALADA POR LA ESPALDA”. En 1919 se firmó el Tratado de Versalles, a partir de allí y con el surgimiento de la República de Weimar se estableció que la derrota alemana no fue tal sino que los judíos clavaron una “puñalada por la espalda “al aceptar el armisticio, firmando la capitulación alemana, esto generó un frenesí antisemita en Alemania entre 1919 y 1923. El ejército alemán limpió su imagen, igual que los políticos, cargando sobre el peso de las espaldas judías la responsabilidad de la derrota. No se había combatido en territorio alemán y los alemanes imbuidos de la leyendas sobre la gloria valentía alemanas prefirieron creer en una traición judía y no hacerse cargo de lo sucedido.
Entre 1936 y 1939 tuvo lugar la Guerra Civil Española, donde el nazismo alemán y los fascistas italianos probaron la aviación y las nuevas armas, entrenando aviadores y combatientes. Hitler gozó de la impunidad otorgada por las grandes potencias que permanecieron indiferentes y hasta complacientes ante lo que consideraban como una buena opción contra el avance del enemigo soviético. En tanto el poderío y la influencia del nazismo se afirmaban en Alemania, donde era evidente que los nazis se preparaban para una guerra total y ésta requería no solo recursos materiales y humanos.
Era necesario hallar un enemigo supremo que uniera a toda la población ideológicamente y al cual se pudiera eliminar impunemente, el judío reunía todos los requisitos necesarios para desempeñar ese rol, porque tampoco ninguna de las potencias dieron muestras o señales de oponerse a la masacre que se estaba gestando. Los judíos que debían huir para salvar sus vidas fueron tratados como una molestia y un problema casi insoluble como lo demostraron las negociaciones de la Conferencia Internacional de Evian en 1938. Para los judíos europeos fue muy escaso el refugio que les otorgaron otras naciones, o solo lo alcanzaron en una mínima parte de millones de ellos.
En Estados Unidos solo se aceptó la llegada de 25.000 judíos, en tanto que en Canadá la población votó porque no entrara ninguno, Australia tampoco permitió el ingreso de refugiados.

GENOCIDIO ARMENIO
. En 1915 tuvo lugar en Turquía un hecho inédito en la historia, un terrible genocidio que culminó con una serie de persecuciones y asesinatos de la población armenia por parte del gobierno turco que significó el exterminio de 1.200.000 armenios.
Este fue un caso paradigmático como antecedente que los nazis registraron y que utilizaron a su vez para planear el exterminio de la población judía. Al no haberse producido una fuerte reacción internacional, ninguna acción condenatoria o de rechazo mundial ante semejante masacre se había eliminado una valla moral y ética que permitió la eliminación de los judíos europeos y la de otros grupos étnicos sin mayores problemas para los asesinos.
 LA REVOLUCIÓN RUSA Y LAS CONSECUENCIAS DE LOS PROTOCOLOS DE SION. Cuando finalizó la guerra el imperio zarista había sucumbido, derrotado por la Revolución Bolchevique, el mapa europeo sufrió transformaciones que generaron la Segunda Guerra Mundial y consecuencias territoriales que aún en estos tiempos continúan repercutiendo. Murieron trece millones de personas y quedó una secuela de cientos de miles de hombres inválidos y moralmente destruidos a consecuencia de las crueles condiciones en que se habían desarrollado las acciones bélicas.
En la conciencia colectiva quedó la creencia de que no debía permitirse que un hecho semejante pudiera volver a repetirse. En el invierno de 1918-19 una epidemia de gripe y de hambre afectó a Rusia y a Europa Central y una miseria generalizada era padecida por la mayor parte de la población europea. Pero el fin de la guerra no había terminado con el nacionalismo exacerbado que la había originado, en realidad en muchos lugares se había extremado, tornándose aun más fanático.
La historia europea nunca había conocido una calamidad en el número de pérdidas humanas como la que había tenido lugar durante esa guerra.
Eric Hobsbawn sostiene que hecatombes de esa magnitud eran inimaginables en el siglo XIX y nunca habían tenido lugar en lo que se llamaba el mundo civilizado.
Por primera vez tuvo lugar una guerra a la que la tecnología industrial le garantizó una inédita capacidad de destrucción. El acero reemplazó al bronce en la fabricación de armas de fuego, se crearon cañones y ametralladoras que en muy cortos intervalos de tiempo podían eliminar muchas personas con una precisión industrial, al igual que los nuevos inventos representados por la aviación, los tanques y submarinos.
Enzo Traverso afirma que la “guerra moderna, rediseñada por las estructuras materiales y los códigos culturales de la sociedad industrial era una gigantesca empresa productiva que, paradójicamente, apuntaba a la destrucción planificada del enemigo y cuyos resultados se medían por el alcance de la masacre”.
La muerte infligida a los otros con la despersonalización de los medios empleados, evitaba el conflicto moral o ético que puede surgir cuando se elimina a un semejante que puede ser individualizado. Hubo una deshumanización en esa lucha que cambió también los parámetros morales que existieron hasta esa época sobre la vida y la muerte y las normas con las que se había vivido hasta ese momento. Se podía ser un perfecto y eficiente asesino en el campo de batalla y un pacífico y amable ciudadano, buen padre de familia y mejor esposo sin que esto produjera ningún conflicto en la vida cotidiana.
La situación de ilegalidad y desprotección de millones de refugiados desplazados, desprovistos de todo derecho, los prisioneros de guerra, los vencidos, que fueron convertidos en trabajadores forzados, todo ello fue conformando una mentalidad proclive a una mirada absolutamente diferente sobre la condición humana y sobre el valor de la vida.
Promediando la guerra, la búsqueda de chivos expiatorios convirtió a los judíos en blanco de una agresividad y un odio cada vez más intensos, también era nuevo ese antisemitismo, más profundo y feroz. La ilusión que los judíos tuvieron de ser considerados tan alemanes como los demás en el momento en que estalló la guerra terminó para 1916. Fueron atacados como una raza inferior de inmigrantes extranjeros, invasores que lucraron con la guerra y el sufrimiento alemán y que además eludían el servicio militar.
Esta calumnia tendía a difundirse cada vez más. Cuando terminó la guerra, un nuevo y enorme Partido de la Patria culpó a los judíos de la derrota cuando el Reichstag firmó la paz el 19 de julio de l917.
En ese mismo año cuando se produjo la Revolución Rusa, los militantes del nuevo partido avivaron aun más la presión de aquella ola de odio hirviente contra los judíos, acusándolos de dirigir organizaciones internacionales secretas destinadas a fomentar la revolución mundial. Cuando se comprendió que la guerra estaba perdida, la histeria antisemita espoleada por los pangermanistas alcanzó una intensidad febril, decidieron utilizar a los judíos como pararrayos de todas las demandas, quejas y reproches.
ANTISEMITISMO EN GRAN BRETAÑA. En el período que medió entre 1920-24 hubo una intensa oposición al sionismo en la prensa británica, en mitines públicos y en el Parlamento. La prensa utilizaba los estereotipos antisemitas: los judíos como extranjeros, como bolcheviques, el tema del poder judío a través de políticas conspirativas relacionando judíos y dinero.
En agosto de1921 llegó a Londres una delegación de árabes de Palestina, quienes hicieron lobby con miembros del Parlamento, antisemitas la mayoría de ellos. Con la participación de judíos en las revoluciones socialistas o bolcheviques, comienza una campaña de rumores afirmando que los revolucionarios forman parte de una “conspiración judía” anunciada ya en los “Protocolos de Sion”, esta calumnia se difundió con gran rapidez, en Gran Bretaña el antijudaísmo creció en virulencia. Churchill afirmó en un discurso “. . .Pretenden destruir todas las creencias religiosas que dan consuelo e inspiración al alma humana. Creen en el Soviet internacional de los judíos rusos y polacos. Nosotros, en cambio, seguimos confiando en el Imperio británico” En Inglaterra se decía que la Revolución contaba con el apoyo y la ayuda de los más importantes banqueros norteamericanos como Schif y Warburg.
El 8 de mayo de 1920, el Times publicaba el artículo “El Peligro judío”, que insinuaba que el Premier británico estaba a punto de entablar negociaciones con un grupo de conspiradores dispuestos a instaurar el Imperio mundial de David. En 1924 este tema ya había dejado de ser el más tratado en el Parlamento, pero la asociación de antisionismo con antisemitismo enturbió la posibilidad de ejercer una demanda moral de la causa de los árabes de Palestina y a la vez impidió un espacio de maniobra para atenuar el crecimiento del conflicto entre árabes y judíos.
Pese al violento ataque a los judíos por parte de los fascistas, éstos lograron pocos adherentes durante 1930. Pero una nueva oleada de sutil antisemitismo fue ganando terreno en Gran Bretaña, tanto como una literatura plena de viejos estereotipos antijudíos, una antipatía de la clase media profesional y una discriminación social contra los “extranjeros” judíos. En 1942 una campaña de rumores y panfletos, difundidos por el partido nazi, acusaba a los judíos de practicar la especulación y eludir el reclutamiento militar describiendo a la guerra como una “guerra judía”.
El Consejo Nacional por las Libertades Civiles con la Iglesia, en unión con otras importantes figuras de gobierno impulsó una fuerte acción de gobierno contra el antisemitismo.

ANTISEMITISMO EN ESTADOS UNIDOS. En Irlanda, el padre Denis Fahey profesor de filosofía y de historia de la Iglesia en el Seminario del Espíritu Santo de Dublin ejerció gran influencia dentro de la opinión pública norteamericana católica de origen irlandés. Fahey consideraba que el capitalismo y el comunismo eran un siniestro complot judío cuyo objetivo era la destrucción del cristianismo y la iglesia y describía a los judíos como parte del cuerpo místico de Satan.
El padre Charles Coughlin, originalmente un simpatizante de Roosevelt en los Estados Unidos, comenzó a creer en una conspiración judía, proclamando que todo simpatizante de Cristo era necesariamente antijudío y se dedicó a difundir el pensamiento y los discursos del Padre Fahey, con lo que fue muy exitoso en sus propósitos antisemitas.
Este clima se propagó por todo Estados Unidos, una de esas manifestaciones fue la posición deHenry Ford, notorio antisemita que escribió la obra antijudía muy difundida “El Judío Internacional”.
La historia narrada en Los Protocolos, la falsa y aviesa asociación sobre la participación judía en la Revolución Bolchevique y los infundios y mentiras sobre el aporte de los grandes capitales judíos norteamericanos, tuvo un lugar de importancia fundamental dentro del fuerte antisemitismo del período de entreguerras. Esta calumnia mantuvo y mantiene su influjo sobre las sociedades occidentales, a punto tal que fue una de los argumentos utilizados para negar refugio a los judíos que huían de Europa ante el avance nazi.
ANTISEMITISMO EN CANADÁ. El antisemitismo existente en Quebec, en la década del 20 al 30 era especialmente agresivo ya que el clero católico y el movimiento nacionalista franco canadiense era agresivamente antisemita.
Sus líderes llevaron a cabo una cruzada antiinmigratoria e impulsaron un boicot contra los tenderos judíos. La popular y clerical prensa franco canadiense difundió propaganda antijudía, acusando a los judíos de ser agentes del comunismo y del capitalismo, de ser inasimilables o de asimilarse demasiado bien, de ser responsables de la decadencia moral y de formar parte de una conspiración mundial.
Este fuerte movimiento antisemita fue producto de la influencia de la propaganda nazi y sus seguidores americanos y por el prevaleciente sentimiento de que los judíos no formaban parte de la sociedad canadiense.
ANTISEMITISMO EN AUSTRALIA. Hasta el final del Siglo XIX, los judíos australianos, principalmente los de origen inglés estaban bien integrados. Después de la Primera Guerra Mundial la xenofobia se difundió, expresada en el antisemitismo del ala derecha del Movimiento de Honor Social tanto como entre varias organizaciones de extrema derecha. Las caricaturas antisemitas y los estereotipos en el popular “Bulletin” y en “Smith’s Weekly” muestran una diferencia entre “buenos judíos”- representado por el estilo inglés de los judíos australianos- y los malos judíos, con conductas y acentos extranjeros.
Las autoridades rechazaron a los inmigrantes judíos de Polonia durante la década del veinte por juzgarlos subdesarrollados indeseables y a los judíos refugiados de los nazis por considerarlos inasimilables. Muchos australianos pensaban que los judíos habían provocado la persecución de los nazis porque eran individuos parasitarios, porque era un grupo étnico muy encerrado en si mismo o carecientes de sentimientos patrióticos. Sin embargo, al mismo tiempo, judíos asimilados habían lograron ascender a las mas al
  tradición, la historia y el porvenir de su pueblo


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