domingo, 6 de diciembre de 2015

EL ANTISEMITISMO DE ENTRE GUERRAS Y LA SHOA (I)


Por Alicia Benmergui

Los antecedentes del genocidio más grande sufrido por un pueblo, el Pueblo Judío, en la historia de la humanidad, pueden ser hallados en el período transcurrido entre fines del Siglo XIX y el período previo al surgimiento, ascenso al poder, expansión y derrota del nazismo.
El análisis de los eventos más importantes que tuvieron lugar en ese período, estará basado en el examen del proceso en que se fueron sucediendo los hechos que culminaron con la Shoá. Este es un intento de aproximación para poder comprender como una atmósfera propicia para la discriminación y el antisemitismo generaron la indiferencia y el abandono de los principios y valores más elementales para que un acontecimiento axial haya tenido lugar. En este caso solo nos detendremos en los hechos que consideramos más relevantes para sostener nuestro punto de vista.

EL JUDÍO INTERNACIONAL DE HENRY FORD.En las cuestiones que intentaremos analizar es necesario tener en cuenta que algunas de ellas están relacionadas con la condición del judaísmo europeo, particularmente en la Europa Occidental y Central donde a fines del Siglo XIX había emergido la nueva condición del judío emancipado.
Para la misma época el retroceso del liberalismo europeo particularmente en el Imperio Austrohúngaro, el avance del conservadorismo católico o protestante, siempre antisemita, los nacionalismos, el imperialismo y todo el bagaje justificatorio, racista y xenófobo fue el que permitió llevar adelante la despiadada conquista y sometimiento del mundo colonial. Hubo una competencia por el dominio del mundo, entre las potencias europeas que lentamente llegaría a provocar la primera guerra que tuvo lugar a nivel mundial y las terribles secuelas que sobrevendrían a causa de ella.
Durante todo el largo período que abarcó la EDAD MEDIA en Europa, la existencia judía estuvo signada por períodos de una muy inestable seguridad y otros por persecuciones, ataques y expulsiones. A pesar de que la presencia judía era muy antigua, los judíos al no ser cristianos estaban marginados, ser europeo para la época era ser cristiano, o la inversa.
Cuando tuvo lugar la REVOLUCIÓN FRANCESA una de sus consecuencias más importantes para los judíos fue lo que se conoce con el nombre de Emancipación, el reconocimiento e integración de los judíos a los derechos de la ciudadanía. Si bien este derecho era una novedad para todos los europeos que la habían adquirido, para los judíos tuvo un sentido mucho más amplio. Representaba por primera vez en la historia, luego de casi dos mil años, la posibilidad de integrarse y formar parte de las sociedades en donde residían, asegurándose derechos que por primera vez les permitirían vivir y prosperar pacíficamente, un sueño largamente acariciado.
En ese período del florecimiento del capitalismo, esos judíos protagonizaron un ascenso social y económico que no tuvo precedentes con respecto a otros sectores sociales. Habían dejado de ser los habitantes perseguidos y escarnecidos de los ghettos. Se habían constituido en una nueva competencia para los que estaban en la misma carrera por el ascenso económico y social, también habían logrado ocupar importantes posiciones institucionales. Esto generaba un profundo rencor en los que albergaban en su interior el viejo antisemitismo que les hacía considerarlos competidores, intrusos o trepadores.
El período de democratización europea que comenzó a partir de 1870 en la Europa Central estuvo determinado por un antisemitismo ilimitado, según afirma Eric Hobsbawn. . . “Era un antisemitismo político, cada vez mas virulento, y donde los judíos iban a ser marcados e identificados como representantes del capitalismo, banqueros y empresarios,. . .La caricatura típica del capitalista durante la “belle epoque” no era únicamente la de un hombre gordo con sombrero de copa y fumando un puro, sino que además tenía una nariz judía. . .” Bebel, líder socialista alemán decía que el antisemitismo era el socialismo de los “idiotas”
FUNDAMENTOS DEL ANTISEMITISMO MODERNO EUROPEO. Charles Darwin publicó el libro “El origen de las especies” en 1859, desarrollando una teoría sobre la selección natural, demostrando que en el mundo de la naturaleza una especie evolucionaba a partir de otra y en ese proceso continuo de evolución, las especies más fuertes eliminaban a las más débiles. De estas ideas derivaron otras que se aplicaron en el terreno de las ciencias sociales, como la idea de la “supervivencia de los más aptos” expresada por el filósofo Spencer.
En principio esto tuvo implicancias morales, pero luego justificó la dominación y explotación de los pueblos más aptos sobre los más débiles, en una motivación ideológica del imperialismo. Pero esta justificación del racismo no se detuvo allí, la doctrina de la selección natural se unió a la desarrollada por Gobineau, un francés que sostenía el concepto de superioridad de algunas razas sobre otras, basado en la cuestión de la pureza racial. Fue quien proclamó la superioridad de la raza aria sobre todas las demás, estas ideas fueron más difundidas en Alemania que en Francia, influyendo principalmente en el círculo de Wagner y sus amigos, y muy particularmente en su yerno inglés, Houston Stewart Chamberlain. Este escribió un libro muy difundido en Alemania y tuvo un gran admirador en Hitler que fue a visitarlo en su lecho de muerte. Según Chamberlain las dos únicas razas que habían sobrevivido conservando su carácter esencial eran la raza germánica y la judía.
Uno de los temas más importantes de su obra es el contraste existente entre esos dos pueblos, por esa razón elaboró una teoría demostrando que Jesús no era judío. Sostenía que era imprescindible conservar intactos los valores germánicos en un momento en que los europeos se estaban extendiendo por todo el mundo. Había creado una doctrina sobre una raza de amos.
En Francia a partir de 1880 existió un potente movimiento antisemita de tipo popular con su propia prensa y literatura, ambas muy difundidas. El caso Dreyfus fue la expresión más acabada de este antisemitismo que estaba creciendo por toda Europa. El nacionalismo extremo en algunos casos reclamaba la asimilación de los judíos en las diversas naciones, la renuncia a sus rasgos religiosos y culturales. En tanto que en otros lugares surgieron voces que reclamaban la total exclusión de los judíos de toda expresión de la vida nacional e incluso llegaron a expresar siniestras amenazas de un posible exterminio sino emigraban voluntariamente.
El historiador Mommsen señala que en las resoluciones del partido Social-Reformista en 1899 se declaraba que “Gracias al desarrollo de los medios de transporte modernos, es probable que la cuestión de los judíos se convierta en el curso del siglo XX en un problema mundial y que como tal sea resuelta por los otros pueblos a la vez y de manera definitiva, mediante el total aislamiento y (cuando lo mande la legítima defensa) finalmente la destrucción del pueblo judío”.
ANTISEMITISMO RUSO. En Europa Oriental donde vivía el mayor número de judíos, las condiciones de existencia de los judíos habían mejorado a partir de 1858 con el ascenso al trono de Alejandro II, que comenzó un proceso de rusificación de los judíos en particular de aquellos más educados y adinerados. El objetivo por parte del Zar era lograr el abandono de la religión ancestral por parte de los judíos. Pero este zar más benévolo con los judíos, murió a causa de un atentado de una bomba explosiva.
Los judíos fueron acusados de ser los ejecutores del ataque, y a partir de allí y para la Semana Santa de 1881 se desataron numerosos pogroms en un número muy grande de ciudades y aldeas habitados por judíos. A pesar del temor que estos ataques le generaban al zar Alejandro III, se dio cuenta rápidamente que los judíos podían muy bien cumplir con la función de chivo expiatorio ante el descontento de las masas por las miserables condiciones económicas en que se hallaban sumergidos.
León Poliakov afirma que por primera vez en la historia moderna el antisemitismo se convirtió a partir de 1881 en un método de gobierno. La reacción de los judíos ante estos reiterados ataques se concentró en la posibilidad de la huída ante una situación tan peligrosa para desarrollar su existencia pacíficamente, en tanto que otros se inclinaron por el Sionismo o diversas expresiones del Socialismo.

Se tomaron medidas de gran crueldad hacia ellos, limitando su existencia en áreas de residencia, impidiéndoles la posibilidad de estudiar y el acceso a las universidades. Una gran agitación revolucionaria se desató por todo el Imperio Ruso. Los jóvenes judíos en particular, participaron dentro de las filas de la socialdemocracia, del sionismo, del socialismo y del anarquismo.
Bajo el reinado del ZAR NICOLÁS II, éste y sus funcionarios identificaron totalmente al judaísmo con los revolucionarios, aunque en realidad no fue totalmente así. Pedro Raschovsky, un funcionario de la policía secreta del Zar, la Okrana, ideó la difusión de una literatura que hablaba de una supuesta conspiración judía para apoderarse del mundo que había comenzado con una Revolución. En diciembre de 1905, el zar Nicolás daba su asentimiento para que se desatara una acción común internacional contra los judíos por lo que determinaba una adecuada difusión al texto “Los Protocolos de los Sabios de Sión”. La tragedia de la existencia judía en Rusia empeoró debido a estos libelos que luego fueron difundidos por todo Occidente. Los Protocolos se convirtieron en uno de los más eficientes difusores del pensamiento antisemita cuya virulencia sigue ejerciendo una influencia poderosa aun en la actualidad.
PROLOGO A LA GRAN GUERRA: ANTISEMITISMO EN ALEMANIA Y AUSTRIA

Alemania se había constituido tardíamente como Estado en relación a otras naciones europeas. Los judíos alemanes que tanto habían aportado a la formación y creación del moderno imperio alemán, adhirieron orgullosamente al patriotismo germánico e integraron en número superlativo las filas de los ejércitos alemanes y austriacos.

En la llamada “belle epoque” ignoraron el creciente antisemitismo que estaba gestando el racismo y se manifestaría en toda su crudeza con la aparición de Hitler en la escena alemana. Un antisemitismo que reconocía sus antecedentes intelectuales en la Francia de Maurice Barrés, Gobineau, Charles Maurras y Drumont, los que proporcionaron los argumentos racistas junto a los del inglés Chamberlain que se desplegaría en Alemania. Allí crecía el sentimiento nacionalista y la convicción del derecho de Alemania a compartir las posesiones coloniales con las otras naciones europeas. El Imperialismo avanzaba a pie firme promoviendo el pangermanismo y el antisemitismo que se difundía cada vez más en Alemania y en Austria. Esa cuestión en la vida política de los grandes países de Europa antes de 1914, particularmente en Viena y Berlín introduce la teoría de la superioridad germánica basada en la pureza de sangre de la que los judíos carecen por lo que fueron excluidos por ser ajenos y diferentes.
Según esas ideas, los judíos estaban enquistados socialmente gracias a las ventajas ganadas con la emancipación pero eran considerados un peligroso enemigo solapado. Este fue uno de los argumentos más utilizados por el antisemitismo. Se escribieron numerosas e importantes obras contrarias a la presencia judía dentro de Alemania. Una de las más importantes fue la de Werner Sombart que escribió en 1912 que los judíos eran un elemento extraño, totalmente incompatible con la cultura alemana.
Los alemanes debían protegerse de lo que consideraban la bastardización causada por el judaísmo, frenando la influencia judía en la vida intelectual y cultural. Gran parte del pensamiento antisemita germánico fue proporcionado por críticos sociales que reivindicaban el sentimiento nacional alemán. Esta ideología dio lugar a la creación de movimiento o ligas juveniles alemanas aparentemente apolíticas pero imbuidas de un nacionalismo mítico, que reivindicaban la existencia de una Alemania cuyas raíces se hundían en muy antiguas tradiciones rechazando las decadentes influencias extranjeras representadas por los judíos porque entre otras cosas afirmaban que “el judío corriente carece de cierto frescor y sencillez”.
En tanto en Austria las cosas no parecían ser mucho mejores, Georg von Schönerer (1842-1921) organizó el nacionalismo germano radical conduciéndolo a una política antisemita extrema, su antisemitismo fue mucho más importante que su nacionalismo como fuerza desintegradora de la sociedad liberal austro-húngara. A pesar de que no logró armar un gran movimiento de masas como lo hicieron Lueger primero y Hitler después, logró imponer un estilo agresivo y grosero en el parlamento, desconocido hasta entonces.
Otro personaje que tenía muchos puntos en común con él fue Karl Lueger (1844-1910), que entre otros medios utilizó el antisemitismo para llegar al parlamento habiendo creado el partido social cristiano.
Cuando estalló la guerra los judíos germánicos evidenciaron fuertes sentimientos patrióticos y esto también se daba así a nivel internacional. Esto hay que entenderlo en el contexto de la época, ese apoyo judío a las naciones germánicas estaba inspirado en un odio muy profundo contra el zarismo y sus persecuciones y pogroms contra los judíos.
Poliakov sostiene que los judíos Rathenau , Ballín y Fritz Haber recuperaron la economía de la Alemania imperial entre 1914-1918 que casi habían destruido por errores de cálculo los héroes nacionales, Ludendorff y Tirpiz. Sin embargo no hubo ningún reconocimiento ni agradecimiento, a pesar de que innumerables judíos ofrecieron sus vidas combatiendo por Alemania en el frente. Muy por el contrario, el antisemitismo aumentó ante la derrota responsabilizando a los judíos por todos los fracasos y errores de quienes habían emprendido la guerra.


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