lunes, 6 de junio de 2016

ISRAEL EN EL ISLAM* (II)






Es bueno saber….



*Israel en el Islam esta tomado del libro "Tierras por Paz, Tierras por Guerra" 
(Ensayos del Sud: 2002) de Julián Schvindlerman

No es que Israel sea provocativo; el que Israel sea es provocativo.
—George Will, columnista del Washington Post.

 

Vale decir que la situación de los judíos durante la HÉGIRA MUSULMANA (la huída de Mahoma conoció tanto épocas felices de bienestar y florecimiento, como épocas negras de brutales persecuciones. Entre los dos polos opuestos extremos (armonía y persecuciones) -ambas manifestaciones ocasionales en catorce siglos de dominio musulmán- se encuentra una norma primordialmente caracterizada por la intolerancia y la discriminación religiosa. Salvo cortos períodos de florecimiento, por un lado, y violentos pogromos, por el otro, la vida judía bajo el Islam muestra un continuo de teoría y práctica segregacionista epitomizada por el concepto de “minoría tolerada” o dhimma.     
LA EMIGRACIÓN DE MAHOMA A MEDINA es considerada el punto de partida de la historia islámica, y el encuentro del Islam con los judíos de Medina fue un evento central en la formación de actitudes musulmanas hacia el pueblo judío. Considerándose a sí mismo como el último profeta del monoteísmo mosaico, Mahoma adoptó varios elementos de la práctica judía e instó a los judíos a abrazar la nueva fe, y ante sus ojos, la auténtica.

Cuando comenzó su reinado en Medina en el año 622, MAHOMA ADOPTÓ VARIAS COSTUMBRES JUDÍAS con la finalidad de ganar adeptos del judaísmo, cuya validación el profeta musulmán necesitaba puesto que esta nueva religión había emanado del Judaísmo y por consiguiente necesitaba afirmarse como un movimiento religioso independiente.
LOS JUDÍOS necesariamente jugarían un papel crucial en este aspecto dado que “ningún grupo podía validar sus posiciones religiosas tal como podían los judíos, [ni] ningún grupo podía tan seriamente amenazar con socavarlas tal como podían los judíos”.  
 ENTRE LAS COSTUMBRES ADOPTADAS POR MAHOMA cabe mencionar rezos diarios mirando en dirección a Jerusalém, ayuno en Iom Kipur,y algunas prácticas alimentarias en el espíritu del Kashrut (dieta alimentaria judía).

CUANDO LOS JUDÍOS RECHAZARON LA NUEVA RELIGIÓN OFRECIDA por el profeta, Mahoma sustituyó Jerusalém por la Meca, reemplazó el ayuno del Iom Kipur por el de Ramadán, y dejó de lado otras prácticas judías. No se limitó a esto, sino que a partir de este rechazo Mahoma adoptó una actitud muy hostil hacia los judíos y ventiló públicamente su enojo. Sus furiosas reacciones fueron incluidas en el Corán así como en el Hadith (un compendio de dichos hechos del profeta), otorgando de esta forma sustento divino a su antipatía antijudía, perpetuándola en la historia y esparciéndola entre millones de seguidores.
El hecho de que los judíos no hayan sido acusados de haber crucificado al profeta musulmán no impidió la conformación de un cuerpo teológico antisemita. Así, por ejemplo, una famosa frase del Hadith dice: “La resurrección de los muertos no vendrá hasta que los musulmanes guerreen con los judíos y los musulmanes los maten  (…)los árboles y piedras dirán, ´Oh musulmán, Oh Abdallah, hay un judío detrás de mí, ven y mátalo´”9  (esta cita figura también en la Carta de Alá, el documento fundacional del Hamás). En el Corán uno puede encontrar las siguientes frases referidas a los judíos, las que fueron introducidas luego de que el pueblo judío rechazara el mensaje de Mahoma, que eclipsa completamente las positivas referencias previamente existentes:
—“Han incurrido enojo de su Señor, y desdicha será puesta sobre ellos (…)porque han descreído de las revelaciones de Alá y mataron equivocadamente alos profetas…” (Surah III,v. 112).
—“Y encontrarás en ellos los más avaros de la humanidad…” (SurahII, v. 96).
—“Debido a la mala conducta de los judíos (…) y por su usura (…) y por devorar la riqueza de otros pueblos con falsas pretensiones (…) Hemos preparado para aquellos que no creen una dolorosa fatalidad…” (SurahIV, v. 160).
—“Alá los ha maldecido por su no creencia…” (Surah IV, v. 46).
—“Ellos no escatimarán dolores para corromperte. Desean no otra cosa que turuina. Su odio es claro…”(SurahIII, v. 117-120).
—“Los más vehementes en su odio a la humanidad son los judíos y los idólatras…”(Surah V, v. 82).
—“Esparcen maldad en la tierra…” (Surah V, v. 62-66).
— “Alá luchó contra ellos. ¡Que perversos son!” (Sura IX, V. 30).

Presentadas como la palabra de Alá, estas y otras citas forman la base de la teología anti-judía del Islam. De ellas no puede desprenderse ni remotamente un trazo de actitud tolerante hacia los no creyentes en general y hacia los judíos en particular. El eminente profesor emérito de la Universidad de Princeton y mundialmente renombrado orientalista, BernardLewis, lo explica de esta manera:
“Similarmente del lado musulmán, aducir tolerancia, ahora tan oída por apologistas musulmanes y especialmente por apologistas del Islam, es tambiénnueva y de origen externo. Solo recientemente algunos defensores del Islam han comenzado a aseverar que su sociedad en el pasado brindó igual status a los no musulmanes. Esto no es planteado por voceros del Islam re-emergente, e históricamente no hay duda de que están en lo cierto. Sociedades islámicas tradicionales nunca brindaron tal igualdad ni pretendieron haberlo hecho. De hecho, en el viejo orden, esto hubiera sido considerado no un mérito sino un abandono de la obligación. ¿Cómo podría uno otorgar el mismo trato a aquellos que siguen la verdadera Fe y a aquellos que voluntariamente la rechazan? Esto sería un absurdo lógico y teológico.”
EL CORÁN Y EL HADITH integran la base de la cual se desprende la Ley Islámica Religiosa o Sha’ aria. Dentro de ella se encuentra un concepto particular denominado Dhimma que es aplicable a los “infieles” que residen en territorio musulmán. Según la ley y la práctica musulmana, la Dhimma es el pacto que regula la relación entre el estado musulmán y las comunidades no islámicas que son “toleradas” o “protegidas” por medio de dicho pacto.
Estas minorías protegidas son denominadas AHL AL-DHIMMA (pueblo del pacto) o más usualmente dhimmis. Entre los infieles hay diferencias. Los idólatras deben optar, en teoría, entre el Islam o la muerte. El resto, principalmente los judíos y los cristianos, reciben el status de minoría tolerada y pasan a ser considerados dhimmis. Desde ya, esta “tolerancia” dista mucho del entendimiento moderno en cuanto al sentido del término.
EN EL SIGLO VIII, EL CALIFA OMAR, quien sucedió a Mahoma, delineó las doce leyes bajo las cuales el dhimmi viviría como un no creyente (judío, cristiano, etc.) entre los creyentes (musulmanes). La codificación e institucionalización de estas regulaciones fue luego ampliada por juristas medievales en tanto que otras nuevas reglamentaciones fueron introducidas al cuerpo jurídico musulmán con el devenir histórico. Junto con las reglas clásicas otras muchas de ellas nacieron en contextos geográficos y políticos determinados. Si bien las reglas de la dhimma poseen aplicabilidad para los cristianos también, haremos hincapié aquí en la condición particular de los judíos. De esta manera fue definida su vida en el Islam:

LOS JUDÍOS TENÍAN PROHIBIDO TOCAR EL CORÁN. Estaban obligados a usar ropas distintivas (el califa AL-RASHID FUE EL PRIMERO EN INTRODUCIR UN PARCHE AMARILLO COMO EMBLEMA DISTINTIVO DE LOS JUDÍOS. Esto fue en el año 807, una idea quesería posteriormente tomada por la Iglesia Católica en el siglo XIII y por el Nazismo en el siglo XX). No podían practicar su fe públicamente. Tenían prohibido poseer o montar caballos o camellos dado que eran considerados algo noble. Podían montar burros fuera de las ciudades, sentados de manera que ambas piernas estuvieran del mismo lado, y debían desmontar solo en presencia de un musulmán. No podían beber vino en público. Debían enterrar a sus muertos cuidando que su pena no sea oída por los musulmanes.
PARA PODER VIVIR BAJO LA“PROTECCIÓN” MUSULMANA, el judío debía pagar un impuesto especial, la jizya. El Corán prescribe que el pago debe ser efectuado en una ceremonia que sirva de expresión del status inferior del dhimmi, algo materializado por golpes en el cuello o espalda. En otras palabras, según la Sha´aria el derecho a la vida no es considerado un derecho natural, sino un derecho que debe ser comprado anualmente al establishment islámico. Las relaciones sexuales entre musulmanes y dhimmis eran penalizadas con la muerte.

LAS SINAGOGAS podían ser usadas para guardar camellos y caballos de los musulmanes. La ley religiosa islámica determinó que si un dhimmi mataba a un creyente, la pena de muerte era el castigo. Si ocurría la inversa, el musulmán tan solo debía pagar una multa monetaria a la familia del asesinado. Dado que el testimonio de los judíos no era aceptado en las cortes, el derecho a la defensa era inexistente. Los judíos tenían prohibido poseer o cargar armas o ser propietarios de tierras. No podían tener esclavos o sirvientes y, teóricamente, no podían escribir en árabe.

EN CUANTO A LA VIVIENDA, los judíos eran relegados a la mellah, ghettos a-la-árabe. A su vez, el principio de castigo colectivo era ampliamente aplicado a los dhimmis. La menor transgresión derivaba en brutales represalias. La “menor transgresión “debe ser tomada en sentido literal: por ejemplo, si un dhimmi, al montar un  burro, tenía la temeridad de sentarse sobre una montadura en lugar de sobre un lienzo, toda la comunidad pagaba por eso, económicamente o sufriendo vandalismo, algo tristemente usual. Un musulmán explicó en Hebrón en 1858 luego de robar a los judíos que “su derecho derivaba de tiempo inmemorial en su familia de entrar en casas judías y reclamar contribuciones sin ninguna rendición de cuentas”.12 Pero donde bien reflejado quedó el espíritu de (in)tolerancia islámica hacia el judío fue en un reporte del consulado británico en la Palestina del siglo XIX: “El judío en Jerusalém no es estimado en valor muy por encima de un perro (…) lo que el judío debe sufrir, por todas las manos, no puede ser contado. Tal como un perro miserable sin dueño, es golpeado por alguien porque se le cruzó en el camino y pateado por otro porque lloró”.13 Karl Marx, no gran amante del pueblo judío a pesar de él mismo haber sido judíoy descendiente de una ilustre línea de rabinos, escribió un artículo en 1854en el que expresó pena por la paupérrima situación de la comunidad judía en Jerusalém: “nada iguala la miseria y los sufrimientos de los judíos de Jerusalém, quienes habitan el más mugriento rincón de la ciudad, llamado harethal-yahoud (…) son el constante objeto de opresión e intoleranciamusulmana”.14 
La aplicación de este “contrato social” unilateral (con perdón de Jean-Jacques Rousseau) “varió en grados de crueldad o inflexibilidad, dependiendo del carácter del gobernante musulmán de turno. Cuando el dominio era tiránico, la vida era esclavitud abyecta, como en Yemen, donde una de las tareas del judío era limpiar los lavatorios de la ciudad y otro limpiar los excrementos de los animales de las calles, sin paga y usualmente durante el Shabat (el día del descanso judío)”.15 Tal como explica la experta en la condición de las minorías bajo el Islam, la académica Bat Ye’or, la protección es abolida si el dhimmi se rebela contra la ley islámica, se alía a una potencia no musulmana, rehúsa pagar la jizya, aleja a un musulmán de su fe, ocasiona daño a un musulmán o a su propiedad o incurre en blasfemia.16 Una vez que el dhimmi pierde la protección de la comunidad islámica queda a merced de la piedad del guerrero santo. Y si esta era la vida de un grupo “protegido” no se requiere demasiada imaginación para adivinar su destino una vez que perdía el “status preferencial” en tierras musulmanas. Es interesante notar que la primera persecución de judíos en la España musulmana aconteció en el siglo XI, inspirada precisamente por lo que fue percibido por varios musulmanes un exceso judío del status de dhimmique la ley islámica asigna a los no creyentes. Esto fue en el año 1066 cuando Joseph (hijo de Shmuel) ha-Nagid fue asesinado y luego los musulmanes atacaron ala judería de Granada forzándola a huir para salvar sus vidas. Actualmente, por citar dos casos, en el norte de Egipto los cristianos cópticos son perseguidos por fundamentalistas islámicos que consideran una violación del “contrato de protección” la decisión de esta minoría de no pagar la jizya. En Sudán, cristianos del sur son esclavizados por musulmanes del norte. En el año2002, una figura religiosa prominente saudita, el jeque Saad Al-Buraik, instó a los palestinos a esclavizar a las mujeres judías: “Sus mujeres son legítimamente suyas, tómenlas. Dios las hizo suyas. ¿Por qué no esclavizan a sus mujeres?”   

En oposición al concepto universalista de losderechos humanos que postula que todos los seres humanos nacen con derechos naturales, fundamentales e inalienables, según el Islam los derechos del hombre tienen un comienzo y un fin: se originan con el otorgamiento del derecho poparte del musulmán y terminan con la abolición del mismo al momento de la violación del contrato.
Aquellos derechos que no encuadran con el sistema islámico de tolerancia son considerados ilegales, una afronta a Alá, y deben consecuentemente ser suprimidos. Este código legal de tratamiento a las minorías duró por más de doce siglos en algunas regiones del reinado musulmán. 
En resumidas cuentas, una vista panorámica a lo largo de la historia judía en un Medio Oriente musulmán nos da una noción de la arbitrariedad a la que los judíos estaban expuestos bajo mandato islámico. La existencia judía en tierras islámicas estuvo fundamentalmente caracterizada por la discriminación, manifestada mediante la segregación religiosa, el chantaje impositivo, la ridiculización pública y, a veces, incluso la esclavitud. Hubo períodos de singular prosperidad, perola vida judía en la égida musulmana no estuvo tampoco exenta de extrema opresión. El judío queda relegado a un status inferior y en tanto acepte dócilmente la humillación es “tolerado”. La violación del “contrato” traeaparejadas como principales consecuencias la destrucción de sinagogas y asesinatos de comunidades enteras, expulsiones forzadas, vandalismo y violaciones. Prácticamente no hubo un solo país árabe del que los judíos no hayan tenido que huir en algún momento. El ex embajador israelí ante la ONU,Yehuda  Blum, aptamente resumió la fragilidad del mito de la tolerancia islámica hacia los judíos con estas palabras:

“Los hechos simples y no adornados hablan más elocuentemente por la larga historia del sufrimiento judío y persecución en tierras árabes que todos los romances idílicos e historias ficticias que hemos oído en los discursos de algunos representantes árabes.”

Frente a las continuas afirmaciones de voceros árabes en torno a la bondadosa actitud del Islam hacia las minorías, uno no puede menos que concluir, azorado, una de dos cosas: o bien los interlocutores árabes mienten, o bien el concepto que poseen de la tolerancia  es, para ponerlo diplomáticamente, curioso.
Esta seudo-tolerancia islámica tiene sus raíces en la doctrina teológica del Islam. Con estas palabras sintetizaron Prager y Telushkin la actitud islámica hacia los judíos:


“Solo mediante un entendimiento de las profundas raíces teológicas del antisemitismo musulmán y una comprensión dela continua historia del antisemitismo islámico puede el actual odio musulmán contra Israel ser entendido. Solamente entonces puede uno reconocer cuán falsas son las argumentaciones de que previamente al Sionismo, judíos y musulmanes vivieron en armonía y que ni el Islam ni los musulmanes alguna vez albergaron odio al judío. La creación del Estado de Israel de ninguna manera creó el anti-judaísmo musulmán; tan solo lo intensificó y le dio un nuevo foco.” 

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