lunes, 5 de octubre de 2015

LA PROSTITUCIÓN EN LA ARGENTINA (III)…

 ¡Cómo me gustan la Historia y la Biografía!
   
En el año 1797 una población de RECLUSAS INGLESAS viajaba a una colonia penitenciaria de Australia, pero recaló en el Río de la Plata tras un motín a bordo del barco que las conducía. La mayoría de las mujeres se quedó en BUENOS AIRES para ejercer la prostitución, sometiéndose a rufianes extranjeros que ya se habían instalado en Buenos Aires.

Aún no había  nacido la Nación: la trata de blancas mediante la explotación de la prostitución ajena precedió al nacimiento de la Patria. La prostitución comenzó a ser legalizada en Argentina en 1875. La designación “TRATA DE BLANCAS”, es anterior a la actual “trata de personas” y se vincula, por oposición, a la “trata de negros”, el comercio de esclavos traídos por la fuerza del continente africano. 

En 1875 se REGLAMENTÓ LA ACTIVIDAD DE LOS PROSTÍBULOS en Buenos Aires. La ley local prohibía la actividad a las mujeres menores de 18 años, pero con una excepción sorprendente y escalofriante. La hipocresía de la sociedad de entonces autorizaba legalmente el ejercicio de la prostitución a niñas menores de edad si habían sido iniciadas tempranamente. Paradójicamente no era autorizada a casarse una joven hasta cumplir los 22 años si no obtenía el consentimiento del padre. Si éste se hubiera muerto o estaba impedido el juez autorizaba el matrimonio de la menor, pero frecuentemente la denegaba.
Entre 1875 y mediados del siglo XX, la prostitución era considerada un “MAL NECESARIO” y la reglamentación estatal era la política dominante: se ejercía bajo el control de los municipios y de la policía. Se lo trataba de una suerte de “SERVICIO PÚBLICO” sometido a reglas: “…delimitación de zonas prostibularias, registro compulsivo de prostitutas y fichas policiales, controles médicos obligatorios de las mujeres explotadas… El proxenetismo era, cuando no reconocido, tácitamente aceptado. Esta política oficial, que por entonces regía tanto en Francia como en Argentina, favorecía la trata de blancas…”

LA PRIMERA RED de traficantes locales surgió en 1889 y estaba integrada por delincuentes DE ORIGEN JUDÍO. Las mujeres eran hebreas  “importadas” a fines del siglo XIX y principios del XX provenían de Europa central y Rusia. A causa de la pobreza y la persecución religiosa que sufrían, sus padres las vendían a rufianes que fraguaban un matrimonio religioso entre la mujer explotada y explotador. Éste la ponía a trabajar en su beneficio o la vendía a otro proxeneta.
Las mujeres, al casarse con un extranjero, perdían su ciudadanía de origen y, entonces, ya no podían reclamar a las autoridades consulares de su país. Las víctimas vivían en condiciones inhumanas: al llegar eran obligadas a firmar un contrato por el que se comprometían a pagar el viaje, la ropa, el alimento, la renta de la pocilga donde la alojaban y su mobiliario. Todo a precio varias veces superior al real, por lo que su deuda se eternizaba y se convertía en un instrumento más de retención. “Provenientes de familias campesinas, sometidas al vasallaje y a costumbres sexuales que en algunos casos incluían las relaciones pre maritales y los embarazos como signo de fertilidad, es posible que hayan aceptado el comercio sexual como una etapa más de su ya desdichada etapa anterior.”
 (continuará)

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