Siempre ha resultado
ser un esfuerzo inútil buscar Justicia en un país donde las
realidades se distorsionan para favorecer a las castas de poderosas y a los amigos
del Poder.
Sentí
una profunda indignación cuando leí que el juez federal Ariel Lijo archivó la
causa relacionada con el asesinato del exsecretario general de la CGT José
Ignacio Rucci cometido el 25 de setiembre de 1973.
Quedaron
libres de culpa y cargo integrantes del grupo
guerrillero Montoneros a quienes se les
habìa adjudicado el crimen.
El magistrado con la liviandad propia de aquel que no
se ha
visto afectado por el crimen consideró que no tenía
suficientes elementos como para tener que juzgarlos.
Quizá es un absurdo pretender que los
civiles que apretaron el gatillo en ese periodo nefasto de la Dictadura también
sean juzgados y paguen por sus crímenes
y no se regodeen como si fueran los
grandes hacedores de la argentinidad.
Y que las
cárceles dejen de llenarse de
perejiles y vayan presos los coimeros, los corruptos
y los delincuentes de guantes blancos.
El expresidente Carlos Menem puede dar fe de ello.
Después de haber leído Operación Traviata, del periodista Ceferino Reato; la biografía de la guerrillera Norma
Arrostito, escrita por la licenciada en Letras, Gabriela Saidón; y la biografía
Galimberti, de Marcelo Larraquy, encuentro necesario y perentorio someter a juicio a
varios personajes del pasado reciente, aún aquellos que ya no están entre los
vivos.
A la par de los milicos que hicieron trizas a toda una
generación; en la otra cara de la tragedia están los montoneros Mario Firmenich, el difunto Rodolfo Galimberti, Vaca Narvaja,
Roberto Perdía etc.etc.etc.
El
periodista estadounidense Martin Andersen afirmaba
en
una nota aparecida en el diario La
Nación que el
exmontonero, “Firmenich
(Mario), por lo menos desde 1973 era informante del coronel Alberto Valín,
quien llegó a ser el jefe de inteligencia militar”, durante la Dictadura.
Lijo
no le dio importancia. Tampoco se no se dio por enterado de que Firmenich junto
a Vaca Narvaja y Perdía, estuvieron
implicados "en el homicidio calificado y la privación ilegal de
la libertad" que sufrieron exmiembros de la organización cuando regresaron al país, entre los años 1979
y 1980, para encabezar una
"contraofensiva" contra la Dictadura siendo traicionados y capturados por los militares.
“Al exmontonero, Jorge Rachid, primer secretario de
prensa y difusión del expresidente Menem se le preguntó en una oportunidad qué
pensaba de Firmenich. Su respuesta
textual fue ésta: "Yo con Firmenich tengo una cosa que no me la puedo
sacar de encima, la caída de tantos compañeros en la contraofensiva de 1979.
Creo que fue un desatino aventurero que sólo podía responder a dos cosas: a un
acuerdo de entrega de cuadros o a un mesianismo fuera de toda realidad." (Montoneros, soldados de Menem. ¿Soldados de Duhalde?, Viviana Gorbato, 1999).
Juez
Lijo: ¿En qué mundo vive?
La Justicia argentina que transcurre en una feria judicial eterna, hace poco se despertó, después de tres décadas de somnolencia, para iniciarle
un juicio al factótum de la azucarera
Ledesma el venerable Carlos Pedro Blaquier, por su supuesta complicidad con la Dictadura.
Aplicando la lógica del juez Lijo el
octogenario empresario no puede ser juzgado. Además, quedarán mal paradas
aquellas beneméritas instituciones que
lo distinguieron en este siglo.
En el año 2005 Blaquier fue designado Académico de Número de
la Academia de la Historia. En ese mismo
año se integró como Miembro de Número del
Consejo de Estudios Económicos,
Jurídicos y Sociales.
Tres años después, fue nominado Académico de Número de la Academia Nacional de
Ciencias Morales y Políticas.
Al año siguiente apareció como Socio Honorario
de la Sociedad Científica Argentina.
Y en el 2010 la República Italiana con la
firma del Presidente de aquel país se le
confirió el título de “Commendatore,” un rango honorifico con muchos
privilegios.
Si la a Justicia argentina
no apura los tramites Blaquier, puede aparecer recibiendo el Premio Nobel de la Paz.
Las generaciones se agotan pero las injusticias se reproducen.
Porque la vida es una fotocopia.
saulrabin@gmail.com
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