No creo yo que vaya a
descubrir la pólvora con lo que voy a escribir.
Si uno recorre el
sinuoso camino de la mujer maltratada, se va a encontrar que se da en los países en donde la Democracia, la
Salud y la Educación, también
son aporreadas.
La fidelidad de la
mujer hacia Dios es mayor que la del hombre, sin embargo, el Señor las tiene
muy relegadas y a merced de los perversos.
Hoy en este universo globalizado, la falocracia ideóloga de guerras
genocidas, convierte a la mujer en el
primer blanco de migraciones forzosas y de violaciones impunes.
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Una nota reciente aparecida
en el diario español El País, me conmocionó hasta las lágrimas.
“La policía de la
ciudad palestina de Gaza encontró a una
joven en una barraca de playa con su
supuesto amante. Los detuvieron, los interrogaron y después los soltaron.
La pareja sabía que
el castigo no acababa ahí. Sabían que una mujer casada no puede dejarse ver con un hombre que no sea su
marido o su familiar.
Esa misma noche, ya
en su casa, la joven universitaria de veintidós años de edad, casada con un primo
y madre de una niña de año y medio tuvo que enfrentarse al interrogatorio de su
familia.
Confesó su supuesto
crimen, consciente de que había violado las estrictas normas de moral que rigen
en su comunidad.
Horas después de la confesión, su tío la
obligó a beber de una botella de herbicida, hasta que la muchacha cayó
inconsciente. En ese estado, el tío la llevó hasta un hospital, donde fue ingresada como un intento de suicidio.
De madrugada, su tío
se presentó de nuevo en la sala de cuidados intensivos. Un médico corrió a
transmitirle la buena noticia. La chica estaba mejorando. Al tío no le gustó el
diagnóstico. Sacó una pistola y amenazó al médico y a una enfermera. Después, metió el arma en la boca
de su sobrina y disparó. La infortunada
joven murió en el acto.”
Otra historia
sobrecogedora es la que le ocurrió a una nena de catorce años, en un
país como Somalia donde lo malo se convierte en peor.
La niña fue lapidada en público, para ocultar que había sido violada por tres
hombres pertenecientes a un clan poderoso.
Una hora antes de que
la ejecutaran, la inocente niña logró
llamar a su padre. Le dijo: "Papá, soy tu hija, me van a matar, por favor,
diles que no he hecho nada.”
Cuando una multitud trató de evitar la lapidación,
milicianos abrieron fuego contra la gente.
Otro hecho que hace imposible que se
condiga en mi condición humana tiene que ver con un informe donde se señala que
en el año 2011 novecientos cuarenta y
tres mujeres fueron asesinadas en Pakistán,
siguiendo
una costumbre ancestral, conocida como
crimen de honor.
De ese total noventa y tres eran menores de edad.
En Pakistán, al igual que en las
comunidades campesinas de la India, cualquier ofensa que cometa un hombre, la que paga es la mujer, bien sea
su esposa, sus hijas o su madre.
La mayoría de las veces se salda con la violación a una de ellas por parte del
supuesto ofendido.
Otra demostración de esta indisimulada
caza de brujas se produjo en Arabia Saudita, donde un tribunal condenó a una
joven a cincuenta latigazos por enviar un mensaje de texto supuestamente ofensivo a una examiga
después de que ambas se pelearan.
El femicidio se ha convertido en un verdadero azote en el siglo XXI.
Una joven de
treinta y tres años murió en un hospital de una ciudad argentina después de dar a luz su noveno hijo.
El parto se hizo por cesárea. En ese momento a los médicos les llamó
la atención el hematoma que tenía en su
hígado la parturienta.
Después se supo que la contusión fue
por un golpe que
le había propinado su pareja, cuando la occisa se opuso a que el tipo,
padre de sus hijos, abusara de una de sus hijas.
La Justicia, como sucede en todos
estos casos, hizo
caso omiso a todas las denuncias que la
difunta elevó contra
su cónyuge en distintas ocasiones.
Hoy el asesino de su mujer goza de la misma libertad que el boxeador que atropelló y mató
con su coche a una joven embarazada.
Una vez
más la ciudad mexicana de Ciudad de Juárez,
ha sido el escenario de
nuevas matanzas de mujeres.
En esta localidad
fronteriza con los EEUU., recientemente aparecieron
doce esqueletos pertenecientes a
niñas y mujeres.
Se cree
que habían intentado escapar de una red de prostitución.
Con historias
parecidas se pueden llenar páginas enteras. Porque seguirán existiendo las Cazas de Brujas, como
las ocurridas en la Edad Media, donde sesenta
mil mujeres europeas fueron brutalmente
asesinadas por estar relacionadas con el
propio diablo, según la justificación de los asesinos.
Estas mujeres no
hubiesen tenido mejor suerte si se hubiesen confesado ser creyentes de Jehová.
La Vida es una fotocopia.
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