domingo, 1 de abril de 2012

Esto ocurrió hace treinta años. Y sigo sin entender lo que pasó.

Yo era redactor en el pasquín marplatense, El Atlántico, cuando estalló la Guerra de Malvinas.

El ambiente en la Redacción era de euforia patriotera. Los pocos que creíamos que está aventura bélica, terminaría mal, no podíamos abrir la boca por temor a ser agredidos verbal y físicamente.

Una bandera argentina flameaba en uno de los balcones del edificio del diario.

La Dictadura nunca imaginó que su locura militarista tendría tantos adherentes.

A los pocos días de iniciado el conflicto coincidí con uno de los prosecretarios del diario que las imágenes que llegaban del frente, estaban trucadas.

A comienzo del mes de mayo en una de las portadas del diario apareció la siguiente información: “El buque pesquero Narwal lleva provisiones y pertrechos para las fuerzas que operan en el frente.”

Como información no era relevante. Sin embargo, pocos días después, el 9 de mayo de 1982 El Narwal, identificado por los ingleses como un buque espía era atacado. Y se hundía mientras era arrastrado hacia la costa. Estaba más agujereado que un queso gruyere.

La única víctima fatal fue un joven bahiense. El resto de la tripulación fue tomado prisionero y llevado a distintos destinos de detención hasta su liberación el 2 de junio de ese mismo año.

A los pocos días de ese incidente marítimo llegó una orden emitida por la Marina de clausurar El Atlántico.

El motivo fue: el haber informado sobre la actividad del Narwal, lo que permitió que fuera identificado por las fuerzas enemigas.

El cierre del pasquín no se produjo gracias a la intervención de un personaje allegado a la empresa que tenía sus buenos contactos con ciertos personajes de la Armada.

Yo realmente lo tomé como una gansada que la nota aparecida en El Atlántico haya sido la causante del ataque a El Narwal.

No era creíble que el Ejército británico, o el Servicio de Inteligencia inglés, comúnmente conocido con M16, hubiesen leído nuestro mamotreto para luego atacar la embarcación.

Todo fue producto de la mera casualidad.

De todos modos la publicación de ese bulo, permitió a los periodistas presionar al Director para que rajara al autor de la nota, un tipo odiado por todos por sus actitudes autoritarias.

Pasaron tres décadas y aún sigo pensando que el intento de clausura de El Atlántico, fue producto de una mente afiebrada, una de las tantas de esa época como las que fueron capaces de creer que a los ingleses y a sus mercenarios, los gurkas, se los vencía matando de hambre y de frío a nuestros indefensos colimbas.

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