martes, 18 de septiembre de 2018

NO ME TOQUEN EL QUIOSQUITO.



Desde que el mundo sindical argentino entró en la esfera de la corrupción  y el enriquecimiento injustificado, el trabajador se ha visto impotente para  poder reclamar sus derechos, o para intervenir en la vida de su sindicato por verse atrapados en la  complicidad entre   el  Ministerio,  Justicia y patrones.
Las supuestas movilizaciones eran como un ejército de zombis que marchaban  solo  para hacerles el juego a los gremialistas.
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Días pasados vi un volante que decía NO A LA COLEGIACION DE LA ENFERMERIA. Sin voluntad de leer todo su contenido, solo fije mis ojos, en un párrafo,  que decía que  la intención última de la  COLEGIACIÓN « era RECAUDATORIA.»
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Como jubilado,  me propuse a recorrer  mentalmente  los gremios que alguna vez pertenecí. Todos tenían algo en común: nunca sus dirigentes vieron ni de lejos el trabajo en el que  estaban involucrados.
Habilidosos para engatusar con promesas incumplidas eran solo recaudadores compulsivos de los aportes de los  afiliados. Eran diestros en  manipular a la patronal (no sé si gratuitamente) prometiendo que ningún afiliado   iba a organizar paros mientras ellos no lo autorizaran. Normalmente estos dirigentes  eran  voceros identificados con  la Marchita, por lo que recibían aportes  de los ministerios  provinciales, amén de involucrarse en algunos curritos,  que según la dimensión del número de afiliados, podían transformarlos   en empresarios de  distintos rubros. Por ejemplo: (AGENCIAS DE TURISMO).
Estos defensores de la clase obrera pasaban de tomar el colectivo a poseer unas buenas máquinas; de las inversiones aparecían las   mansiones y, lo genial que nunca se avergonzaban de ese modo de operar.
Era común verlos  en playas  paradisiacas mientras que el  obrero, tenía que contar las monedas para poder vacacionar por  la ancha argentina, muchas veces organizados por  el propio sindicato con cuotas tan atrayentes que al final de su recorrido resultaban   más onerosas que viajar a Europa.
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Nunca hay un solo culpable. Dentro de la ENFERMERÍA, hubo muchos traidores, que dada la casualidad,   supieron  pasar de limpiar culos a convertirse  en jefes designados a dedo  por un director médico, también puesto con el índice. Lo significativo que todos estos mandamás convertían el cargo un coto de caza inexpugnable.
Y  la tropa tenía que callar si no quería terminar desocupada.
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Volviendo al tema central: La perspectiva de una posible COLEGIACION, es un furúnculo en el trasero de aquellos acostumbrados a abrocharse en la poltrona sindical, con más ahínco que un político ansioso por  ser reelecto.
Ojala se plasme la Colegiatura. Solo que gente entera y noble en su intencionalidad.
De trepadores la Argentina está superpoblada.
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