miércoles, 20 de abril de 2016

LA VALENTÍA OCCIDENTAL O PÁNICO POR EL ISLAM…

Experiencia personal…
La declaración de Netanyahu de que el Golán "permanecerá para siempre como parte de la soberanía de Israel" causó revuelo tanto en los EEUU., como en países europeos.
ISRAEL TOMÓ EL CONTROL DEL GOLÁN SIRIO DURANTE LA GUERRA DE LOS SEIS DÍAS EN 1967 Y OFICIALMENTE LO ANEXÓ EN 1981
 En la región viven 21.000 ciudadanos israelíes y 22.000 árabes drusos que optaron por desechar la ciudadanía siria y en su lugar se convirtieron en CIUDADANOS ISRAELÍES.
Las Alturas del Golán formaron parte de viejos diálogos llevados adelante en la década de los años '90.
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Los detractores de Israel que vengan a vivir un par de meses y soportar los ataques sirios como fue la época de HAFEZ AL ASAD, y lo que sería  ahora sería de su hijo elasesino..
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Era el mes de junio de 1962. Llegué al kibutz DEGANIA B, con el último bus del viernes( shabat)  que me podía traer desde Jerusalém, donde yo estaba participando de un curso destinado a Líderes comunitarios  que vivían en el extranjero.
Venía a visitar a gente conocida de Concordia.
El anochecer primereaba la llegada del verano.
Me alojé en una casa   prefabricada, que estaba desocupada, en un sector donde vivían   solteros y  los  jóvenes que estaban cumpliendo el  servicio militar.  
Los fines de semana la colonia acrecentaba  su población estable (tenía unas  dos mil quinientas personas), con la visita de familiares y amigos.  Ni que decir en los días    feriados  o durante las vacaciones estivales.
El gran problema se planteaba durante  las comidas: por  las escasas  dimensiones  del salón  comedor se establecían turnos. Mucha gente mayor prefería comer en su pieza ( jeder). Y los chicos hasta los  dieciséis  años tenían sus propios comedores.
La cena de los viernes era todo un espectáculo: las mujeres  venían vestidas como  para ir a un  importante acontecimiento social. Y hasta competían  entre ellas   quien lucía mejor.  
Los hombres no tenían  tantos mambos: con  una camisa blanca y un pantalón azul o negro, era más que suficiente.  El calzado era el   mocasín en invierno, y  la tradicional  sandalia en verano. 
La comilona  tenía dos ingredientes fundamentales que la hacía diferente al resto de la semana: había un menú festivo  y  a los comensales se les servía en su mesa. Los días restantes  era por sistema de  autoservicio. 
Yo   venía de un país donde  uno no podía acercarse a los políticos,  salvo para ofrecerles   algún negociado. Por eso  me sorprendió ver al presidente del  Parlamento, KADISH LUZ (Luzinski n. 1895 en Belarus), atendiendo mi mesa. 
Él estaba   toda la semana  cumpliendo  sus funciones parlamentarias en Jerusalém. 
Los fines de semana y los días  feriados   venía a la colonia, y  tenía la obligación de  cumplir   tareas comunitarias.
El sueldo que recibía del  Estado lo entregaba   íntegramente al kibutz,  salvo aquellas asignaciones destinadas a cumplir con sus actividades protocolares.
Todos los viernes y sábados,  el DEPARTAMENTO  DE CULTURA del kibutz  preparaba alguna actividad. No existía un fin de semana  en blanco. Algunas veces se  viajaba a otra colonia  con la que se compartían los gastos cuando  el espectáculo  era  oneroso   para que lo solventara un kibutz sólo.
Ese viernes 7 de julio de 1962  se iba presentar una de las divas de la canción popular israelí:   YAFFA YARKONI  (Abramov…n. 1925—f.2012). Me pareció algo fantástico: no iba a tener otra oportunidad semejante. 
Estaba saboreando mi plato preferido, (arroz con pollo cubierto de una  salsa de vegetales), cuando  un joven se  acercó a la   mesa que yo compartía con  mis conocidos de Concordia para comunicarnos  que  se habìa suspendido  la actividad programada: el Ejército israelí iba atacar  posiciones  sirias   en  las ALTURAS DEL GOLÁN  para silenciar  las baterías enemigas  que  tenían a maltraer a los que  pescaban  en el lago  Kineret.
NO PUDE SEGUIR COMIENDO. Los  únicos tiros que yo había oído en mi vida  habían sido  las que producían  unas  motas de pólvora cuando las hacia estallar con un revolver de juguete;  los  petardos  que la gente explotaba  en  Navidad y  Año Nuevo; y  los cohetes que se  colocaban a los muñecos durante la quema, recordando a   los santos   Pedro y  Pablo y las bombas que utilizaba Ejército para ponerle un clima festivo a los acontecimientos patrios.
Traté de no dejarme llevar por un  pensamiento pesimista.
Era  medianoche cuando llegué al tzrif. Había estado  en la  cafetería de los solteros para sacudir el tiempo. Me acosté vestido. Solamente me quité los zapatos. Tenía los pies hinchados. No había descansado. Me  había ido del  Instituto ( Majón)  después del desayuno. Cabeceé un par de veces.  Hasta soñé   recibiendo una condecoración por mi heroísmo. Después me vi  cadáver,  perforado por  decenas de disparos.
A las dos de la mañana el encargado de la cuadra me avisó que tenía que ir a ocupar mi lugar en la zanja destinada a la gente  de mi sector. 
EL POZO tenía un metro de profundidad y estaba protegido con bolsas de arena.  Me pareció hallarme en la Línea Maginot, que a los franceses le fue muy útil durante  la PGM.   En  la SGM la trinchera  no resistió el avance de los  panzers   alemanes. 

Me hice un par de veces el   Asmopul (no existía el Ventolín), porque estaba disneico. Era de los nervios. Al cuarto de hora de  estar en la madriguera me vinieron  ganas de defecar. Cuando tomaba frío se me aflojaban los esfínteres.  Me aguanté todo lo que pude, que fue muy poco. 
Corrí hasta  un baño químico que no  estaba lejos del bunker.  Apenas me bajé    los pantalones  la materia fecal salió  hecha una tromba salpicando todo lo que encontró a su paso: los cachetes de mi  culo, mis  zapatos y  el piso. Estaba limpiando el  zafarrancho de mierda   cuando se produjo   una  tremenda explosión que  hizo vibrar la tierra. Pensé que el baño se desplomaba y me aplastaba.  No era, que digamos,  una manera  digna de morir. Hubiese sido un precursor en la familia de   perder la vida atascado  en un inodoro, como le iba a ocurrir  al tío de una prima mía.  
MIS COMPAÑEROS DE SENDA me explicaron que un  obús  habìa estallado. Su destino era   un campamento militar que estaba a pocos kilómetros del kibutz.    Afortunadamente el enemigo no acertó y el proyectil se estrelló  en un terreno baldío.    
A las cuatro  de la mañana las fuerzas israelíes dieron por finalizado el operativo, con un número importante de  pérdidas humanas, de ambos lados.
Cinco años más tarde, durante la Guerra de los Seis Días, los sirios fueron  desalojados  de las ALTURAS DEL GOLÁN.  Y el KINERET  se transformó  en un lugar  apacible  para los pescadores.  
ASMÁTICO CRÓNICO y por ende coleccionista de  amaneceres,  estuve entre los primeros en ir a desayunar. Después me fui a  caminar por los alrededores de DEGANIA. 
Yo no dejaba de pensar   en esas familias que estaban velando a sus hijos  adolescentes que habían muerto durante los combates, para que los  salames como yo pudieran pasearse tranquilos   por uno de los lugares más bellos del país.
En horas del mediodía  hubo una invasión de turistas extranjeros  e israelíes  que  venían a fotografiar algo  que pudieran demostrar que habían estado cerca de donde se habían desarrollado  los   combates.
En horas del mediodía, mis amigos de Concordia  me dijeron  que a la noche   iban  a viajar  al  kibutz vecino de EIN GUEV, donde   se iba a presentar con su orquesta  el compositor    griego, MIKI THEODORAKIS (n. 1925). Quería homenajear   a la gente del lugar  que había sufrido un duro  castigo por parte  de la artillería siria.
No dudé en postergar mi regreso a Jerusalém.  Fue algo inolvidable y de mucha emoción especialmente cuando tocó   su monumental creación: Mauthausen, (nombre de un campo de concentración), realzada por la increíble voz de MARÍA FARANTOÚRI  (n. 1947.)  




Todo el auditorio  moqueó. Había que ser muy insensible para no verse tocado.
Con el correr de  los años, Theodorakis dejó de amarnos  y cambió de vereda.

---------------   (de Mi Vida y sus  Infiernos.)----------

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