---No solamente en Europa
los extremos se tocan, en el mundo árabe están
aquellos ansiosos por repetir el pasado, para justificar sus locuras
mesiánicas.
Los extremistas ocupan el
centro de la escena, contando con un número de adherentes, ante un mundo numeralmente
crecido, con mayor cantidad de hambrientos y desclasados.
Grupos rebeldes se han unido al radical ESTADO ISLÁMICO
(EI), para
conquistar una zona entre Irak y Siria y
proclamando un califato islámico en esa región.
El dinero operativo de la organización es conseguido
de distintas fuentes.
Al principio, y al igual que otros conglomerados terroristas, el antes
llamado Ejército Islámico de Irak y el Levante (EIIL), se financiaba con donantes de Kuwait, Qatar y otros países
del golfo Pérsico.
Esta asistencia financiera se mantiene, pero los expertos de EEUU
consideran que los radicales no la usan para pagar a sus reclutas, armas y
ataques. “La gran mayoría de su dinero proviene de actividades criminales como
asaltos a bancos, extorsiones o robos”, declaró un funcionario de contraterrorismo de EEUU.
Las donaciones del extranjero no son estrictamente imprescindibles.
Es un enigma la cifra total de fondos que maneja el EI y las distintas
versiones hablan desde cien a quinientos millones de dólares, provenientes de saqueos, robos a bancos y la explotación
petrolera. Porque claro, en sus conquistas los radicales se hicieron con
algunas refinerías y las están aprovechando para financiar sus avances.
Un último informe las seis
refinerías petroleras en manos de los rebeldes sirios les generaban ingresos
estimados en cincuenta millones de dólares al mes. Ahora esas plantas están en manos de
los nuevos grandes terroristas.
Otra forma de conseguir efectivo son los “impuestos revolucionarios”,
que el grupo ya cobraba desde antes de su alzamiento y que le producían
ganancias mensuales por cerca de ocho millones de los verdes.
Para Juan Zarate, involucrado en
la estrategia de EEUU contra el terrorismo, el panorama que ofrece el EI es el más temible de
todos los esperables.
“Es el peor de todos los mundos posibles: financiamiento extranjero
proveniente de donantes millonarios de otros países, apoyo oficial de las
naciones del golfo Pérsico y la habilidad de conseguir gran cantidad de dinero
a nivel local”, consideró para Foreign Policy. Pero el dinero no es todo.
La causa yihadista también logra adhesiones porque se presenta como una
alternativa viable al régimen del primer ministro chiita Nuri al Maliki,
acusado por beneficiar a los de su etnia y por lo tanto rechazado por los
sunitas. Los expertos insisten en que no se puede llamar terroristas a todos los que combaten, pues en el grupo hay
gran variedad de actores.
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