miércoles, 25 de diciembre de 2019

LA NAVIDAD A CONTRAMANO DE LA HISTORIA


 Cuando alguien modifica el sentido de la fe, o no cree en ella o envidia a alguien en particular.
Viendo algunas celebraciones navideñas,   Jesús ha perdido su  significado.
Durante mi infancia, recuerdo, que en muchas casas se evitaban el jaleo familiar,  yendo a MISA DE GALLO, donde hoy son habitúes cada vez menos.
El ritual del 25 va perdiendo consistencia, porque todos marchan hacia una consumación gastronómica, antes que crear el clima de la festividad.
Del Pesebre, ni el recuerdo, del frío ni una manta a los necesitados, salvo excepciones.
Langostinos en la mesa española, no había   en Belén. María y José comiendo carne de cerdo,   estaba prohibido por razones higiénicas. Las parrilladas jamás, las vacas eran lecheras.
Y el ayuno? La abstinencia? what is that?
El desprecio hacia el consumidor hace que el comerciante en Navidad, organice el festival de la remarcación.  Para festejar no hay que ser pobre como Cristo.
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   “ Mucha risa con el cóctel de gambas y la comida viejona de Navidad, pero seguro que todos los foodies hipermodernos van a casa de su tía Puri en Nochebuena y se calzan dos docenas de langostinos (Jesús y su familia, nunca conocieron), cocidos untados en mahonesa. Y tan contentos. Porque la Navidad es el hábitat natural de la tradición, las costumbres familiares y si me apuráis, del viejunismo culinario bien entendido: el que llena la mesa de alimentos que, por muy anticuados que estén, están hechos con un cariño especial. Las Navidades hilan un año con el otro a base de recuerdos, sabores y olores, y no hay nada más entrañable que mantener las tradiciones familiares, aunque sea a base de zampar huevos rellenos.
Salvando excepciones, podríamos decir que la mayoría de españoles comemos en estas fechas un menú que contiene jamón, croquetas, ensaladilla, espárragos, canapés –esos pinchos con salmón y gulas, o el globalizado foie con panecitos de pasas–, marisco a motrollón, sopa, uno o dos segundos platos con carne y pescado, postre, turrón, diversos dulces, copa y café. Aunque varía en cantidad y calidad, engullimos un festín similar cinco veces en dos semanas. Seis, contando el SANT ESTEVE de los catalanes (26 de diciembre) y sin sumar otras cuchipandas de empresa o amigos.
NO ES DE EXTRAÑAR QUE LOS DIGESTIVOS Y SALES de fruta le den la vuelta al calendario y hagan su agosto en diciembre, porque el poderío y la abundancia del siglo XXI nos permiten realizar —aún a base de indigestiones— el sueño de nuestros antepasados: tirar la casa por la ventana y comer hasta reventar. Cumplimos ceremoniosamente con ese anhelo más propio de Carpantas y sufridores de posguerra que de gentes bien alimentadas, pero en el proceso hemos olvidado el origen de muchas de nuestras tradiciones culinarias. Repetimos el jolgorio sin saber por qué, así que ya es hora de que repasemos un poco la historia gastronómica de la Navidad. Que además, es un tema ideal para sacar 
No hace falta contar que la Navidad celebra el NACIMIENTO DE JESUCRISTO, NI SU ADECUACIÓN AL CALENDARIO PAGANO (falta de originalidad ), el solsticio de invierno ni esas cosas: lo religioso y lo profano se mezclan en las Navidades de ahora y también lo hacían en las del siglo IV, cuando se empezó a juntar la fiesta romana del Sol Invicto con la supuesta fecha en la que nació Jesús. La importancia litúrgica del 25 de Diciembre se subrayó con el período de Adviento, una época de preparación espiritual de cara al advenimiento del Cristo niño.
Espiritual y física, ya que la Iglesia proclamó NAVIDAD FIESTA DE SOLEMNIDAD CON VIGILIA DE AYUNO Y ABSTINENCIA. El día anterior, 24 de diciembre, había que hacer penitencia y mortificar el cuerpo para participar del misterio de Belén, y eso se traducía en una sola comida al día, SIN CARNE.
De modo que en Nochebuena no sólo había que COMER ÚNICAMENTE VERDURAS, HUEVOS O PESCADO (solo el que tiene aleta y escamas), sino además, poco. Se permitía una sola comida de cantidad normal y dos pequeños almuerzos (llamados colaciones) que juntos no podían superar la sustancia de una manduca habitual. De modo que el 24 de diciembre se hacía la colación de vigilia de Navidad como una cena ligera, con tiempo para tener el estómago vacío durante las tres horas previas a asistir a la Misa de Gallo.
( Extraído de El Comidista)
///// En la religión judía las efemérides, contienen todos los elementos bíblicos, que le han dado origen.

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