Vale la pena leerlo
LOS PALESTINOS –suele
decirse en Israel– no desaprovechan jamás la ocasión de desaprovechar una buena
ocasión”: la boutade es cruel; no falsa. La más perfecta de esas ocasiones la
puso Bill Clinton sobre la mesa del despacho oval de la Casa Blanca el 23 de
diciembre del año 2000: restitución a los palestinos del noventa y seis por ciento de los territorios ocupados;
compensación del cuatro por ciento
restante por la cesión de un pasillo de seguridad entre Gaza y Cisjordania bajo
control terrestre palestino. En cuanto a JERUSALÉM, la fórmula
Clinton era un modelo de sencilla eficacia: “todo lo que es musulmán es
palestina, todo lo que es judío es Israel.”
Apenas
formulado, el plan apareció a los comentaristas como un triunfo total de la OLP
que Israel no aceptaría. Antes de que se cumpliese el plazo de setenta horas,
el gobierno israelí se avino PÚBLICAMENTE A FIRMARLO.
Las campanas
se lanzaron al vuelo. Dos semanas tardó Arafat en hacer pública su negativa. Reconocer
a Israel, aun en las condiciones más favorables, era –explicó a su círculo
íntimo– firmar una condena de muerte a manos de los islamistas de Hamás. A
aquellos de sus más inmediatos mandos militares que le garantizaban acabar con
ese problema en un fin de semana, antes de hacer pública
la firma, Arafat se limitó a destituirlos.
---- Arafat
simuló pactar con el asesinado primer ministro hebreo YITZHAK
RABÍN. La muerte del israelí le vino como anillo al dedo: se
desentendió de la paz en Medio Oriente. Menos llenarse los bolsillos con la
pobreza palestina.
FUE
ESA LA OCASIÓN ÓPTIMA. Hubo muchas otras. Desde aquella primera, el 14 de mayo de
1948, en que Israel –hoy único estado democrático del cercano oriente– proclamó
su independencia sobre la aceptación del plan aprobado por la Asamblea General
de la ONU, al mismo tiempo que todos sus vecinos árabes lo rechazaban para
iniciar una ofensiva militar conjunta cuyo objetivo proclamado era tanto
arrojar a los judíos al mar cuanto impedir la constitución de un estado
palestino sobre lo que unos consideraban territorio sirio y otros jordano.
Desde
esa fecha hasta hoy, no ha habido más condición innegociable para Israel que el
reconocimiento de su propia existencia y del derecho a defender sus fronteras.
PARECE
ELEMENTAL. No lo es tanto. La fantasía de arrojar a los judíos al mar y
borrar a Israel de los mapas sigue latiendo en el inconsciente palestino. Gaza
es hoy predio de una organización terrorista islámica, Hamás, que fundó sobre esa
aniquilación sus estatutos. y que, para consumarla, no dudó en exterminar a sus
molestos hermanos moderados de la Organización de Liberación de Palestina
(OLP).
Reconocer
a Palestina sin un acuerdo previo por el
cual se reconozca inviolables las fronteras de Israel, es llamar al crimen
masivo. En una zona en la cual el crimen masivo es rutina.
Ningún estado europeo puede cometer un error diplomático de esas dimensiones.
------LA MALARIA,
que los distintos Gobiernos árabes, imponen a sus pueblos, tiene su
contrapeso, en darles la medicina del odio, mintiéndoles que todos sus males
tiene un solo causal: ISRAEL.
Ningún estado europeo puede cometer un error diplomático de esas dimensiones.
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