La Vasija
del odio.
CATOLICISMO, NACIONALISMO, NAZISMO. Estamos pues, a
mediados de la década del´30, la Iglesia realiza el Congreso Eucarístico
Internacional, celebrado con gran pompa y circunstancia en octubre de 1934 en
Buenos Aires.
Se identificó la catolicidad, nacionalidad y
argentinidad en una misma entidad. Si se era argentino se era católico, ser
católico era ser naturalmente argentino. La liturgia católica expresaba
simbólicamente a la Argentina como un “ESTADO CATÓLICO”. Arreciaba la
difusión de textos y literatura nazi, la agresión antisemita por parte de las
organizaciones nacionalistas de derecha, así como de la prensa católica o pro
nazi, o ambas cosas a la vez.
Los sectores influyentes del país estaban todos de
acuerdo en la necesidad de continuar recibiendo el flujo migratorio
imprescindible para la continuidad del crecimiento económico. Había otro
acuerdo, casi no enunciado, en rechazar a los grupos considerados
inasimilables, por cuestiones raciales, negros y amarillos, o de grupos étnicos
tales como los judíos “turcos”, árabes, turcos, serbios, armenios, bosnios.
Todas las nacionalidades y grupos étnicos provenientes del Imperio Otomano. A
partir de los años 20, la prédica contra la inmigración de ciertos grupos adquirió
un giro netamente racista, ostentando un fundamento falsamente científico.
LA
IGLESIA CATÓLICA, con la militancia laica, decidió avanzar sobre la
acción civil, planteándose como la única alternativa de carácter doctrinal, en
principio contra el liberalismo y toda otra ideología considerada una amenaza
por el catolicismo.
Para ello se fundó la ACCIÓN CATÓLICA en 1924, su objetivo
apuntaba al blindaje de la población argentina contra todo intento de
diversidad cultural, social y religiosa, generado por el cosmopolitismo propio
de las sociedades del Siglo XX. Había comenzado una Guerra Santa solapada en la
afirmación y difusión de los valores católicos que progresivamente serían cada
vez más influyentes dentro de un importante sector de la elite, que constituyó
el nacionalismo católico, antiliberal y antisemita.
La literatura y varias publicaciones periódicas
fueron las encargadas de dar amplia difusión a esta ideología racista y
reaccionaria. Las más importantes fueron “La Nueva República”, “Criterio”, “La
Fronda” y “El Pueblo”, entre muchas otras. Los criterios con que la mayor parte
de estas publicaciones se expresarían, con respecto al judaísmo, fueron -en
general- desembozadamente antisemitas. Según ellas, judíos eran los socialistas
que conspiraban contra el viejo orden, judíos eran los comunistas y sus
ideólogos, incluido Marx, judía era la gran banca internacional que manejaba
los resortes del poder mundial, judíos eran los dueños de los frigoríficos en
la Argentina.
JUDÍO ERA EL GOBIERNO NORTEAMERICANO, Y JUDÍOS ERAN
LOS GOBERNANTES SOVIÉTICOS.
Todo este furibundo anti judaísmo recurría a la
teología cristiana relacionando la condena y muerte de Jesucristo con una
tenebrosa imagen del judío. Su propaganda insistía en que el propósito de
los judíos era la destrucción del catolicismo y de la Argentina. Todas estas
publicaciones representaban el pensamiento institucional de la Iglesia
Argentina, no obstante su eficacia publicitaria era limitada porque llegaba a
un sector reducido de la población.
LA HORA DE LA ESPADA. Sin embargo, varios de los promotores de
estas ideas llegaron al poder con el golpe del general Uriburu en 1930, su
militancia antisemita se transformó en acción política desde algunos sectores
del Estado.
Durante la década del treinta al cuarenta, el antisemitismo constituirá al judío como el “enemigo” de un modo en extremo virulento, el judaísmo expresión de un cosmopolitismo apátrida o racista junto al comunismo eran las dos caras de la misma conjura y peligro que se cernía sobre la Argentina.
Durante la década del treinta al cuarenta, el antisemitismo constituirá al judío como el “enemigo” de un modo en extremo virulento, el judaísmo expresión de un cosmopolitismo apátrida o racista junto al comunismo eran las dos caras de la misma conjura y peligro que se cernía sobre la Argentina.
Numerosas publicaciones antisemitas, nacionalistas
católicas, se expresaron con agravios, llamando a la violencia abierta en
barrios judíos sin que la policía hiciera nada por detenerlos. Incluso cundió
el temor de un ataque a la comunidad judía, justificado porque el secretario de
la presidencia del general Uriburu, teniente coronel, Juan B. Molina (una
especie de Milani), era el comandante de la LEGIÓN CÍVICA, la principal organización nacionalista durante
los primeros años de la década de 1930, organizada como tropa de asalto y
entrenada por oficiales del ejército.
Numerosas denuncias, y el grado de difusión dado
por la comunidad judía a esta amenaza, abortaron el ataque. Desde publicaciones
como “Criterio”, “Crisol”, “El Pueblo”, “La Nueva República”, “Nuevo Orden”,
“La Voz del Plata”, “Clarinada”, “El Fortín”, “Combate”, “Pampero”, “Bandera
Argentina”, etc., se difundían las calumnias anti judías más reaccionarias.
Muchos de ellos recibían aportes económicos de los nazis, su prédica estaba fuertemente
impregnada de ideología hitleriana.
Los ataques a los judíos, a teatros y cines con
programaciones antinazis, a toda la publicidad favorable al tema judaico, eran
frecuentes y salvajes. En la Facultad de Medicina se reprobaba a los
estudiantes por su apellido, allí se produjo un ataque al estudiantado judío
por incitación del decano Bullrich que, como muchos de los profesores, era
militante de la Legión Cívica.
Locales partidarios socialistas y radicales,
sinagogas cuyos frentes eran manchados con alquitrán, cuando no atacados como
el templo de Libertad, en plena celebración de la Pascua Judía. Boicots contra
el comercio judío, humillaciones, insultos, la situación empeoraba
progresivamente.
Los ataques se extendieron a la prensa judía, a los periodistas, hubo
provocaciones a instituciones y poblaciones judías, incitaciones a la
prohibición de inmigración judía a la Argentina, o directamente a la
eliminación física de los judíos.
“HAGA
PATRIA, MATE UN JUDÍO” fue un lema muy difundido. HUGO
WAST, seudónimo de Gustavo (Hitler) Martínez
Zuviría, era el autor de novelas antisemitas muy exitosamente difundidas tales
como “El Kahal” y “Oro”, en tanto que la novela “LA BOLSA”, de Julián Martel, era de lectura
obligada en escuelas y colegios del Estado
Con el ascenso al poder del TERCER REICH EN Alemania, la
propaganda nazi se manifestaba en una campaña articulada desde la
embajada de ese país.
Ronald Newton, historiador del nazismo, afirma que
“el objetivo fue el acercamiento a intelectuales y personajes destacados del
país, a mediados de 1936 se fundó una Comisión de Cooperación Intelectual de 19
destacados criollos pro alemanes. Estos incluían a Gustavo Martínez Zuviría; al
Premio Nóbel de biología BERNARDO HOUSSAY, a Juan P. Ramos, decano de la Facultad de
Derecho de Buenos Aires, ideólogo fascista y colaborador de los alemanes desde
hacía largo tiempo, al político derechista Matías Sánchez Sorondo, a los
destacados médicos Gregorio Aráoz Alfaro y Mariano Castex, y a tres destacados
historiadores: Ricardo Levene, Carlos Ibarguren y a Roberto Levillier.
“ Se crearon instituciones desde las cuales se
promovieron viajes gratuitos a Alemania por parte de diversos sectores de la
población, periodistas de importantes diarios, profesionales, académicos,
estudiantes y jóvenes de familias relevantes de la sociedad. Cuando los viajes
no eran gratuitos eran subsidiados y este fue el caso de grupos que fueron a la
celebración de los Juegos Olímpicos de Berlín en 1939. El Club Hípico Alemán
fue utilizado por la Embajada como un espacio de la práctica hípica, descanso y
sociabilidad masculina donde eran invitados regularmente oficiales argentinos.
Newton estima, en un cálculo lo más aproximado a la verdad, que se estimaba que
un 10% de los oficiales del ejército eran pronazis. Entre ellos cita a los
generales Juan Bautista Molina, Basilio Pertiné (abuelo de la esposa de De la
Rúa), Benjamín Menéndez, Juan Pistarini etc.
El periodista DANIEL MUCHNIK cita una larga lista
de empresas argentinas con estrechos vínculos personales y comerciales” con
filiales alemanas de aquella época oscura como Loma Negra, de Alfredo Fortabat, o Garovaglio &
Zorroaquín, de Guillermo Zorroaquín, entre muchos otros apellidos actualmente
ilustres”.
LA RESPUESTA JUDEO ARGENTINA a la actividad del nazismo
alemán consistió, entre otras cosas, en un boicot a los productos importados de
Alemania que contó con la adhesión de los republicanos antifascistas. Familias
prominentes de origen alemán se unieron a las filas de la oposición al nazismo,
como fue el caso de ERNESTO ALEMANN que fundó la escuela Pestalozzi en 1934 que,
con la Germania Schule y el Cangallo Schule fueron las excepciones que se
opusieron al nazismo difundido a través de la educación y cultura germánicas
entre las restantes veinte escuelas alemanas.
Ante este estado de cosas
la comunidad judía se organizó, en 1933, en un acto contra las persecuciones de
judíos en Alemania, formando una comisión que en 1934 tomó el nombre de
Comité contra el Antisemitismo para quedar definitivamente consagrada en 1935
con el nombre de DAIA, convirtiéndose en el vocero de la comunidad para
denunciar todo ataque antisemita. Desde la izquierda judía, se formó la
Organización Popular contra el Fascismo y Antisemitismo ante las acciones
antisemitas y la llegada del nazismo al gobierno en Alemania.
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