¿Cómo me gustan la Historia y la Biografía!
“Porque vendrá gran necesidad sobre el país y cólera
contra este pueblo, y caerá al filo de la espada, y serán llevados cautivos a
todas las naciones y Jerusalén será pisoteada por los gentiles, hasta que
alcancen su plenitud los tiempos de los gentiles”,(Lucas, XXI, 23-24). Sobre la
fecha en que esto habría de ocurrir, Jesucristo precisó “En verdad os digo que
no pasará esta generación sin que antes todo se haya realizado”. (Lucas. XXI,
32-33).
La verdad es que profetizaba lo que ya había
ocurrido mucho antes, en el año 70, la destrucción de Jerusalém.
ASÍ EMPEZABA, EN LOS EVANGELIOS, A FRAGUARSE EL ANTISEMITISMO EN LOS
ORÍGENES DEL CRISTIANISMO.
No deja de ser una paradoja porque el cristianismo
es, en sus orígenes, todo él judío.
LA BIBLIA es el libro de los judíos, cuyos orígenes
pueden situarse en ocho siglos antes de que se creara el cristianismo. El dios
de la Biblia es el dios de los judíos a cuyo pueblo no deja de referirse permanentemente.
Al que dirige hacia la TIERRA PROMETIDA. Al que protege contra todos sus
enemigos. Y del que se considera único dios. El dios de la Biblia es el dios de
los judíos.
JUDÍOS FUERON LOS
FUNDADORES Y CREADORES DEL MITO CRISTIANO. Acataron sus leyes, las del pueblo judío. Y
esperaron el Salvador del pueblo judío. Confundido, a veces, con el mito,
creado por el imaginario colectivo, de Jesús Cristo, a quien, como Salvador o
Mesías, hacen descender de la casa de David y a quien consideran como Cristo,
ungido por dios.
El dios
judío. Hoy el dios cristiano es el mismo dios que se declaraba judío. Se lo
robaron a los judíos y a ellos les robaron su libro, la Biblia.
No es de extrañar que los cristianos, JUDÍOS
HELENIZADOS, distribuidos por la parte oriental del Imperio romano, entre
Grecia, Palestina y Alexandria, generaran un odio a muerte contra los judíos. A
quienes la Iglesia católica declaró deicidas y con esa condena han tenido que
deambular, huyendo de un país a otro, durante tantos siglos como tiene el
catolicismo. Hasta hace unos años la Iglesia los ha considerado deicidas.
PERO NO LES HA DEVUELTO NI
A SU DIOS NI SU LIBRO SAGRADO, LA BIBLIA.
Tal es el odio que el catolicismo le ha tenido a
los judíos que, en el siglo XX, el cardenal Griffith afirmó que sobre el pueblo
judío pesan una profecía y una maldición, por lo que nunca podrían construir su
propio Estado. Coincidía esta enemistad con la de los musulmanes quienes, en
respuesta a la decisión de los judíos de crear su propio Estado, crearon, en
1945, la LIGA ÁRABE con el objetivo de impedir la construcción del Estado de
Israel. Ni católicos ni musulmanes estaban dispuestos a permitir que Jerusalém quedara
bajo el poder del Estado de Israel.
La política exterior de la DICTADURA FRANQUISTA,
apoyada por la Iglesia católica, institución que proporcionó a esta Dictadura
la ideología, los valores y la moral cristiana, la conciencia de clase de la
Dictadura, sin la cual Franco no hubiera podido morirse en la cama, la política
exterior de la España nacional católica
se proyecto, junto con la fantasía de la Hispanidad católica, sobre la alianza
con todos los países árabes. Franco hizo una virtud de la necesidad. Y no fue
hasta la instauración de la democracia cuando, con muchas dificultades, España
acabó reconociendo el Estado de Israel, a pesar de la Iglesia. Que hasta muchos
años después no ha levantado la calificación de deicida del pueblo judío al que
robó la Biblia y su propio dios.
Durante el NACIONALCATOLICISMO fuimos educados en
el odio a los judíos. Como los nazis, nacimos cristianos y antisemitas. Éramos
inocentes pero nos inocularon esa ideología que se ha proyectado no sólo en la
Falange, que eran antisemitas, sino en las nuevas generaciones que se fueron
incorporando a los partidos de izquierdas. De ahí que tanto los falangistas
como los franquistas y las izquierdas hayan simpatizado siempre con los pueblos
árabes y difícilmente con los judíos. Nuestro subconsciente, que existe, aún
conserva el antisemitismo que mamaron nuestros antepasados y nos transmitieron,
inconscientemente, a todos sus herederos.
Pero nuestra educación antisemita empezó muchos
siglos antes del triunfo del NACIONALCATOLICISMO en España. Voy a mezclar aquí mis propios relatos con
importantes notas, tomadas de un texto de Juan B. Bergua, “Historia de las
Religiones, El Cristianismo, tomo I, Ediciones Ibéricas, Madrid, 1977, nota
350, pg. 425. La Iglesia se fue construyendo entre los judíos helenistas,
especialmente después de la destrucción de Jerusalén, año 70, en competencia
con los judíos por lo que éstos fueron calificados de “deicidas” y condenados y
perseguidos, en todo tiempo histórico en justo castigo por ser asesinos del
dios, que les robaron los cristianos.
El triunfo de la institución episcopal cristiana
comienza en el momento en el que el EMPERADOR CONSTANTINO la instrumentaliza
como religión monoteísta, necesaria para garantizar la unidad política
imponiendo la unidad religiosa a todos los súbditos del Imperio.
Finalizando el siglo IV el EMPERADOR TEODOSIO suprimió
el patriarcado judío penalizando el proselitismo judío. Y proclama el
cristianismo como única religión oficial prohibiendo todos los demás cultos.
Por imperativo categórico la cristianismo se imponía a todos los súbditos del
Imperio.
EN EL AÑO 439 UNA LEY VEDA A LOS JUDÍOS puestos y
honores militares. En los concilios de Vannes, 465, Agde, mismo año, Epona,517,
Orleans, 533, y Clermont, 535, se prohíbe a los cristianos comer con los
judíos, casarse con los judíos y mezclarse con ellos. En el 681, después de la
conversión de los visigodos al cristianismo, en el Concilio de Toledo se
decreta: “Está absolutamente prohibido a los judíos tener siervos o esclavos
cristianos”. En el concilio de Meaux, año 808, se cambia la liturgia de los
rezos del Viernes Santo, referente a los judíos: se suprime el arrodillar, en
lo que a ellos afecta, y se introduce la expresión el “pérfido judío”.
SANTO TOMÁS DE AQUINO, afirmó: “Sería lícito
mantener a los judíos, a causa de su crimen, en servidumbre perpetua y entonces
los príncipes podrían considerar los bienes de los judíos como pertenecientes
al estado. Los judíos son los esclavos de los príncipes”. El patriarca de
Constantinopla, Juan Crisóstomo, que quiere decir “boca de oro”, considerado
por la Iglesia como una de los cuatro grandes padres de la Iglesia proclamó:
“La sinagoga, lejos de ser un lugar en el que dios es adorado, es un lugar de
idolatría. Es una casa de libertinaje, una casa de ladrones, una guardia de
bestias salvajes e impuras. No olvidéis que la sinagoga es la mansión del
demonio, la ciudadela del diablo, el lugar de toda perdición y no tan sólo la
sinagoga, sino el alma misma de los judíos”.
Hacia el año 1095, el PAPA URBANO II puso en marcha
la primera cruzada. Con motivo de la conquista de Jerusalém, 1099, fue
incendiada por los cristianos la sinagoga con los judíos encerrados en ella.
Durante la segunda cruzada el ensañamiento contra los judíos fue aún mayor.
EN INGLATERRA, EN 1141 empezaron las matanzas de
judíos. Se continuaron en Würzbur, 1147, en Colonia, 1150, en Blois, 1171, en
Bray-sur-Seine, 1191. En 2015 en el concilio de Letrán se prohibió a los judíos
ocupar cargos y se les obligó a vestirse con una indumentaria que los
distinguiera de los cristianos. Fueron confinados en guetos y se les impuso un
horario de entrada y salida.
DURANTE LAS CRISIS Y PESTE de los siglos XIX y XV
el antisemitismo fue una válvula de escape, como durante el nazismo, para
culpar a los judíos de los males de la economía. En esa situación el clero,
como luego haría durante las guerras carlistas y la Guerra civil española
enalteció los ánimos populares desencadenando violentos pogromos.
Finalizando el siglo XIV, LA CRÓNICA DE ENRIQUE III
hablaba de los muchos judíos que asesinaron los cristianos. Los judíos que
optaban por la conversión para librarse de las furias cristianas tampoco lo
tuvieron fácil durante los siguientes siglos. La “Sentencia-Estatuto” de Pero
Sarmiento, finalizando el siglo XV, revelaba un odio feroz contra los
conversos. A esta masacre de judíos hay que añadir la que hubo con los herejes
y con 3.000.000 de mujeres, la última asesinada en el siglo XIX, acusadas de
brujas.
Luego vendrían todo tipo de persecuciones,
prohibiciones, condenas y así hasta el siglo XX, donde en Rusia la policía
elaboró “Los protocolos de los Sabios de Sión” para justificar la persecución y
asesinato de judíos. Y así hasta las cámaras de gas donde se incineraron
millones de judíos. Después de arrancarles el cabello, los dientes de oro y
todo lo que tuviera utilidad para armar al ejército nazi. Lo que sí fue un
libro de humor negro fueron las declaraciones de Hitler sobre los judíos,
recogidas por su amigo Dietrich Echart en su libro “Der bolchevismus von Moses
bis Lenin”, (El bolchevismo de Moisés a Lenin), 1924. Al mismo tiempo los
católicos polacos, la tierra del papa Juan Pablo II, y los católicos croatas
practicaban el deporte de cazar judíos sin reparar en todo tipo de crueldades.
Antes y después de la II Guerra Mundial. Juan Pablo II no dijo ni una palabra.
No pretendo exculpar de su responsabilidad a
Zapata, pero puede calificarse de chiste una masacre? Se puede hacer un chiste
con el sufrimiento de los demás? Sí, si eres nazi, polaco, croata o musulmán,
te troncharás de risa; pero pregúntale a un judío, a Amnistía Internacional o a
cualquier defensor de los Derechos Humanos, de todos los humanos. Y de las
mujeres. Y de los niños. Y de los ancianos… De los judíos también. A alguien
puede producirle risa una masacre humana?
En qué escenario hay que situarse para contar este
chiste? ¿En los hornos crematorios nazis? ¿En el infierno de Dante? ¿En las
trincheras de los soldados asfixiados con gases durante la Iª Guerra Mundial?
¿En Hiroshima y Nagasaki? En el escenario de la guerra de Vietnam?¿Recuerdan
aquella niña vietnamita huyendo aterrorizada del napalm? O, tal vez, en el
subconsciente de cualquier persona sadomasoquista?
Como que el sadomasoquismo es una consecuencia
inevitable del nacionalcatolicismo, Ya va siendo hora que nos psicoanalicemos y
nos purguemos de ese siniestro pasado. La autocrítica es necesaria porque nos
ayuda a descubrir errores que hemos heredado del pasado, como víctimas y que no
cometeríamos, si fuéramos conscientes de la gravedad de lo que decimos.
Y, a propósito del papa, ahora llega DON FRANCISCO,
vestido de florecilla campestre, y, como vive en las lunas de Júpiter, no se ha
enterado que hace setenta años de que los científicos, políticos y movimientos
ecologistas lleven predicando sobre las consecuencias perniciosas de la
explotación del planeta Tierra.
Si hubiera leído “EROS Y CIVILIZACIÓN” de Marcuse,
publicado en los años sesenta o “La sociedad opulenta” de Galbraith, años
setenta, se hubiera ahorrado hablar de lo que ya se sabía. El problema es que
estos autores junto con Descartes, Locke, Hobbes, Voltaire, Rousseau…no los
puede conocer porque están secuestrados en el Índice inquisitorial de libros
prohibidos. Aislado en su lámpara, acaba de descubrir el problema ecológico. Y
qué hace? Utilizarlo, sin reparo ni dignidad ninguna, para emitirnos un mensaje
de contenido cristiano. Por la ecología al cielo. Si está libre de polución,
claro.
Dice que el estado de perfección es el estado de
necesidad. Abandonemos todo el bienestar conquistado y volvamos a la EDAD
MEDIA, donde si no la polución, sí la peste y otras enfermedades, la herejía y
la Inquisición, nos garantizarán la muerte antes de los 30 años. No era
necesario que el papa insistiera en lo mismo que ya se ha propuesto conseguir
el neoliberalismo: reducir el 80% de la población mundial al estado de
perfección: la miseria.
Y ESTO TE LO CUENTA UN
SEÑOR QUE VIVE EN UN ESTADO CUYOS tesoros valen más que toda la reserva federal y que
cuando viaja lo hace en un Boeing para él solito y sus colegas. Y, encima, no
paga nada. En aplicación de su encíclica ¿empezaremos a ver al papa, a los
cardenales, obispos y deanes viajar montados en burra? Como Jesucristo. Y a los
curas, monjas y catequistas en autostop para no polucionar con sus coches. Es
que todos tienen coche y son miles. O con ellos ¿no va su propio sermón?
Y ahora, va y dice que quiere que seamos castos
pero, ¿qué le hemos hecho a este hombre? (Javier
Fisac Seco.)