Estudio
en el Seminario conciliar de Villa Devoto. Director fundador del Círculo de
Obreros. Autor de más de 20 obras escritas. Todos los domingos a las 13 hs.
se podía oír su voz por LR8 Radio París sobre los temas sociales más
variados. Eso era para 1935. En el peronismo advirtió la posibilidad de
conciliar su militancia política con las necesidades de renovación social. En
1946 Juan y Eva Perón participaron en la peregrinación anual al santuario de
Luján. Comulgaron en la basílica mientras las campanas eran echadas a vuelo.
El éxito popular de ese gesto fue obra de Filippo.
Durante
1947 y 1948 fue adjunto eclesiástico de la Presidencia de la Nación. Fue
diputado nacional por el peronismo en 1948. Más de una vez desde el púlpito
se trenzó en disputa ideológica con las “señoras bien” antiperonistas de esa
zona de clase media-alta. Después de la caída del peronismo, su parroquia de
la “Inmaculada Concepción” en el barrio de Belgrano, fue escenario tumultuoso
de las misas en memoria de Evita en cada aniversario de su deceso.
EVA PERÓN
murió con la cercanía de dos clérigos. Uno
FILIPPO. El otro, HERNÁN BENÍTEZ, que, en los setenta, habría de salir
a pedirle a Perón que no desautorizara a la guerrilla. Cierta tarde lo fuimos
a ver con algunos compañeros de Envido y nos largó una larga parrafada sobre
la cuestión: si Perón le hacía caso a la dictadura de Lanusse y desautorizaba
a la guerrilla, estaba liquidado.
Filippo,
otra cosa. Era fascista, pero en serio: fascista, fascista. Y era peronista.
Y peor: Perón, a poco de asumir su gobierno, en 1946, lo nombra... ¡Adjunto
Eclesiástico a la Presidencia de la Nación! Entre tanto, los muchachos de
FORJA, los Scalabrini, los Jauretche, los Manzi o el más que talentoso
Leopoldo Marechal, autor del Adán Buenosayres, no eran convocados.
Perón
elegía escritores, intelectuales cortesanos. A los otros, les desconfiaba.
Después de todo, con él, para pensar, ya nada más se requería. Marechal languidecía
en puestos no deleznables pero poco eficaces del ámbito educativo. La
Universidad era tierra tomada por Santo Tomás, por las esencias, por el
catolicismo ultramontano y los grupos falangistas. No es posible evitar a
Virgilio Filippo. Además sería incorrecto. Que lo haga un peronista que
quiere contar la historia rosa de su movimiento, vaya y pase. Pero se
equivoca: una historia, aunque uno esté con una parte de su corazón puesta en
ella, se cuenta con sus luces y sus sombras.
Hay un
riesgo. Todo relato es un viaje. Al final es posible que seamos otros. O se
acepta ese riesgo o uno no se mete en el relato. El sociólogo Horacio
González da en el clavo cuando detecta la pasión de lo conspirativo como eso
que constituía a Filippo: “No creo ser inexacto si digo que Filippo actuó
lunáticamente y que en su papel de exaltado guerrero de la fe había en él
algo de ‘crasa teología absurda’ tal como el cineasta Glauber Rocha llegó a
ver en el militante católico brasilero Gustavo Corcâo (...) Su especialidad
era la denuncia de la gran conspiración y sus reclamos de represión hasta
podrían ser un añadido baladí en la providencialista tarea del cruzado.
Ciertamente, el cura de Belgrano fue un hombre prolífico y combatiente,
atrabiliario maestro conspirador y a la vez caprichoso detector de
conspiraciones” (Horacio González, Filosofía de la conspiración, marxistas,
peronistas y carbonarios.
¿Cómo no
habría de encontrar un tipo como Filippo, que estaba un poco loco, por
decirlo claro, pero lo estaba de un modo peligroso, es decir, lo estaba para
los demás, una conspiración feroz en el comunismo internacional? Retrocedamos
pero para regresar con más fuerza, más datos. Virgilio Filippo (1896-1969)
empieza a arrojar por medio de los micrófonos de Radio Sarmiento de Buenos
Aires la preocupación de su Iglesia Católica acerca de la trágica situación
que se vivía en el plano internacional, y de la que Argentina, siempre lejana
a todo, debía sentirse preocupada. A ello la impelía el prelado.
Filippo encuentra de inmediato el mal que el
mundo padece. Es el comunismo. Escribe el periodista y escritor Germán
Ferrari: “Son elocuentes las menciones a ‘el judío
Lenin’ ‘el judío Marx’
‘el judío Sigmund Freud’ ‘la
España Roja’ ‘la infame Revolución
Francesa’ ‘la inquina roja argentina’.
“Filippo es un pionero en usar la radio con
fines político-religiosos: a partir de 1935 publica Conferencias
radiotelefónicas, El reinado de Satanás, Sistemas genialmente antisociales y
El monstruo Comunista. Pero, ¿es un simple propagandista más del nacionalismo
católico? Autor de más de treinta libros, folletos, traducciones y hasta
piezas musicales, este presbítero –párroco de Villa Devoto y de Belgrano– es
uno de los primeros integrantes del clero en expresar sus simpatías por Juan
Domingo Perón, cuando el militar aún era un ascendente miembro de la
dictadura que triunfó en 1943. Con la victoria electoral de la fórmula
Perón--Quijano, esa adhesión incondicional es premiada y en 1948 se incorpora
a la Cámara de Diputados por un período de cuatro años. En otro de sus
libros, El Plan Quinquenal de Perón y el comunismo (1948), Filippo reafirma
su compromiso con el ideario justicialista, al que considera seguidor de la
doctrina social cristiana, y aprovecha para profundizar su predicación anticomunista”
(Ferrari, Ibíd.).
El libro
en que el cruzado anticomunista y, a la vez, ferviente justicialista y asesor
espiritual de profesión, la emprende contra el comunismo es: EL PLAN
QUINQUENAL DE PERÓN y el comunismo. En la tapa vemos a un joven y viril Perón
que enarbola una bandera argentina y pisotea el célebre “trapo rojo del
comunismo
El Código actual fue promulgado por
JUAN PABLO II en 1983, y en ese entonces, haciéndose eco de él, un sacerdote
renunció a la banca que ocupaba en la Legislatura de los Estados Unidos.
CONTRA LOS CURAS EN LA POLÍTICA. En
1983, cuando el Papa iba a visitar Nicaragua, era un tema conflictivo la
presencia de tres sacerdotes -Miguel D´Escoto, Fernando y Ernesto Cardenal-,
con rango de ministros, en el gobierno sandinista. Se acordó que ellos no
estuvieran en los actos; no obstante, Ernesto Cardenal se hizo presente en el
aeropuerto de Managua y se arrodilló ante el Papa. Este le dijo -señalándolo
con el índice, en lo que la prensa oficialista quiso hacer pasar como una bendición-:
"Usted debe arreglar su situación con la Iglesia".
En el Código anterior, de 1917, la
prohibición estaba matizada por la posibilidad de obtener una licencia.
Sin remontarnos a otras épocas, con
distintas normas y situaciones sociales (como que en el Congreso de Tucumán
de 1816 casi la mitad de los patriotas que declararon la Independencia eran
sacerdotes), puede verse algún caso ejemplificativo. El padre Virgilio
Filippo, párroco de la Redonda, de Belgrano, fue elegido diputado nacional,
en 1948, por el Partido Peronista y ejerció su mandato hasta 1952, sin dejar
de ejercer su ministerio en esa parroquia, en la que estuvo hasta su muerte,
en 1969.
En las elecciones de 1946, el padre LEONARDO
CASTELLANI fue candidato a diputado en segundo término en la lista de la
Alianza Libertadora Nacionalista. Castellani era entonces jesuita -la
Compañía lo expulsó en 1949- y fue objetado por el Partido Demócrata
Progresista, en ese momento aliado al Partido Comunista. La objeción era
porque la ley electoral excluía a los eclesiásticos de órdenes religiosas.
Curiosamente, el apoderado del PDP, Roberto L. Rois Correa, decía que hasta
hubiera deseado incluir en su propia lista a algún miembro del clero secular
de filiación democrática.
En 1994, el ex obispo de Neuquén
Jaime de Nevares fue elegido constituyente por elFrente Grande, pero al
reunirse la convención renunció.
Un
caso fue del padre LUIS FARINELLO. Al tiempo que sostenía que "un
sacerdote no puede ser de un partido porque tiene que ser hombre de todos",
formó el Polo Social y fue candidato, en 2001. El obispo de Quilmes, Jorge
Novak, lo autorizó a hacerlo, al tiempo que le permitía oficiar misa sólo sin
fieles. A su vez, Novak lo exhortaba a atenerse a su condición de bautizado y
clérigo, defender las enseñanzas de la Iglesia, sobre los derechos humanos,
que incluyen la vida desde la concepción y la opción por los pobres, y
"evitar toda actitud que lesione la comunión eclesial".
Farinello no entró en el Senado y al
año siguiente se confesó defraudado: "Sufrí mucho. La política es más
sucia de lo que creía. El poder y el dinero estropean todo. No hay
humildad".
Además del criterio doctrinal, al
parecer, el obispo Pedro Ronchino estimó que las experiencias conocidas
estimulan a no exponer a un sacerdote a los fuegos cruzados de la política;
aun con el deseo de fomentar la unidad, puede generar conflictos partidarios.
----EL DIPUTADO PORTEÑO POR EL
PRO, EL RABINO SERGIO BERGMAN, SI SE ATIENE A LOS CÓDIGOS DE LA FE, TENDRÍA
QUE RENUNCIAR A SU BANCA. Es una
vergüenza. No se puede predicar por un lado y
meterse en el mundo de las falsedades por el otro.
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lunes, 27 de abril de 2015
VIRGILIO FILIPPO: UN ANTISEMITA CON SOTANA.
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