LA ÓPERA PARA NIÑOS BRUNDIBÁR es un cuento de hadas
con un mensaje bastante conocido, el bien triunfa sobre el mal.
Pero
al situar la obra en el contexto de Theresienstadt, el campo de concentración
nazi en Checoslovaquia, donde fue representada entre 1943 y 1944, hay otro
contenido debajo de ese texto tan aparentemente inocente y moral, donde el bien
siempre triunfa. El parecido de Hitler con Brundibár, el organillero malo
que afirma que la plaza del pueblo le pertenece, era obvio para el público
adulto. Pero no para su elenco infantil, insiste su cantante
principal.
"Los adultos lo interpretaron como
un mal hombre que asusta a todos", contó Greta Klingsberg, quien tuvo el papel de
Anika, el personaje central."Pero los niños nunca nos dimos cuenta. Para
nosotros, Brundibár era el personaje más popular. Tenía un bigote
que subía y bajaba cuando cantaba. Nos pareció muy divertido”.
La ópera, del compositor judío-checo HANS KRÁSA, que estaba preso en Theresienstadt,
cuenta la historia de un hermano y una hermana que quieren tocar música en la
calle, en la plaza, pero son echados por Brundibar (abejorro) que es un músico
sin talento que se viste muy llamativamente. Así que los hermanos traman
una trampa para poder echarlo a él... "Al final de la ópera, cuando habían
logrado expulsarlo, le dábamos la bienvenida en el escenario con los brazos
abiertos. Él era uno de nosotros, nuestro adorable Brundibár. No podíamos ver
el mensaje político”.
La ópera les brindaba a los niños de
Theresienstad un mundo de fantasía , incluso también para la vida cultural
del campo - debido al elevado número de artistas también prominentes de Europa
Central encarcelados allí - y que fue cínicamente promovida por los nazis
con fines de propaganda. "Cuando eres un niño, te identificas con todo lo
que haces", dice Klingsberg, que tenía 13 años en ese momento, y era la
única responsable de su hermana menor. Sus padres se habían escapado de
Checoslovaquia a Palestina. "Así que cuando yo estaba en el escenario,
tenía una escuela, un gato, y un helado. Todas estas cosas que no habíamos
visto por años, de repente, se hicieron casi reales. Fue maravilloso. Estos
fueron los momentos de infancia normal para mí, y para todos los niños que
participaron en esta ópera. Por eso es que era tan especial. En el campamento,
dejaron de llamarme Greta y me llamaron Aninka”.
Después de haber sido elegida para el papel debido
a su perfecta afinación, que ya había demostrado en otras
producciones en el campo, en el Réquiem de Verdi, La novia vendida de Smetana y La flauta mágica de Mozart, Klingsberg la
cantó más de 50 veces. Hubo un espectáculo especial en 1944 para los
crédulos representantes de la Cruz Roja, que vinieron a investigar las condiciones de
vida del campamento.
Theresienstadt se
convirtió en una "aldea Potemkin" para la visita, los presos más
enfermos habían sido previamente deportados a Auschwitz para reducir
el hacinamiento.
La Cruz Roja creyó todo lo que les dijeron y
mostraron y al final de su visita, fue proyectada una película de propaganda
llamada EL FÜHRER LES DA UNA
CIUDAD A LOS JUDÍOS, en la que también Klingsberg cantó– era
una chica alta y pensativa, con una melena de pelo oscuro, con un delantal
cantando con todo el corazón.
"Sólo me enteré de que estaba en la película
hace unos 10 años", dice Klingsberg. Un amigo estaba de visita en YAD VASHEM, el Museo del Holocausto de
Jerusalén, "y vio el momento en el que aparezco. '¿Cómo te diste cuenta
que era yo?' le pregunté. 'Los ojos grandes, la nariz grande, ahora sólo tienes
un poco más de arrugas ", respondió. Así que fui a verla por mí misma y
estaba muy orgullosa de no haber fingido el canto frente a la cámara”.
La mayoría de los niños, los músicos, el
compositor Krása y su
director Kurt Gerron,
fueron asesinados en las cámaras de gas. En el proceso de selección al azar,
Klingsberg fue elegida para el trabajo esclavo; su hermana Trude, fue enviada a la muerte
en las cámaras de gas, aunque ella sólo lo descubrió mucho más tarde. Klingsberg
pasó meses en una serie de campos antes de ser devuelta a Theresienstadt, donde
fue liberada por el ejército soviético en mayo de 1945.
Klingsberg ahora
tiene 85 años y vive en Jerusalém, donde disfrutó durante años de una
exitosa carrera operística. Pero nunca dejó a Brundibár, dice ella. Ha
traducido el libreto al hebreo, y a menudo es llamada a asesorar producciones
de todo el mundo, más recientemente en Kosovo y Grecia. "Una vez, unos
años más tarde, una mujer se me acercó cuando estaba visitando Checoslovaquia y
me dijo que 'Yo estaba en Theresienstadt contigo. Una vez que estuviste enferma
estuve muy feliz porque me pidieron que cantara tu papel. Gracias por eso“.
(Greta Klisberg)
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