Es bueno saber….
En 1945, a punto de acabar la segunda guerra mundial, los americanos
hicieron un hallazgo que hubiera hecho palidecer de envidia al mismísimo Indiana
Jones. Oculto en una mina de sal, en Austria, los aliados encontraron un
inmenso botín de guerra de los nazis, que seguramente lo ocultaron allí, en
espera de mejores días que nunca llegaron.
El botín escondido en aquella mina era cuantioso en oro, plata, joyas y obras de arte de incalculable valor, de las que se apoderaron en cada pueblo y ciudad por las que pasaron.
El botín escondido en aquella mina era cuantioso en oro, plata, joyas y obras de arte de incalculable valor, de las que se apoderaron en cada pueblo y ciudad por las que pasaron.
En medio de todo este tesoro, llamaba la atención un cuadro -desconocido
hasta esa fecha- del pintor holandés del s XVII, JOHANNES
VERMEER, famoso sobre todo por su fascinante cuadro la joven de la perla
(conocido también como la mona lisa del norte).
Este nuevo cuadro encontrado, se llamaba LA MUJER ADÚLTERA y no estaba catalogado en
la lista de obras del muy cotizado pintor. Fue enviado donde varios
especialistas y peritos de arte, quienes después de examinarlo no tuvieron
dudas de que estaban ante un valiosísimo hallazgo, un Vermeer auténtico hasta
entonces desconocido.
Llenos de asombro, quisieron saber la procedencia del cuadro y gracias a
la muy eficiente burocracia alemana, que lo llevaba todo archivado, no fue tan
difícil.
Para sorpresa de todos se descubrió que el valioso cuadro no pertenecía a ninguna incautación o saqueo, sino que había sido comprado en Ámsterdam y se había pagado por él la suma de 850.000 dólares en efectivo, y que su comprador había sido, nada más y nada menos, que Hermann Göring, el lugarteniente de Hitler.
Para sorpresa de todos se descubrió que el valioso cuadro no pertenecía a ninguna incautación o saqueo, sino que había sido comprado en Ámsterdam y se había pagado por él la suma de 850.000 dólares en efectivo, y que su comprador había sido, nada más y nada menos, que Hermann Göring, el lugarteniente de Hitler.
Al buscar en los archivos
al vendedor, se encontraron con un desconocido pintor llamado Han Van Mmeegeren, que curiosamente para esa época
de la post guerra, gozaba de un nivel de vida bastante holgado, mucho más alto
que el de un ciudadano promedio.
Enseguida fue detenido y acusado de ser cómplice de los nazis y de
traición a la patria, esto último por traficar con obras del patrimonio
cultural holandés. Vender un Vermeer a los nazis fue visto como un sacrilegio
para los holandeses y era casi seguro que el desconocido pintor terminaría en
la horca.
Van Meegeren trató de justificar la procedencia del cuadro, pero cayó en
numerosas contradicciones y no convenció a nadie. Así que, como ya se veía
colgando de una cuerda, decidió contar la verdad. Confesó que él mismo había
pintado el cuadro, que la tan cacareada obra de arte era sólo una falsificación
y que en total había vendido seis cuadros de su autoría, haciéndolos pasar como
Vermeer auténticos y por los que le habían pagado grandes sumas de dinero.
Obviamente que ni los jueces ni los fiscales se creyeron la historia,
además de que los expertos en arte certificaban al cuadro como auténtico y
decían que era imposible que se tratase de una falsificación. Dadas las
circunstancias y a punto de ser declarado culpable y llevado a la horca, Van Meegeren
pidió al jurado que le permitiesen demostrarlo allí mismo, pintando un cuadro
ante la corte que lo juzgaba, y su petición fue aceptada.
Empezó explicando las técnicas que utilizaba. Primero buscaba en tiendas
de arte y galerías cuadros de poco valor, pero cuyas telas fueran del siglo XVII
luego seguía un minucioso proceso que imitaba el método de trabajo de Vermeer. Van
Meegeren se había sumergió en las biografías de los antiguos maestros
estudiando sus vidas, sus ocupaciones, sus técnicas y sus catálogos. Dijo que
le tomó seis años poder imitar sus técnicas.
Utilizaba pinceles de pelo de tejón y para el tono azul usaba
lapislázuli, que lo hacía traer de Inglaterra. La fórmula original del aceite
para las mezclas dijo haberla sacado de viejos manuscritos y también usó
ciertos productos químicos para que sus pinturas parecieran tener 300 años. Después
de terminar una pintura, la secaba con formaldehido, la horneaba entre 100 y
120ºc para endurecerla y luego la enrollaba en un cilindro para aumentar las
grietas. Finalmente lavaba las pinturas en tinta china para rellenar e imitar
las grietas y estrías que tienen las piezas del auténtico pintor.
Todo este proceso en manos de un buen artista como Van Meegeren, lograba que los cuadros realmente pareciesen auténticos Vermeer.
Todo este proceso en manos de un buen artista como Van Meegeren, lograba que los cuadros realmente pareciesen auténticos Vermeer.
Entre julio y diciembre de 1945, y bajo la atenta mirada del jurado,
reporteros y testigos, Van Meegeren pintó su última falsificación, "EL JOVEN
CRISTO EN EL TEMPLO".
Este nuevo cuadro
igualmente pasó la criba de todos los expertos que lo examinaron, asombrándose
de su increíble capacidad de falsificación.
Al final del juicio, Han Van Meegeren logró salvar su vida. El 12 de
noviembre de 1947 fue condenado tan solo a un año de prisión, pero nunca lo
llegó a cumplir, porque antes de ser encarcelado sufrió un ataque cardíaco y
murió el 30 de diciembre de 1947, a la edad de 58 años.
Lo más irónico de todo es que durante el tan sonado proceso judicial se
convirtió en una celebridad en su país. De traidor a la patria se convirtió en
héroe nacional pues pasó a ser "el holandés que le metió el dedo a Goering",
"el compatriota que engañó a los nazis", pero así es la vida, nunca
pudo disfrutar de su fama.
En la actualidad, su trabajo como pintor es reconocido y sus cuadros y
hasta sus falsificaciones se cotizan bastante bien, de hecho su viuda hizo una
fortuna. hoy en día, con las nuevas tecnologías, sus falsificaciones no
pasarían como Vermeer auténticos, pues los análisis detectarían enseguida que
los elementos usados para los colores no pertenecen al siglo XVII.
Van Meegeren no falsificó solamente a Vermeer, mucho antes ya había
imitado obras de algunos de los más famosos artistas del siglo de oro holandés.
Su falsificación más exitosa fue LOS DISCÍPULOS DE EMAÚS (al noroeste de Jerusalém),
realizada en 1937 mientras vivía en el sur de Francia. esta pintura fue
aclamada por algunos de los más importantes expertos de arte como "la
mejor obra de Vermeer que habían visto". Pues nada, era simplemente obra
de aquel brillante y astuto pintor contemporáneo.
(x)
Para los interesados: la
película LA JOVEN DE LA PERLA.
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