INMIGRANTES:
EL MIEDO Y EL DESPRECIO. El
socialismo aparecía a los ojos de los buenos católicos y los avanzados
liberales como un engendro diabólico producto de un conspiración judía urdida
desde la masonería, o del proyecto contenido en el texto de los Protocolos de
los Sabios de Sión.
El
catolicismo, ante estos hechos, aprovechaba para descargar toda su indignación
sobre los judíos y lo que representaban -a sus ojos- la alianza con los
socialistas y con los banqueros en su propósito de apoderarse del mundo. No
encontraban ninguna contradicción en esa proposición. Esa virulenta asociación
entre judaísmo, socialismo y banqueros, estimuló actos antisemitas y hostiles
por parte de funcionarios públicos. El clericalismo se dedicó en una intensa
campaña de propaganda al difundir el concepto de que los judíos se proponían
apoderarse del mundo, y en la Argentina planeaban hacerlo a través de las
grandes empresas y capitales financieros, apoyándose en la inmigración y la
colonización de la provincia de Entre Ríos.
También
la afiliación sindical, según la iglesia, respondía al mismo objetivo y la
insistencia en que socialismo y judaísmo eran la misma cosa, era el tópico
difundido por el antisemitismo mundial a través de los Protocolos de los Sabios
de Sión.
Las
objeciones y la repulsa hacia los inmigrantes se evidenciarían en diversos
escritos, Sarmiento expresó su rechazo por una nueva población tan heterogénea,
aferrada a su idioma y cultura de origen, también Ricardo Rojas expresó ideas
similares. Se desplegó todo un ideario criollista, lleno de valores míticos
atribuidos a la población mestiza tales como el desinterés, generosidad,
altruismo etc. encarnados -muy particularmente- en la figura arquetípica del
gaucho al que, en realidad, esa misma clase había ayudado a eliminar con la
papeleta de conchabo, por vago y mal entretenido. Se idealizó la grandeza del
pasado hispánico y católico, portador de valores ancestrales, tales como la
nobleza y el desprendimiento propios de una hidalguía innata.
Era
necesario “argentinizar” a esa masa desprovista de escrúpulos, llena de codicia
y ambición. No se ahorraban calificativos peyorativos para aquellos que
llegaron a la Argentina llenos de esperanzas, escapando de la miseria, la
guerra y las persecuciones. También hubo objeciones a la calidad biológica de
estos nuevos argentinos; con falsos argumentos científicos se pretextó la
inferioridad genética para justificar el rechazo a los judíos. Surgió un
pensamiento nacionalista que se expresó desde vertientes opuestas, desde el
liberalismo y desde el nacionalismo católico, en ambos pueden advertirse
resabios antisemitas, en algunos más fuertes que otros, cuando se produjeron
atentados y agresiones contra la población judía residente en Buenos Aires
nadie se sorprendió.
LA CONSTRUCCIÓN DE LA ARGENTINA CATÓLICA. En ese tiempo se realizó una alianza de
intereses entre la Iglesia y el liberalismo, pues el catolicismo será una de
las expresiones más importantes de definición de la argentinidad. Por esos días
comenzó a difundirse el rumor de que los colonos judíos que se estaban
estableciendo en la provincia de Entre Ríos, lo hacían con el propósito fundar
en la región un Estado sionista.
De
hecho, el Vaticano había demostrado su fuerte repulsa ante la reunión del
Primer Congreso Sionista en Basilea en 1897, expresaba un fuerte antagonismo a
la posibilidad de la creación de un Estado judío.
La Iglesia católica, en el orden mundial, hasta finales del siglo XIX había demostrado una falta de reflejos sorprendente al enfrentarse con el liberalismo y el socialismo, atrincherándose en posiciones reaccionarias y conservadoras, sin comprender que debía adecuarse a los nuevos tiempos y los cambios sociales producidos.
La Iglesia católica, en el orden mundial, hasta finales del siglo XIX había demostrado una falta de reflejos sorprendente al enfrentarse con el liberalismo y el socialismo, atrincherándose en posiciones reaccionarias y conservadoras, sin comprender que debía adecuarse a los nuevos tiempos y los cambios sociales producidos.
La
encíclica Rerum Novarum promulgada por León XIII salió con otro tipo de
respuestas a las necesidades y reclamos de los sectores populares. Esos signos
de renovación llegaron a la Argentina donde liberales, socialistas y
anarquistas, parecían haber logrado avanzar sobre la fe católica de la población.
En Buenos Aires la Iglesia salió a competir con socialistas y anarquistas, por
la misma clientela barrial, construyendo iglesias y creando actividades
parroquiales para captar al vecindario.
EUROPA: EL SURGIMIENTO DE “NUEVO” VIEJO
ANTISEMITISMO. El imperialismo que se expande en Europa
entre 1885 y 1914 se muestra, entre otras cosas, como una forma extrema del
pensamiento nacionalista. Ese nacionalismo, casi mítico, con argumentos
antisemitas y racistas, ejerció una fuerte atracción emocional en la población.
En general, el antisemitismo empezó a extenderse por toda Europa desde mediados
de 1880. El historiador Mommsen manifiesta que “Junto al postulado tradicional
que reclamaba la asimilación de los judíos en las diversas naciones y la
renuncia a sus peculiaridades religiosas y culturales... aparecieron voces que
pedían la exclusión radical de los judíos de toda manifestación de la vida
nacional, e incluso llegaron a formular oscuras amenazas de un posible
exterminio, si aquellos no se decidían a emigrar voluntariamente”.
MAURICE
BARRÉS fue en Francia el mentor ideológico del mensaje del nuevo nacionalismo
“integral” al que se unió el componente antisemita difundido en el libro de
Edouard Drumond “La France Juive” (1886), cuya difusión y éxito editorial
alcanzaron su momento más espectacular durante el CASO DREYFUS. El juicio donde
un oficial judío, el capitán Dreyfus, fue acusado y condenado a prisión por una
falsa acusación de espionaje a favor de Alemania generó un antes y un después
en la historia política europea e internacional. El debate y la lucha enconada
que entre distintos bandos se libró para defender o atacar a Dreyfus, evidenció
la existencia de un antisemitismo que suscitó en Teodoro Herzl el sentimiento
favorable a la creación de un Estado judío (ante tan grandes demostraciones de
odio).
La
virulencia de las cuestiones puestas en juego determinó una gran difusión
internacional del caso, por la fuerte posición del papado favorable a la teoría
de la culpabilidad de Dreyfus, aún cuando todas las evidencias demostraban lo
contrario. En 1880, se había fundado un órgano de prensa oficioso de la Santa
Sede, la Civiltá Católica, León XIII era el Papa reformador que dirigía la
Iglesia Católica en ese momento. Desde sus inicios había comenzado una campaña
apoyando los actos violentos cometidos contra los judíos. El historiador
francés León Poliakov sostiene que furibundas agresiones antijudías fueron
difundidas desde sus páginas sistemáticamente, desde fines del siglo XIX y
esporádicamente hasta mediados del XX, recurriendo como tópico frecuente el
tema de la acusación de crimen ritual.
LA
HISTORIA DE LOS JUDÍOS DE RUSIA Y POLONIA está marcada por numerosos y cruentos
ataques y períodos más o menos pacíficos, pero el punto de inflexión -o de no retorno-
para cientos de miles judíos de la región, fue el determinado por las
consecuencias del asesinato del Zar Alejandro II. En marzo de 1881 las
acusaciones recayeron sobre los judíos, por lo que se desencadenaron, sobre
ellos, todo tipo de medidas represivas y discriminatorias como las leyes de
residencia, desplazamientos y deportaciones masivas de la población, pogromo
cuyos ataques provocaron asesinatos, humillaciones, vejaciones y destrucción de
bienes, que hicieron de la inmigración la única salida viable para tanto
sufrimiento. En Rusia, un funcionario de los zares, Pedro Rachkvosky, escribió
un texto acerca de un complot judío para apoderarse del mundo en una
conspiración que incluía a judíos de izquierda, capitalistas, judíos en general
y en particular que acechaban en una conspiración para lograr la dominación,
explotación y venganza sobre el mundo cristiano. Se habían escrito “Los
Protocolos de los Sabios de Sión”, el que tanto odio antijudío provocó y
provoca con los millones de ejemplares que se continúan editando y difundiendo.
En 1905, luego de la Revolución, el Zar Nicolás II aprobó un proyecto de acción
común internacional contra los judíos, la difusión de los Protocolos fue uno de
los medios publicitarios antisemitas más efectivos. (ALICIA BENMERGUI)
---- El hombre no cambia, porque necesita
odiar para justificar sus propias miserias
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