¡Cómo me gustan la
Historia y la Biografía!
¡Quién lo había de decir! LA
TRATA DE ESCLAVOS, esa infamia que, según musulmanes, africanos y
europeos etnomasoquistas, constituye la mayor lacra de Europa, ahora resulta
que fue ampliamente superada, al menos en los siglos XVI y XVII, por la
cometida contra los nuestros por parte del ISLAM.
EL MUNDO MUSULMÁN—, no
reconoce ni deplora nada. Hay otra diferencia además: cuando nos querían
arrebatar a los nuestros, los europeos combatimos todo lo que pudimos al
enemigo (y así se produjo la victoria de Lepanto, y así tuvo lugar la expulsión
de los moriscos, que colaboraban en las razias). Y cuando capturaban a los
blancos, los padres terciarios y mercedarios intentaban rescatarlos. Nada de
todo ello existió nunca en África.
LOS
HISTORIADORES ESTADOUNIDENSES han estudiado todos los aspectos de la
esclavización de los africanos por parte de los blancos, pero han ignorado en
gran medida la esclavitud de los blancos por parte de los africanos del
Norte. ESCLAVOS CRISTIANOS, AMOS
MUSULMANES es un
libro cuidadosamente documentado y escrito con claridad sobre lo que se
denomina “la otra esclavitud”, que floreció durante aproximadamente la misma
época que el tráfico transatlántico de esclavos y que devastó a cientos de
comunidades costeras europeas.
En la
mente de los blancos de hoy, la esclavitud no juega en absoluto el papel
central que tiene entre los negros. Y, sin embargo, no se trató ni de un
problema de corta duración ni de algo carente de importancia. La historia
de la esclavitud en el Mediterráneo es, de hecho, tan siniestra como las
descripciones más tendenciosas de la esclavitud americana.
LA COSTA
DE BERBERÍA, que se
extiende desde Marruecos hasta la actual Libia, fue el hogar de una próspera
industria del secuestro de seres humanos desde 1500 hasta aproximadamente
1800.
Las
principales capitales esclavistas eran SALÉ (en Marruecos), TÚNEZ, ARGEL Y TRÍPOLI, habiendo sido las armadas
europeas demasiado débiles durante la mayor parte de este período para efectuar
algo más que una resistencia meramente simbólica.
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PRESTAR
ATENCIÓN. El
tráfico trasatlántico de negros era estrictamente comercial, pero para los
árabes los recuerdos de LAS
CRUZADAS y la
rabia por haber sido expulsados de España en 1492 parecen haber motivado una
campaña de secuestro de cristianos que casi parecía una YIHAD.
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“Fue
quizás este aguijón de la venganza, frente a los amables regateos en la plaza
del mercado, lo que hizo que los TRAFICANTES ISLÁMICOS DE ESCLAVOS FUERAN MUCHO MÁS
AGRESIVOS y en un
principio mucho más prósperos (por así decirlo) que sus homólogos
cristianos”, escribe el profesor Robert Davis.
Durante
los siglos XVI y XVII fueron más numerosos los esclavos conducidos al sur a
través del Mediterráneo que al oeste a través del Atlántico. Algunos
fueron devueltos a sus familias contra pago de un rescate, otros fueron
utilizados para realizar trabajos forzados en África del Norte, y los menos
afortunados murieron trabajando como esclavos en las galeras.
Lo que
más llama la atención de las razias esclavistas contra las poblaciones europeas
es su escala y alcance. Los piratas secuestraron a la mayoría de sus
esclavos interceptando barcos, pero también organizaron grandes asaltos
anfibios que prácticamente dejaron despobladas partes enteras de la costa
italiana. Italia fue el país que más sufrió, en parte debido a que Sicilia
está a sólo 200 km de Túnez, pero también porque no tenía un gobierno central
fuerte que pudiese resistir a la invasión.
Las grandes razias a menudo no
encontraron resistencia
CUANDO
LOS PIRATAS SAQUEARON, por
ejemplo, Vieste en el sur de Italia en 1554, se hicieron con el alucinante
número de 6.000 presos. Los argelinos secuestraron 7.000 esclavos en la
bahía de Nápoles en 1544, una incursión que hizo caer tanto el precio de los
esclavos que se decía poder “intercambiar a un cristiano por una cebolla”.
España
también sufrió ataques a gran escala. Después de una razia en Granada en
1556 que se llevó a 4.000 hombres, mujeres y niños, se decía que “llovían
cristianos en Argel”. Y por cada gran razia de este tipo, había docenas
más pequeñas.
La
aparición de una gran flota podía hacer huir a toda la población al interior,
vaciando las zonas costeras.
En 1566,
un grupo de 6.000 turcos y corsarios cruzó el Adriático para desembarcar en
Francavilla al Mare. Las autoridades no podían hacer nada, y recomendaron
la evacuación completa, dejando a los turcos el control de más de 1.300 kilómetros
cuadrados de pueblos abandonados hasta Serracapriola.
Cuando
aparecían los piratas, la gente a menudo huía de la costa hacia la ciudad más
cercana, pero el profesor Davis explica que hacer tal cosa no siempre fue
una buena estrategia: “Más de una ciudad de tamaño medio, llena de refugiados,
fue incapaz de resistir un ataque frontal de cientos de asaltantes. El capitán
de los piratas, que de lo contrario tendría que buscar unas pocas docenas de
esclavos a lo largo de las playas y en las colinas, ahora podía encontrar mil o
más cautivos convenientemente reunidos en un mismo lugar a los que tomar.”
Los
piratas volvían una y otra vez para saquear el mismo territorio. Además de
un número mucho mayor de pequeñas incursiones, la costa de Calabria sufrió las
siguientes depredaciones graves en menos de diez años: 700 personas capturadas
en una sola razia en 1636, 1.000 en 1639 y 4.000 en 1644.
DURANTE
LOS SIGLOS XVI Y XVII, los
piratas establecieron bases semipermanentes en las islas de Isquia y Procida,
cerca de la desembocadura de la Bahía de Nápoles, elegida por su tráfico
comercial.
Al
desembarcar, los piratas musulmanes no dejaban de profanar las iglesias. A
menudo robaban las campanas, no sólo porque el metal fuese valioso, sino
también para silenciar la voz distintiva del cristianismo.
En las
pequeñas y más frecuentes incursiones, un pequeño número de barcos operaba
furtivamente y se dejaba caer con sigilo sobre los asentamientos costeros en
mitad de la noche, con el fin de atrapar a las gentes “mansas y todavía
desnudas en la cama”. Esta práctica dio origen al dicho siciliano
“pigliato dai turchi” (“tomado por los turcos”), y se emplea cuando se coge a
alguien por sorpresa o por estar dormido o distraído.
Las
mujeres eran más fáciles de atrapar que los hombres, y las zonas costeras
podían perder rápidamente todas las mujeres en edad de tener hijos. Los
pescadores tenían miedo de salir, y no se hacían a la mar más que en
convoyes. Finalmente, los italianos abandonaron gran parte de sus costas. Como
explica el profesor Davis, a finales del siglo XVII, “la península
italiana fue saqueada por corsarios berberiscos durante dos siglos o más, y las
poblaciones costeras se retiraron en gran medida a pueblos fortificados en las
colinas, o a ciudades más grandes como Rimini, abandonando kilómetros de costa,
ahora pobladas de vagabundos y filibusteros”.
No fue
hasta alrededor de 1700 cuando los italianos estuvieron en condiciones de
prevenir las razias, aunque la piratería en los mares pudo continuar sin
obstáculos.
LA
PIRATERÍA LLEVÓ A ESPAÑA y sobre
todo a Italia a alejarse del mar y a perder con efectos devastadores sus
tradiciones de comercio y navegación: “Por lo menos para España e Italia, el
siglo XVII representó un período oscuro en el que las sociedades española e
italiana fueron meras sombras de lo que habían sido durante las anteriores
épocas doradas”.
Algunos
piratas árabes eran avezados navegantes de alta mar, y aterrorizaban a los
cristianos hasta una distancia de 1.600 kilometros. Una espectacular razia
en Islandia en 1627 dejó cerca de 400 prisioneros.
Existe la
creencia de que Inglaterra era una potencia naval formidable desde la época de
Francis Drake, pero a lo largo del siglo XVII los piratas árabes operaron
libremente en aguas británicas, penetrando incluso en el estuario del Támesis
para capturar y asolar las ciudades costeras. En sólo tres años, desde
1606 hasta 1609, la armada británica reconoció haber perdido, por culpa de los
corsarios argelinos, no menos de 466 buques mercantes británicos y escoceses. A
mediados de la década de 1600, los británicos se dedicaron a un activo tráfico
de negros entre ambos lados del Atlántico, pero muchas de las tripulaciones
británicas pasaron a ser propiedad de los piratas árabes.
LA VIDA BAJO EL LÁTIGO. Los ataques terrestres podían
ser muy exitosos, pero eran más arriesgados que los marítimos. Los navíos eran
por lo tanto la principal fuente de esclavos blancos. A diferencia de sus
víctimas, los buques piratas tenían dos modos de propulsión: además de las velas,
los galeotes. Llevaban muchas banderas diferentes, por lo que cuando navegaban
podían enarbolar el pabellón que tuviera más posibilidades de engañar a sus
presas.
Un buen
barco mercante de gran tamaño podía llevar unos 20 marinos en buen estado de
salud, preparados para durar algunos años en galeras. Los pasajeros en cambio
para servían obtener un rescate. Los nobles y ricos comerciantes se
convirtieron en piezas atractivas, así como los judios, que a menudo podían
significar un suculento rescate pagado por sus correligionarios. Los
dignatarios del clero también eran valiosos porque el Vaticano solía pagar
cualquier precio para arrancarlos de las manos de los infieles.
CUANDO
LLEGABAN LOS PIRATAS, a
menudo los pasajeros se quitaban sus buenos ropajes y trataban de vestirse tan
mal como fuese posible, con la esperanza de que sus captores les restituyeran a
sus familias a cambio de un modesto rescate. Este esfuerzo resultaba
inútil si los piratas torturaban al capitán para sonsacarle información sobre
los pasajeros. También era común hacer que los hombres se desnudaran, para
buscar objetos de valor cosidos en la ropa, y ver si los circuncidados judíos
no estaban disfrazados de cristianos.
Si los
piratas iban cortos de esclavos en galeras, podían poner algunos de sus
cautivos a trabajar de inmediato, pero a los presos los colocaban generalmente
en la bodega para el viaje de regreso. Iban apiñados, apenas podían
moverse entre la suciedad, el mal olor y los parásitos, y muchos morían antes
de llegar a puerto.
A su llegada
al norte de África, era tradición que los cristianos recientemente capturados
desfilaran por las calles para que la gente pudiera hacer burla de ellos y los
niños cubrirlos de basura.
EN EL
MERCADO DE ESCLAVOS, los
hombres estaban obligados a brincar para demostrar que no eran cojos, y los
compradores a menudo querían desnudarlos para ver si estaban sanos, lo cual
también permitía evaluar el valor sexual de hombres y mujeres; las concubinas
blancas tenían un gran valor, y todas las capitales esclavistas poseían una
floreciente red homosexual. Los compradores que esperaban hacer dinero
rápido con un gran rescate examinaban los lóbulos de las orejas para encontrar
marcas de perforación, lo cual era indicio de riqueza. También era
habitual examinar los dientes de un cautivo para ver si podía sobrevivir a un
régimen esclavista duro.
OTROS
ESCLAVOS EN LA COSTA BEREBER tenían un trabajo más variado. A menudo hacían
el trabajo agrícola que asociamos a la esclavitud en Estados Unidos, pero los
que tenían habilidades eran alquilados por sus dueños. Algunos de éstos
simplemente aflojaban a sus esclavos durante la jornada con orden de regresar
con una cierta cantidad de dinero por la noche, bajo la amenaza de ser
golpeados brutalmente en caso de no hacerlo. Los dueños esperaban
normalmente una ganancia de un 20% sobre el precio de compra. Hicieran lo
que hiciesen, en Túnez y Trípoli los esclavos llevaban un anillo de hierro
alrededor de un tobillo y arrastraban una pesada cadena de entre 11 y 14 kg.
Algunos
dueños ponían a sus esclavos blancos a trabajar las tierras muy lejos, donde
todavía se enfrentan a otra amenaza: una nueva captura y una nueva esclavitud
más en el interior. Estos desgraciados probablemente no verían ya más a
otro europeo en el resto de su corta vida.
El
profesor Davis señala que no existía ningún obstáculo a la crueldad: “No
había fuerza que pudiese proteger al esclavo de la violencia de su amo, no
existían leyes locales en contra de la crueldad, ni una opinión pública
benevolente, y raramente existía una presión efectiva por parte de los Estados
extranjeros”.
LOS
ESCLAVOS BLANCOS no sólo
eran mercancías, sino también infieles, y merecían todo el sufrimiento
infligido por sus dueños.
El
profesor Davis señala que “todos los esclavos que, habiendo vivido
en bagnos, sobrevivieron
para contar sus experiencias destacaban la crueldad y la violencia endémica ahí
practicada”. El castigo favorito era el azotamiento. Un esclavo podía
recibir hasta 150 o 200 golpes, lo cual podía dejarlo lisiado. La violencia
sistemática convirtió a muchos hombres en autómatas.
Los
esclavos cristianos eran a menudo tan abundantes y tan baratos que no había
ningún incentivo para cuidarlos. Muchos dueños les hacían trabajar hasta morir
y compraban otros para remplazarlos.
Los
esclavos públicos también contribuían a un fondo para mantener a los
sacerdotes en elbagno. Era
una época muy religiosa, e incluso en las condiciones más terribles los hombres
querían tener la oportunidad de confesarse, y, lo más importante, de recibir la
extremaunción. Había casi siempre un sacerdote cautivo o dos en los bagnos, pero para estar disponible
para sus deberes religiosos, otros esclavos debían contribuir y comprarle su
tiempo al Pachá, por lo que a algunos esclavos en las galeras no les quedaba
nada para comprar comida o ropa. Sin embargo, durante ciertos períodos, los
europeos que vivían libres en las ciudades bereberes contribuían a los gastos
de mantenimiento de los sacerdotes de losbagnos.
LA
MAYORÍA DE LOS ESCLAVOS dependían
de La labor caritativa de los trinitarios (orden fundada en Italia en 1193) y
de los mercedarios (fundada en España en 1203). Estas órdenes religiosas
se establecieron para liberar a los cruzados en poder de los musulmanes, pero
pronto cambiaron su trabajo por el de la liberación de los esclavos en poder de
los piratas berberiscos, recaudando dinero específicamente para esta
labor. A menudo ponían cajas de seguridad fuera de las iglesias con la
inscripción “por la recuperación de los pobres esclavos”, y el clero llamaba a
los cristianos ricos a dejar dinero. Las dos órdenes se convirtieron en
hábiles negociadoras, y por lo general lograron comprar esclavos a mejores
precios que los obtenidos por libertadores sin experiencia. Sin embargo,
nunca hubo suficiente dinero para liberar a muchos cautivos, y el
profesor Davis estima que no más de un 3 o un 4% de los esclavos fueron
rescatados en un solo año. Esto significa que la mayoría dejaron sus
huesos en las tumbas anónimas de cristianos, fuera de las murallas de la ciudad.
¿CUÁNTOS ESCLAVOS?. El profesor Davis señala
que las numerosas investigaciones efectuadas han logrado que se determine con
la mayor precisión posible el número de negros traídos a través del Atlántico,
pero no existe ningún esfuerzo similar para determinar la extensión de la
esclavitud en el Mediterráneo.
Por
ejemplo, el registro indica que desde 1580 hasta 1680 hubo un promedio de unos
35.000 esclavos en países berberiscos. Contando con la pérdida constante a
través de la muerte y del rescate, si la población se mantuvo constante,
entonces la tasa de captura de nuevos esclavos por los piratas era igual a la
tasa de desgaste. Hay una buena base para la estimación de las tasas de
mortalidad. Por ejemplo, sabemos que de los cerca de 400 islandeses
capturados en 1627, sólo hubo 70 supervivientes ocho años después. Además
de la desnutrición, el hacinamiento, el exceso de trabajo, y los castigos
brutales, los esclavos sufrieron epidemias de peste, que por lo general
eliminaban entre el 20 y el 30% de los esclavos blancos.
A través
de diversas fuentes, el profesor Davis estima que la tasa de mortalidad fue de
aproximadamente un 20% al año. Los esclavos no tenían acceso a las
mujeres, por lo que la sustitución se realizaba exclusivamente a través de las
capturas.
SU
CONCLUSIÓN: entre
1530 y 1780 hubo, con casi total seguridad, un millón y tal vez hasta millón y
cuarto de cristianos blancos europeos esclavizados por los musulmanes de la
costa bereber. Esto supera con creces la cifra generalmente aceptada de 800.000
africanos transportados a las colonias de América del Norte y más tarde a los
Estados Unidos.
El
profesor Davis explica que, a finales de 1700, se controló mejor este
comercio, pero hubo un renacimiento de la trata de esclavos blancos durante el
caos de las guerras napoleónicas.
La flota
norteamericana no quedó libre de la depredación. Fue sólo en 1815, después
de dos guerras contra ellos, que los marinos estadounidenses se libraron de los
piratas berberiscos. Estas guerras fueron importantes operaciones para la
joven república; una campaña que se recuerda en las estrofas de “a las orillas
de Trípoli”, en el himno de la marina. Cuando los franceses tomaron Argel en
1830, todavía había 120 esclavos blancos en el bagno (SERVICIO.)
¿Por qué
hay tan poco interés por la esclavitud del Mediterráneo, mientras que la
erudición y la reflexión sobre la esclavitud negra nunca termina? Como
explica el profesor Davis, los esclavos blancos con dueños no blancos
simplemente no encajan en “la narrativa maestra del imperialismo
europeo.” Los patrones de victimización tan queridos por los intelectuales
requieren de la maldad del blanco, no del sufrimiento del blanco.
El
profesor Davis también señala que la experiencia europea de la esclavitud a
gran escala muestra el engaño en que consiste otro tema favorito de la
izquierda: que la esclavitud negra fue un paso crucial en la creación de los
conceptos europeos de raza y jerarquía racial.
No es
así. Desde hace siglos, los propios europeos han vivido con en el miedo del
látigo, y un gran número asistieron a procesiones celebradas por el rescate de
los esclavos liberados, todos los cuales eran blancos. La esclavitud era
un destino más fácilmente imaginable para ellos mismos que para los lejanos
africanos.
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