Leer para comprender.
UNA HISTORIA DE 450 AÑOS QUE COMENZÓ CON LA
EXPULSIÓN DE ESPAÑA, CULMINANDO TRÁGICAMENTE EN AUSCHWITZ.
BEATRIZ CAMONDO Y LEON
REINACH tuvieron dos hijos: Fanny en 1920 y Bertrand en 1923.
Moise de Camondo murió poco tiempo antes de la segunda guerra mundial, legando
su palacio particular cerca del parque Monceau y todo su mobiliario, al Estado
francés. Su hija Fanny vivió con toda su familia en el palacete de la
calle Monceau. Cuando nació su hijo Bertrand se mudaron. Al estallar la Segunda
Guerra Mundial la pareja se separa. A fines de 1942 León pasó a la zona libre y
vivía en Pau. Fue detenido por una delación cuando trataba de huir a
España. En tanto Beatriz Reinach, durante la ocupación nazi en Francia, montaba
a caballo todas las mañanas en los bosques de Boulogne, junto con oficiales
alemanes. Es la hija del último de los Camondo, el Conde Moïse de Camondo,
eslabón final de una ilustre familia de banqueros levantinos instalados en
Francia a fines del Segundo Imperio. Es la hermana de Nissim de Camondo, héroe
de la Primera Guerra Mundial, que entregó su vida por Francia en 1917. Segura
de sí misma y protegida por la sombra de su hermano mártir, trotaba a caballo
disimulando entre sus ropas de amazona la estrella amarilla que obligaba a
llevar el Estatuto de los Judíos estatuido por los nazis. Tal vez creyera que
llegado el caso el Mariscal Pétain la preservaría otorgándole el certificado de
"Ario de honor", con el que se salvarían algunos judíos notables como
ella.
Durante las últimas semanas de 1942 es arrestada por no llevar la
estrella amarilla. En 1943 fue internada en el campo de Drancy. En noviembre
fue deportada a Auschwitz. En 1945, cuando el campo fue liberado, ella no
figura entre los sobrevivientes. Luego se supo que los Reinach, los únicos
herederos de la fortuna Camondo, fueron deportados à Auschwitz y Birkenau
(Polonia, desde Drancy. Fanny fue asesinada el 31 de diciembre de 1943,
Bertrand el 15 de abril de1944, León el 12 de mayo de 1944 y Beatriz el 4 de
enero de 1945.
León, Béatrice y sus hijos se precipitaron en pocos meses del Olimpo de
los privilegiados al infierno de los marginados y finalmente en el olvido. No
hace mucho tiempo fue hallada en la biblioteca de Harvard la partitura de una
sonata de LEÓN REINACH, que le había enviado, habiéndole escrito, quizás
premonitoriamente, a un primo suyo “es necesario probarlo todo: estar
entre los primeros y los últimos ISAAC, hijo de Abraham Behor de Camondo y de Régina Barouh, había nacido en
Estambul, cuando llegó a Francia con sus padres en 1851, tenía 18 años.
Su interés por el arte parece haberse manifestado a poco de llegar. Ya
entonces se instaló en una de las alas del palacio particular familiar en el 61
de la calle Monceau y acompañaba a su padre y a su tío que frecuentaban las
galerías, anticuarios, salas de venta para amueblar sus moradas. Se convirtió
en un coleccionista de estampas japonesas, como ellos y se lanzó a la compra de
objetos de arte del Lejano-Oriente, esa fue su primera pasión. Isaac se
mudó muchas veces. Un álbum de fotografías permite admirar la decoración de su
último departamento en la avenida de los Campos Elíseos. Dos galerías estaban
consagradas a la exposición de su colección de objetos de Lejano Oriente, colección
que enriquecerá a lo largo de toda su vida, especialmente con la compra de una
serie de de cuatrocientas estampas japonesas de una gran calidad artística.
En 1880, en un lugar que vende a los coleccionistas prestigiosos, es la
colección del BARÓN DOUBLE, aficionado del Siglo XVIII y que tenía una gran
devoción por el recuerdo de la reina María -Antonieta. El objeto vedette era un
reloj de péndulo llamado « Las Tres Gracias ». Isaac lo compró a un
precio asombroso. Esta adquisición lo impulsó a la celebridad, se convirtió en
un coleccionista reconocido y admirado. Además de estas adquisiciones compró no
solo este reloj que suena en su salón y será siempre la pieza maestra de sus
colecciones, también compró el mobiliario, los objetos y tapicerías del siglo
XVIII francés...
Una fotografía de Isaac está
guardada en los archivos del museo. Este retrato data de los años 1890,
entonces estaba en la cumbre de su carrera de financista. Fundado en el poder
del banco familiar es también cónsul general de Turquía de 1891 à 1895, pero
estas actividades le pesaban. Se libera de todo esto gradualmente en el curso
de este último decenio del Siglo XIX para consagrarse a lo que ama: el arte y
la música.
Es ahí cuando descubre el Impresionismo que
suscita por parte del público una violenta oposición. Poco afecto a los
conflictos, sigue su instinto y escucha los consejos del marchand
Durand-Ruel, incansable defensor de estos artistas tan rechazados. Los pintores Jongkind y Boudin ganan sus
favores. Luego se entusiasma con el talento de Degas y
comprará 25 de sus cuadros, entre ellos los más conocidos y famosos. Expuestos
en el salón donde se encuentra su piano, esas obras de arte le inspiran. En
efecto, la otra pasión de Isaac es la música, un ámbito donde también
ejercerá y será aprovechada su generosidad. Compuso varias melodías y una
ópera. Amigo de siempre del sefaradí GABRIEL ASTRUC, editor
de partituras, organizador de conciertos, fundador de revistas musicales y
pletórico de ideas para promover la música. Isaac lo sostiene financieramente
en numerosas ocasiones y lo ayuda a concretar su más bello proyecto: la
creación del Teatro de los Champs
–Elysées, que se convirtió en uno de los jalones esenciales en la historia de la
arquitectura del Siglo XX.
Este teatro de estilo art nouveau inaugurado en 1913, dos años más
tarde de la muerte de Isaac, por los hermanos Perret con la colaboración
del escultor ANTOINE BOURDELLE y el pintor MAURICE DENIS, fue considerado
monumento histórico en 1953. La primera función se realizó en medio de un gran
escándalo, con el estreno de la Consagración de la Primavera de Igor
Stravinsky y los Ballets Rusos. Allí luego se presentaron sobre su escenario
las figuras más prestigiosas del siglo XX: desde Debussy, Saint-Saëns a
Furtwängler, Boulez y Gergiev, desde Nelly Melba, Callas, Elizabeth Schwarzkopf
a Cecilia Bartoli…
Paralelamente a sus actividades musicales, el continuó con sus
adquisiciones de pintura. Entre las obras de arte que eligió estaban las obras
de Monet con quien
trabó amistad y compró cuatro de las telas pintadas sobre las catedrales,
también compró pinturas de Monet y de Sisley. Se interesó por Cézanne y compró
la mayoría de sus acuarelas de 1895 y dos de sus obras mestras. Compró obras de Renoir, Van Gogh y de Toulouse Lautrec que
también lo sedujeron por su calidad. Se contó entre los fundadores de la
Sociedad de amigos del Louvre, donde se aseguró el puesto de vicepresidente.
Cuando murió en 1911, el Louvre fue, como lo había prometido, su principal
heredero. Pero Isaac aseguró su legado bajo dos condiciones: que la herencia
fuera aceptada en su totalidad y que su exhibición fuera presentada reunida en
un conjunto de salas que llevarían su nombre durante cincuenta años. Esta
última obligación era totalmente inédita y puede parecer extraña. En un largo
plazo ella condenaba al olvido la generosidad de Isaac pero la razón era que
junto al mobiliario del Siglo XVIII, las esculturas de la Edad Media y del
Renacimiento, los objetos del Lejano Oriente, las estampas japonesas, las porcelanas,
esta colección incluía mas de cien cuadros de pintores expresionistas, una
regla del museo del Louvre prohíbe presentar obras de artistas vivos o muertos
hacía poco tiempo.
Recordemos que Monet y Degas estaban
vivos todavía, y por otra parte, esta pintura chocaba demasiado con los medios
oficiales que la criticaban violentamente cuando no la denigraban directamente.
La venerable institución se encontraba confrontada con un verdadero dilema. .
.no quería dejar escapar todas las otras admirables obras de arte. La cláusula
de cincuenta años, inventada por Isaac, amortiguó la exigencia. Ciertamente
Isaac perdió la posibilidad de obtener un renombre perdurable para el legado de
los Camodo. Pero de ese modo les permitió a sus amigos pintores entrar al Louvre
que no tuvo mas que esperar pacientemente el veredicto de la historia a
propósito de esas telas tan sospechosas. El legado fue aceptado, un conjunto de
ocho salas fue afectado a la presentación de las colecciones de Isaac e
inaugurada en 1920. Después de la Segunda Guerra Mundial, las obras fueron
repartidas en diferentes museos. Pueden ser admiradas en el Louvre, en Versailles y en los
museos de Guimet y de Orsay. Cada
uno de estos conjuntos testimonia un sentido de la excepcionalidad y de la
calidad que constituye una de las más bellas posesiones del patrimonio
artístico francés.
MOÏSE DE CAMONDO Nacido en
1860 en Estambul fue el único hijo de Nissim de Camondo y Elisa Fernández,
llegó a Francia con sus padres en 1869. Moïse poseía una personalidad muy
introvertida y cerrada, contrariamente a su primo hermano Isaac. Fue clásico en
su vida y en sus gustos y era conciente de ser el heredero responsable de la
continuidad de los Camondo.
En octubre de 1891, se casó con IRÈNE CAHEN D'ANVERS, hija
del banquero Louis Cahen d'Anvers y de Louise de Morpurgo. De su unión nacieron
dos hijos: Nissim (1892-1917)
y Béatrice (1894-1945).
Desdichadamente la pareja se separó en 1896 y se divorció en 1902. La guarda de
los niños fue confiada a Moïse. Excelente jinete, deportista, Mois consagró
gran parte de su tiempo a sus gustos. Poseía varios barcos, y fue apasionado
por los automóviles y aficionado a la caza. Su carrera de banquero parece
haberle interesado bastante poco. A comienzos del siglo XX, la actividad del banco
ISAAC CAMONDO Y CIA. Se limitaba a una simple gestión de fortuna.
En 1911, a la muerte de su primo Isaac, lo sucedió en diferentes puestos
de administración de diversas sociedades. Luego de la muerte de su hijo Nissim,
Moïse cerrará su banco (1919) y los activos fueron repartidos entre el Banco de
París y de los Países Bajos. Coleccionista erudito en los años 1890 selecciona
sus adquisiciones con rigor. El siglo XVIII y el siglo francés son su pasión.
Esa pasión lo absorbió cada vez más y en ella encontró el consuelo y el coraje
para afrontar los duros momentos que le tocó vivir.
En el año 1911 concretó un gran proyecto, la construcción de un palacio
particular para alojar allí sus colecciones. Para ello contrató al prestigioso
ARQUITECTO RENÉ SERGENT, que se
inspiró en el Petit Trianon de Versalles, pero Sergent lo dotó de todas las
comodidades modernas incluso de ascensores para amos y servidores. En 1914 el
palacio estuvo terminado, el interior fue cuidadosamente diseñado para albergar
la creciente colección de Moisés de muebles antiguos del siglo XVIII. Para un
visitante contemporáneo la visita a esa mansión era un viaje a dos épocas, la
Francia aristocrática prerrevolucionaria y la Belle Epoque que en ese momento
se expresaba en toda la decoración.
Esa colección del siglo XVIII es una de las más completas y refinadas
existentes en el mundo de los muebles franceses del período, así como la
magnífica biblioteca. La regla absoluta que dominaba en todo ese lugar era la
perfecta armonía entre colores y proporciones. Allí no había un amontonamiento
de objetos exquisitos. Los muebles habían sido realizados para la realeza por
los mejores ebanistas de la época, las más finas alfombras tejidas en la
Francia del siglo XVIII cubrían los pisos de parquet, las paredes estaban
cubiertas por tapicería de Gobelinos y Beauvais. Las obras de los maravillosos
carpinteros y las más espectaculares piezas de orfebrería, así como preciosas
porcelanas además de las piezas de Sévres creadas en los años 1780. También
allí estaba lo mejor que los artistas de la época produjeron en pintura y
escultura. Toda esa colección Moise la destinaba para su hijo varón cuando éste
murió heroicamente en acción, durante un combate aéreo en la primera guerra
mundial. Su trágica muerte hundió a su padre en la desesperación, y lo
determinó a transformar este palacio y sus colecciones en un museo que ofreció
a Francia.
En su testamento estipuló que “Deseando perpetuar la memoria de mi padre,
el conde Nissim de Camondo y de mi desdichado hijo, el teniente piloto aviador
Nissim de Camondo, caído en combate aéreo el 5 de septiembre de 1917, yo lego
mi palacio tal cual como se halle en el momento de mi muerte. Mi hotel será
llamado Nissim de Camondo, nombre de mi hijo a quien le estaban destinados este
palacio y sus colecciones” Manifestó que había logrado
conservar para Francia el conjunto de las más finas obras que había sido capaz
de reunir y que eran una de las glorias de Francia. Casi a su muerte, el
coleccionista había concluido con su obra. A la colección se le agregó
una carta de condolencia escrita por Marcel Proust a Moise luego de la muerte
de Nissim. Moise muere en 1935, el Museo Nissim de Camondo fue
inaugurado en 1936. Simultáneamente comenzaba una de los períodos más negros
del Siglo XX. Es el ascenso del nazismo, la guerra y la Ocupación.
BÉATRICE DE CAMONDO, su marido Léon Reinach, sus hijos Fanny y
Bertrand fueron detenidos y deportados luego a Auschwitz desde donde no
volvieron. De alguna manera, este museo, creado por Moïse para transportarnos a
su siglo preferido y recordamos el sacrificio de su hijo, por un destino
trágico, también testimonia la Shoá. Dejando el museo a la entrada de la puerta
de los carruajes, hay una placa que relata el triste final de la Historia de
los Camondo. Con brutal simplicidad dice que el último de los Camondo, la hija
de Móïse, Beatrice, su
esposo y sus dos hijos fueron deportados en 1944 donde ellos fueron
asesinados por el crimen de haber sido judíos.
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