MIREMOS EL PASADO PARA ENTENDER EL PRESENTE.
LA LIGA PATRIÓTICA: EL SANGUINARIO ATAQUE A LAS
BARRIADAS JUDÍAS. Un
grupo de civiles, proveniente de un movimiento patriótico que englobaba a la
aristocracia rural, políticos, miembros de los comités radicales, el clero, los
militares y hombres de negocios integraron la Liga Patriótica, fundada por
Manuel Carlés, un miembro de la alta burguesía porteña. Este grupo
protagonizó un feroz ataque antisemita contra comercios y viviendas judías que
fueron destruidos, así como la Organización Teatral Israelita, y el edificio de
la organización Poalei Sión.
PINNIE
WALD, el secretario de Avangard, fue detenido junto a su novia, ROSA WEINSTEIN,
acusado de querer instalar un Soviet en la Argentina. En la cárcel fue sometido
a crueles torturas antes de ser liberado.
No
por conocidas dejan de conmover las palabras que dejó escritas JUAN CARULLA,
anarquista en ese momento, luego convertido en un furibundo nacionalista
antisemita: “oí decir que estaban
incendiando el barrio judío y hacia allá dirigí mis pasos. Caminé por las
calles Junín, Uriburu, Azcuénaga, al principio sin hallar signos patentes de
disturbios... Fue al llegar a Viamonte, a la altura de Facultad de Medicina,
que me tocó presenciar lo que podría denominarse EL PRIMER POGROMO EN LA
ARGENTINA.
En medio de la calle ardían piras formadas con
libros y trastos viejos, entre los cuales podían reconocerse sillas, mesas y
otros enseres domésticos y las llamas iluminaban tétricamente la noche,
destacando -con rojizos resplandores- los rostros de una multitud gesticulante
y estremecida. Me abrí camino y pude ver que, a pocos metros de allí, se
luchaba dentro y fuera de los edificios. Inquirí y supe que se trataba de un
comerciante judío al que se culpaba de hacer propaganda comunista. Me pareció,
sin embargo, que el cruel castigo se hacía extensivo a otros hogares hebreos.
El ruido de muebles y cajones violentamente arrojados a la calle se mezclaban
con gritos de ‘mueran los judíos, mueran los maximalistas’. De tanto en tanto
pasaban a mi vera viejos barbudos y mujeres desgreñadas.
Nunca olvidaré el rostro cárdeno y la mirada
suplicante de uno de ellos al que arrastraban un par de mozalbetes, así como el
de un niño sollozante que se aferraba a la vieja levita negra, ya desgarrada, de
otro de aquellos pobres diablos. Aparté no sin repugnancia, la mirada de aquel
cuadro chocante, pero fue solamente para fijarla en otros del mismo jaez, pues
el disturbio provocado por el ataque a los negocios y hogares hebreos se había
propagado a varias
manzanas a la redonda”.
Una
de las consecuencias de la “SEMANA TRÁGICA” fue la formación de filiales
de la Liga Patriótica Argentina en el resto del país, organizadas para luchar
contra las “ideologías foráneas” promovidas por “agitadores foráneos”, eran
fuerzas de choque creadas para intervenir contra todo tipo de actividad
sindical o política de izquierda, desarrollaban actividades propagandísticas,
especialmente orientadas a sectores docentes y educativos.
El
historiador LVOVICH sostiene que esta organización nunca se pronunció
orgánicamente como antisemita pese al antisemitismo de gran parte de sus
integrantes; por lo que en las numerosas células de la Liga, distribuidas por
todo el país, había algunas con adherentes judíos, y hasta había una Liga Patriótica
Judía en Buenos Aires, crease o no. Todos esos acontecimientos y los reclamos
de los trabajadores, especialmente de los extranjeros, fueron percibidos como
una peligrosa amenaza, que en cualquier momento podía desbordar y provocar una
revolución. Los sectores conservadores de la elite dominante, unieron sus
fuerzas a las de la Iglesia en una contraofensiva, que se hizo presente en los
barrios, con actividad fomentista y social para contrarrestar la presencia de
anarquistas y socialistas en los barrios donde era más numerosa. Se agregaron
numerosos capellanes militares en el Ejército.
Se
editaron numerosas publicaciones, folletos y volantes, todas para evitar y
controlar la conflictividad social.
Para
la Iglesia y el nacionalismo integralista, el comunismo era el enemigo que
había que destruir, el comunismo y judaísmo eran sinónimos de una misma
conjura. Fue una institución católica, la UNIÓN POPULAR CATÓLICA Argentina la
que publicó por primera vez en el país “Los Protocolos de los Sabios de Sión” en
el año 1923 (x).
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(x) LOS PROTOCOLOS DE LOS
SABIOS DE SION. "Si alguna vez
un texto pudo producir un odio masivo, es este….Este libro no es sino mentiras
y difamación." Elie Wiesel, Ganador del Premio Nobel de la Paz
Los Protocolos es totalmente una obra de ficción,
escrita intencionalmente para culpar a los judíos de una variedad de males. Los
que la distribuyen afirman que documenta una conspiración judía para dominar el
mundo. Pero la conspiración y sus presuntos líderes, los Sabios de Sion, nunca
existieron.
En
1903, partes de Los Protocolos de los Sabios de Sion fueron publicadas por entregas
en un diario ruso, Znamya (La Bandera). La versión de los Protocolos que ha perdurado y que ha sido
traducida a docenas de idiomas, sin embargo, fue publicada por primera vez en
1905 en Rusia como apéndice al libro El Grande en el Pequeño: El Advenimiento del
Anticristo y el Dominio de Satán en la Tierra, por el místico y escritor
ruso Sergei Nilus.
Aunque
el origen exacto de los Protocolos no se conoce, su intento fue presentar
a los judíos como conspiradores contra el Estado.
Después
de la revolución rusa en 1917, emigrantes anticomunistas trajeron los Protocolos a Occidente. Poco después, ediciones
circularon a través de Europa, los Estados Unidos, Sudamérica, y Japón. Una
traducción árabe apareció por primera vez en los años veinte.
Comenzando
en 1920, Henry Ford, el magnate de los automóviles, publicó en su diario, The
Dearborn Independent, una serie de artículos basada en parte sobre los Protocolos.
El libro El Judío Internacional, incluyendo esta serie, fue traducido a
por lo menos 16 idiomas. Tanto Adolf Hitler como Joseph Goebbels, que fue más
tarde el ministro de propaganda nazi, elogiaron a Ford y El
Judío Internacional.
En
1921 el diario de Londres, Times, presentó evidencia concluyente
que los Protocolos eran un
plagio tosco. El diario confirmó que los Protocolos habían sido copiados en gran parte de
una sátira política francesa que no mencionaba a los judíos - El
Dialogo en el Infierno entre Machiavelli and Montesquieu (1864). Otras investigaciones
revelaron que un capítulo de Biarritz (1868), una novela escrita por el
prusiano Hermann Goedsche, también "inspiró" los Protocolos.
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Las
respuestas de la Iglesia a la amenaza comunista fueron la reorganización
y reforzamiento de la instrucción religiosa y la reeducación de la población
para detener el avance de la secularización. Se elaboró un “santoral criollo”,
una de cuyas primeras manifestaciones fue la creación del Santuario de la
Virgen de Luján. Los enemigos ya no eran sólo los socialistas y anarquistas,
judíos y comunistas, también lo eran el liberalismo y todo tipo de pensamiento
secular opuesto a la religiosidad católica.
ANTISEMITISMO, LA PROSTITUCIÓN Y LA ZWI MIGDAL. La comunidad judeo argentina, en sus
inicios, pequeña e irrelevante, tuvo que enfrentar un problema que se agravaría
con el tiempo, la presencia de una red judía de tratantes de blancas y de
burdeles. Algunos grupos judíos, particularmente los ingleses, temiendo que
esto generara un antisemitismo mayor al ya existente, trataron de contener este
tráfico creciente de explotación femenina, logrando con tanta difusión que
creciera allí donde querían evitarlo.
Para
la década del veinte, la sociedad Varsovia, dominada por rufianes judíos,
estaba más próspera que nunca, obligada a cambiar su nombre eligió el de ZWI
MIGDAL, pero el número de prostitutas judías rusas o polacas había comenzado a
disminuir.
El estallido
de un escándalo que involucró a la policía provocó el furor e indignación
generalizada, la opinión más xenófoba y racista atribuía a los extranjeros, la
mafia italiana y los traficantes judíos, ser los únicos responsables de los
problemas delictivos de la ciudad.
Julio
Alzogaray y Victorio Becerro se ocuparon de escribir sobre el tema. En 1937 un
policía, Ernesto M. Pareja, escribió una historia sobre la prostitución. Su
estudio relacionaba aspectos raciales con la prostitución judía en la ciudad,
“era dado apreciar que no tenía frenos morales, el afán de obtener dinero, sin
que mediare otra causa que el dinero mismo, era con frecuencia el origen de su
degradación; a la mujer europea la consideraba en otro plano superior, aún
cuando su religión fuese católica, ortodoxa o protestante, entendía que
llegaban al ejercicio de la prostitución después de largos períodos de
miseria”.
La
historiadora norteamericana Donna Guy afirma que estos trabajos se concentraban
en la prostitución judía porque el antisemitismo surgía con facilidad en la
Argentina católica y crecientemente nacionalista.
Mientras
criticaban a los inmigrantes judíos, la moral de los nativos se defendía de
manera implícita, aun cuando los rufianes, madamas y prostitutas locales fueron
parte de la prostitución autorizada y la clandestina.
Más
allá de los motivos personales, estos libros reforzaban un estereotipo del
tratante de blancas y de la prostituta como típicamente judíos, había campañas
contra la trata de blancas de origen judío en Europa y Estados Unidos, pero en
la Argentina se trataba de culpar a los traficantes judíos de todos los
problemas creados por los extranjeros, blanco de todas las acusaciones, a pesar
de que el control judío sobre la prostitución en Buenos Aires, y otras ciudades
argentinas, nunca fue tan amplio como se creyó y se dijo. A pesar del trabajo
que se tomaron las instituciones judías de marginar y combatir de todos
los modos posibles a este grupo delincuencial, las acusaciones antisemitas
llovían sobre los judíos, las acusaciones los definían como poderosos
capitalistas, proxenetas, delincuentes, revolucionarios asesinos, prostitutas
ávidas de dinero carentes de frenos morales. La iglesia y sus seguidores no
podían imaginar mejores temas para perseguir judíos.
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EL HEROÍSMO DE RAQUEL. La Liberman,
una prostituta judía que en 1929 se atrevió a denunciar a la organización de
tratantes de blancas conocida como Zwi Migdal, es recreada por Myrtha Schalom
en su reciente novela "LA POLACA."
"Es la
historia de una heroína trágica, una mujer de coraje que en un momento de su
vida patea el tablero y decide enfrentarse con una red de delincuentes y
rufianes que incluía a la Policía, la Dirección de Migraciones, la de Sanidad y
hasta a la institución judicial", mencionó Schalom en diálogo con Télam
"También, la protagonista es un símbolo -prosiguió-, una figura que
condensa todo el padecimiento de tantas polacas, muchas veces niñas, que a
principios de siglo eran traídas engañadas con promesas de matrimonio o
matrimonios fraguados y luego sometidas y esclavizadas en los
burdeles."
Liberman,
inmigrante polaca -aunque nacida en Kiev (Rusia) en 1900- que en 1923
desembarca con sus dos hijos en la Argentina tras los pasos de su marido, quien
había arribado un año y medio antes para instalarse en Tapalqué (Provincia de
Buenos Aires) donde ejercía el oficio de sastre "Pero a los tres meses de
la llegada de Liberman, su esposo muere y sus cuñados Helke y Moshe Milbroth,
-ambos miembros de la Migdal, según el libro 'TRILOGÍA DE LA TRATA DE BLANCAS',
de Julio Alzogaray- bajo una estratagema la hacen ingresar en un famoso burdel
ubicado en Valentín Gómez 2888.", relató la autora "La 'polaca'
permanece allí unos cuatro años, hasta que junta el dinero para comprar su
libertad, pero apenas pasan dos meses fuera de la Zwi Migdal otro miembro de la
mafia, un tal José Salomón Korn, la seduce, fragua un matrimonio falso, con
rabino incluido, y una vez casada la golpea y la regresa al prostíbulo.
" En diciembre
de 1929 Raquel Liberman se decide a radicar una denuncia en la policía y la
historia toma otro giro que el libro incorpora en un apéndice a manera de
crónica titulado "El caso Zwi Migdal en los periódicos", que
documenta cómo el caso llega a la opinión pública y narra el proceso judicial a
la organización Entre otros datos, figura que la sociedad se fundó
originalmente en 1906 bajo el nombre "Sociedad Israelita de Socorros
Mutuos Varsovia", cuya personería jurídica figuraba inscripta en Avellaneda
y contaba con unos 500 socios afiliados. Bajo esa fachada funcionaba la mayor
organización judía de proxenetas de la Argentina, que se distinguía por traer
mujeres de Europa, sobre todo en Polonia -por eso "polaca" fue el
apodo genérico utilizado a comienzos del siglo XX para referirse a la
prostituta judía- y que llegó a ocupar el segundo lugar de importancia detrás
de la red de prostitución francesa.
---- Murió
víctima de un cáncer a los treinta y cinco años…
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