¡Cómo me gustan la Historia y la Biografía!
PROSTITUCIÓN
EN LA CULTURA AZTECA. Según algunos registros, era algo común la prostitución en el Imperio Azteca.
Eran conocidas como “ĀHUIYANI”, una forma
eufemística de decir “tener lo necesario o estar feliz. Las autoridades
políticas y religiosas permitían la prostitución siempre que se realizara junto
a los caminos o en los edificios destinados para tal
fin, conocidos como “CIHUACALLI”, si bien las
mujeres que ejercían cobraban dinero por ello, no tenían un estatus social
elevado, sino todo lo contrario.
PROSTITUCIÓN EN LA EDAD MEDIA EN EUROPA, la “fornicación” es considerada un pecado. Pero por otro lado, existía una cierta tolerancia
universal por parte de todos, incluyendo las autoridades religiosas.
Así
lo vemos en diversos Estados de gran poder como Venecia, cuyo
Gran Consejo en el año 1358 declaró que “la prostitución es absolutamente
indispensable para el mundo”. Incluso la
Iglesia la permitió en algunos sitios, aunque era necesario que
se distinguiesen de las “mujeres decentes”,
por lo que su vestimenta era diferente a las de las demás.
EN FLORENCIA por ejemplo, era frecuente que llevasen campanas en sus sombreros y
guantes, en tanto que en Milán llevaban un manto negro.
Muchas otras ciudades observaron el negocio y crearon burdeles para generar
ingresos a través del oficio más antiguo del mundo, gestionándolos el mismo
Estado.
Pero
tampoco ha sido fácil para las prostitutas, pues muchos
Estados se esforzaron por erradicarlas por completo desterrándolas o enviándolas a zonas
suburbanas que pronto se convirtieron en barrios marginales, aunque esto no
detuvo el ejercicio de la prostitución pues la demanda era demasiado grande, incluyendo
personas de la nobleza o incluso a miembros del Clero.
LA PROSTITUCIÓN EN EL RENACIMIENTO. Es un período conocido por el surgimiento de una nueva concepción del mundo respecto al ser humano, aunque en realidad se retomasen ciertos valores de la antigüedad que se habían perdido durante la Edad Media.
Esta transformación es apreciable
incluso en la prostitución, aunque debemos recordar que de todos
modos, la sexualidad aún seguía siendo un tema “tabú”
debido a la fuerte asociación entre los Estados y
la Iglesia, aunque ésta ya no ejercía tanta presión sobre
aquellos como en siglos anteriores.
La prostitución se continuaba
observando como un “mal necesario” para satisfacer necesidades básicas de
las personas (especialmente hombres, teniendo en cuenta el
contexto histórico), aunque surge una nueva condición: no se podía
ejercer con judíos, sino siempre con cristianos, especialmente en territorio
español.
LA PROSTITUCIÓN EN LA ÉPOCA MODERNA. Ahora sucede algo muy particular: prácticamente
desaparece la figura de la “prostituta”, pero aparece una figura que se
asimila, según la
historiografía actual, a la de la prostituta: la cortesana.
Sin
embargo, debemos tener cuidado al equiparar una
cortesana con una prostituta, pues este paralelismo se comienza
a realizar en el siglo XIX, pues durante la Modernidad, la cortesana era
simplemente un miembro más del séquito del Rey y no necesariamente debían
ejercer el oficio, aunque sin duda hay muchas mujeres célebres en esta época.
Uno
de los personajes más importantes de esta época es sin duda Ninón,
pseudónimo de ANNE DE LENCLOS, quien
tuvo más de 5.000 amantes a lo largo de su vida, además de ser
una de las más serias confidentes de Luis XIV de Francia “El Rey Sol” y el gran Historiador del
Arte y hombre de letras Horace Walpole (1717-1797) la llegó a bautizar como “Notre Dame des Amours”.
De Lenclos nació en 1620 y fue hija del señor de la Douardière Henri de Lenclos, convirtiéndose prontamente en cortesana de la corte de Luis XIII, hasta que en 1667 estableció el célebre salón de L`Hotel Sagonne en París, el que era frecuentado por grandes figuras literarias y políticas de la época, donde debemos incluir al joven Arouet, quien más tarde sería conocido como Voltaire, y a quien Ninón le legó en su testamento 1000 coronas para que pudiese ampliar su biblioteca.
¿Por qué atraía a grandes personajes de la época? Su
cultura, su facilidad con las letras, su gran ingenio y enorme sentido común,
le hicieron ganar el respeto no sólo de los intelectuales del momento, sino
también del propio Luis XIV, quién solía tener encuentros con ella para
solicitar consejos políticos y de quién declaró sobre ella que “Sus contradicciones preservan la urbanidad”.
Pero
no sólo Luis XIV le tomó como confidente, sino que también lo hizo la REINA
CRISTINA DE SUECIA, quien solicitó entrevistarse personalmente
con ella para recibir sus opiniones. También se
podría incluir al CARDENAL
RICHELIEU entre
los interesados en Ninón, quien le ofreció una gran cantidad de dinero por
pasar una noche con ella, y aunque la cortesana aceptó el dinero, los rumores
afirman que fue otra persona la que se presentó en la habitación del Cardenal.
Dejando
a un lado a Ninón, debemos destacar un aspecto curioso de las cortesanas: en
grandes capitales como fueron Roma o Venecia, se debió reglamentar el número de
cortesanas por la
gran cantidad que había, y todas quedaban regidas por una “Reina”, quién se responsabilizaba de hacer cumplir todas
las reglamentaciones policiales para que las cortesanas no tuviesen problemas.
LA PROSTITUCIÓN EN LOS INICIOS DE LA ÉPOCA CONTEMPORÁNEA. En los inicios de la contemporaneidad y debido a la existencia de monarquías en toda Europa, las prostitutas continuaron ejerciendo su oficio como “cortesanas” y en el siglo XIX encontramos algunos nombres muy interesantes, siempre relacionados con reyes del continente.
La
primera cortesana de la que debemos hablar es “LA BELLA
OTERO”, Agustina Otero Iglesias (o Carolina Rodríguez), quién pasó a
la historia como una de las mujeres más hermosas de la Belle Époque, y prueba
de ello es que tanto el Rey Alfonso XIII de España como el Rey Eduardo VII de
Inglaterra fueron amantes suyos.
Su
infancia fue muy conflictiva, lo que le llevó a abandonar su hogar a los 11
años de edad, dedicándose a viajar con unos cómicos ambulantes portugueses
durante seis años, hasta que a los 17 decidió abandonar la compañía y dedicarse
a bailar en sitios de mala muerte donde ejerció la prostitución e
incluso, se sospecha que la mendicidad.
A
los 20 años, uno de sus amantes, un banquero francés al que conoció en
Barcelona, le comenzó a promocionar como bailarina en Francia,
trasladándose con él a Marsella hasta que le abandonó para promocionarse ella
misma. Al poco tiempo se hizo conocida en todo el país, haciéndose célebre
tanto por su instinto para la danza (pues no era profesional),
como también por sus orígenes españoles en el ambiente francés, que lo veían
como exótico.
Se
dedicó también al canto y a la actuación, y fue con este ramo artístico con el
que más sensación causó, llegando a interpretar incluso obras como “Carmen” de Bizet o “Nuit” de Nöel. Su
carrera aquí despegó, llegando a viajar a Nueva York o Rusia, donde
coincidió en 1890 con Rasputín, y éste a su vez le presentó de
forma discreta al zar Nicolás II (1868-1918), a la postre, su amante.
De
este modo llegó al escalón social más alto, donde no
sólo fue amante del zar ruso, sino también de los reyes Alfonso XIII de España,
Eduardo VII de Inglaterra, Guillermo II de Alemania y Leopoldo II de Bélgica,
o del gran industrial estadounidense Cornelius Vanderbilt y el político
francés Aristide Briand (uno de los precursores de la unidad europea).
Es
tiempo de pasar a otra cortesana y quizá, la más importante de todo el siglo
XIX: LOLA MONTEZ, cuyo
nombre real es Marie Dolores Eliza Rosanna Gilbert (1818-1861), quien se cree
tuvo más de 4000 amantes a lo largo de su
vida, incluyendo al rey Ludwing I de Baviera, y a personajes
muy conocidos de la época como Alejandro Dumas o el compositor Franz Liszt.
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