El antisemitismo potencia los bajos
instintos.
Alguien vio, alguien escuchó. Alguien contó
su versión o la que le legaron. Toda historia tiene su lado oscuro, como la
Luna. Y esta historia comenzó el 14 de agosto de 1889, con la llegada al puerto
de Buenos Aires del VAPOR WESSER. A bordo venía el
primer núcleo organizado de judíos que escapaba del antisemitismo de la Rusia
zarista, especialmente de las comunidades de Podolia y Besarabia. Huían del
confinamiento, de las "zonas de residencia" que tenían el espíritu
oscuro de un gueto. Del frío y del hambre. La promesa para esas primeras 138
familias era formar parte de la colonización de la Argentina: campos dorados y
mucho cielo azul.
La negociación se había hecho en París, y la
habían llevado adelante dirigentes de la comunidad, que se ocupaban de defender
a los judíos de la persecución. Así llegaron a contactarse con RAFAEL HERNÁNDEZ,
un terrateniente argentino, hermano de José, el autor del Martín Fierro, que
estaba interesado en vender tierras a inmigrantes europeos.
Apenas
el Wesser llegó al puerto comenzaron los problemas; el más serio, que las
tierras a las que los habían destinado no estaban disponibles. En ese momento
apareció PEDRO
PALACIOS, que era asesor letrado de la Congregación Israelita y
dueño de un número asombroso de hectáreas en la provincia de Santa Fe. Palacios
se ofreció a colonizar a los judíos rusos y finalmente se firmó el contrato.
Cuando Palacios les preguntó cómo se iba a llamar la colonia, el rabino Aharon
Halevi Goldman propuso KIRIATH
MOSHÉ, equiparando la salida de los judíos de Egipto de la
mano de Moisés con el contingente que había dejado la tiranía de Rusia para
llegar a la Argentina. Alguien tradujo ese nombre como Moisés Ville.
El
periodista JAVIER
SINAY un día de
2009 recibió un mail de su padre, quien le contaba que había encontrado en
Internet un link que reproducía una nota de su bisabuelo, "LAS PRIMERAS VÍCTIMAS JUDÍAS EN
MOISÉS VILLE", sobre una serie de crímenes ocurridos entre 1889 y
1906: 22 asesinatos en 17 años.
MIJL HACOHEN SINAY también
había sido periodista, y fue el fundador de "Der Viderkol", el primer
periódico judío de Buenos Aires e íntegramente escrito en idish. "Esta es
una investigación sobre los crímenes olvidados de una lengua ida", anotó
Sinay en algún momento de la investigación sobre esos crímenes y sobre su
bisabuelo. Pero después tachó esa frase y escribió un libro, LOS
CRÍMENES DE MOISÉS VILLE. UNA HISTORIA DE GAUCHOS Y JUDÍOS.
En
idish, la lengua de los PODOLIER,
como se comenzó a llamar a los primeros colonos por la
región de la que provenían, se dice "A mul is guebein...", es decir,
"había una vez", una frase que da pie a un relato, que muchos abuelos
judíos usaban para contarles cuentos a sus nietos.
A
mul is guebein un grupo de familias rusas que fueron depositadas en vagones de
carga, a la espera de que los trasladaran a sus campos, sembrados de espigas
doradas que, seguramente, se agitaban con el viento. Esa mudanza no llegó
nunca, como tampoco las herramientas de trabajo o los animales para trabajar el
campo. No llegó nadie que se ocupara de ellos, salvo algunos obreros
ferroviarios que de vez en cuando repartían comida entre los padres y niños que
mendigaban. Sí hubo una epidemia, desatada por la falta de alimentos, higiene y
control médico, que arrasó con la vida de unos sesenta chicos.
La
colonización judía, hacia 1891, tenía más de tragedia que de épica.
Pero
el sueño de espigas y cielo azul estaba más cerca. Ese mismo año se consiguió
firmar un contrato con Palacios para comprarle las 10.163 hectáreas que
cultivaban los pioneros de Moisés Ville. Luego, a lo largo del siglo XX, la JEWISH COLONIZATION ASSOCIATION (JCA), una
asociación filantrópica creada por el barón MORITZ VON HIRSCH (empresario y
banquero judeo alemán), para
facilitar la emigración masiva, fundó en la Argentina una quincena de colonias:
de ellas surgió la leyenda de los gauchos judíos y la mística de las
cooperativas agrícolas.
MOISÉS VILLE siempre fue
la plaza principal, con 118.262 hectáreas, y la más poblada. Dicen que llegó a
tener 6.000 habitantes, aunque, cuenta Sinay en su libro, el censo de 1914, el
más abultado, habla de 3.837 personas. En 1999 se declaró a Moisés Ville
Poblado Histórico Nacional por su singularidad: un asentamiento grupal y
comunitario, que siguió la traza de las aldeas europeas (shtetl) de Europa del
Este, y no el damero típico de los pueblos argentinos.
SINAY viajó más de
una vez a Moisés Ville. Entrevistó a cerca de cincuenta personas, muchas de
ellas descendientes de aquellos colonos asesinados. Probó el menú en el tren
para ir a ese pueblo de Santa Fe: jamón y ensalada rusa, matambre a la pizza y
puré de papas y budín de pan. Contrató a Ricardo Zavadivker, un detective de
libros para que lo ayudara a encontrar algún ejemplar de DER VIDERKOL. Aprendió a
leer en idish, porque, como el texto de Mijl Hacohen Sinay, buena parte de las
fuentes bibliográficas que necesitaba están escritas en esa lengua. Un esfuerzo
que más que intelectual, parecía físico: parecido a una mudanza. "Por
momentos parecería que todo está en idish: los textos, los documentos, los
diarios, las revistas, las obras de teatro, los ensayos, los anuarios, las
lápidas, las cartas, las canciones, los poemas, los epígrafes, los manuscritos
jamás publicados, los borradores y las biografías. Todo", escribe en su
libro. Mucho de lo que pudo descubrir sobre los crímenes de Moisés Ville se
había publicado en alguno de los libros del instituto IWO.
Su
biblioteca, a pesar de haber volado en el atentado a la AMIA, pudo
reconstruirse en parte.
El
escritor leyó más de una vez los textos cortos escritos en las lápidas del
primer cementerio judío del país. Allí conoció la "TUMBA LARGA",
donde están enterrados los Waisman, un matrimonio y sus dos hijos, una
adolescente y un niño.
Pasando
la tumba larga", cuenta Sinay que se dice en el pueblo, casi una
referencia turística. Las tumbas más ornamentadas pertenecen a las décadas del
1920 y 30, una época de bonanza en Moisesviye.
El
sector número 5 es el de los asesinados. El primer muerto fue DAVID LANDER, que había
llegado en el Wesser sin familia, un caso que tiene algo de fundacional: un
grupo de colonos se tiró encima del jinete que había perseguido a Lander.
"Un mito que cuenta con una violencia descarnada el difícil encuentro de
dos culturas; un encontronazo, más bien, que acaba con la muerte de
ambos", escribe Sinay en Los crímenes de...
Para
1920, la humilde casa almacén donde había ocurrido esa masacre comenzaba a
convertirse en una ruina que a veces señalaban los descendientes de los asesinados.
Entonces todo había cambiado: los gauchos y los colonos judíos mantenían esa
relación amistosa y complementaria de la que surgió el gaucho judío. El
expediente ("lo mismo que los de cada uno y todos los casos sobre los que
aquí escribo") parece haberse diluido en el aire. En el tiempo.
-¿CUÁL ERA TU VÍNCULO CON LA CULTURA
JUDÍA ANTES DEL MAIL DE TU PADRE?
-Era
un vínculo menor. Siempre me supe judío, pero no hacía en ese sentido mucho más
que participar de las cenas celebratorias que organizaba mi abuela para las
fiestas, donde comíamos matzá, gefuilte fish, borsht y leikaj. Sabía muy poco
de mi bisabuelo. Alguna vez había escuchado que había fundado un periódico,
pero sin detalles. Tampoco sabía que había escrito un texto cargado con 22
homicidios, ni que había vivido en Moisés Ville, un pueblo sobre el que
desconocía todo.
-ALGUNOS TEÓRICOS DICEN QUE EL PUEBLO
JUDÍO NO SE CONSTITUYE EN UN TERRITORIO SINO EN LA PALABRA ESCRITA Y EN EL
LIBRO. EN ESE SENTIDO, ¿CÓMO ES ESCRIBIR UN POLICIAL JUDÍO?
-Fue
un trabajo complejo que implicó viajar en el tiempo para investigar 22
HOMICIDIOS cometidos 125 años atrás y, a la vez, dotarlos de un contexto que
sirva para explicar quiénes eran estos colonos, qué bagaje cultural traían, qué
visión del mundo tenían, qué esperaban de la Argentina y cómo fue que se
asentaron en estas tierras, con un arraigo tan profundo en tan poco tiempo. Yo
escribo noticias policiales y la investigación de los homicidios de Moisés
Ville fue muy diferente a la de los crímenes del presente en los que hay que
encontrar, antes que nada, a los protagonistas. La carga dramática de una
entrevista con ellos es muy alta y hay que decir, también, que muchos se niegan
a abrir la boca. El desafío acá era diferente: se trataba de rastrear en el pasado
a los protagonistas a través de sumarios judiciales, notas de prensa, cartas,
manuscritos, memorias orales familiares y archivos de todo tipo. En un punto,
fue una pesquisa menos dramática pero más minuciosa.
-¿QUÉ ENCONTRASTE EN EL IDISH?
-El
ídish contiene un mundo entero. Es un idioma fascinante y extraño, que trae un
milenio de historia y que yo descubrí en el Instituto IWO, la mayor biblioteca
ídish/judía de Latinoamérica, con la que estuve en contacto durante mi
investigación. Muchísimas de mis fuentes bibliográficas estaban escritas en
ídish, habían sido publicadas en la Argentina de los primeros años del siglo XX
y contaban un mundo vibrante, vitalista, algo contradictorio y en plena
efervescencia cultural. Pero, más que nada, un mundo argentino.
-¿Y CÓMO FUE EL APRENDIZAJE?
-Fue
difícil y cansador, pero a la vez apasionante: yo sabía que cuanto más ídish
aprendiera, mejor podría rastrear las fuentes y, por ende, más cerca estaría de
develar la verdad sobre los crímenes. Tenía algunas nociones de alemán que me
facilitaron el primer abordaje del ídish, pero las letras hebreas me eran
completamente extrañas.
-ESE PRIMER ENCUENTRO DE LOS JUDÍOS
PAUPERIZADOS CON UN GAUCHO QUE BUSCA A UNA MUJER, ESE MALENTENDIDO INICIAL, ¿ES
FUNDACIONAL DEL VÍNCULO ENTRE LOS JUDÍOS Y LOS GAUCHOS?
-No
lo creo. Es cierto que hubo una primera etapa de fricción, que es la que me
interesó investigar, pero definitivamente no se prolongó en el tiempo y, en
cambio, derivó en varias décadas de fusión. Esa fusión ya estaba en marcha
cuando ocurrió aquel homicidio. De hecho, la figura del "GAUCHO
JUDÍO" que inventa Alberto Gerchunoff en 1910 es relativamente próxima a
la fundación de Moisés Ville en 1889. Con esto quiero decir que la cooperación
entre gauchos y colonos judíos se dio de modo natural en muy poco tiempo y
trajo luego esa identidad judeoargentina rural tan singular y simpática que es
la del gaucho judío, sobre la que todavía hoy preguntan los turistas que llegan
a Moisés Ville.
De
lo que nos habla ese malentendido inicial es de un país que se está
transformando a pasos agigantados con la llegada de los gringos y la
desaparición de los viejos gauchos. De alguna manera, el debate entre DOMINGO F. SARMIENTO Y JOSÉ HERNÁNDEZ --popular
vs. Liberal-- se daba sin tener en cuenta realmente si la Argentina profunda
estaba preparada para recibir a los inmigrantes. Y parece que no lo estaba.
Desde la década de 1860 el gaucho estaba siendo sometido a la modernización y
potenciación de los campos, y esto significa que se lo obligaba a convertirse
en un peón de estancia jaqueado por las restricciones a sus libertades. El
gaucho que no quisiera acatar, se convertía en un marginal. Y alguno también en
bandido. La provincia de Santa Fe, por ejemplo, vio pasar a los bandidos
rurales por varias de las 350 colonias que existían a principios de la década
de 1890. Y el diario La Unión, publicado en aquella época en la COLONIA ESPERANZA, da buena
cuenta de eso.
-EN RELACIÓN A LA RECONVERSIÓN DE LOS
NOMBRES Y LAS VERSIONES, ¿SABÉS FINALMENTE CÓMO RECONSTRUYÓ TU BISABUELO, POR
EJEMPLO, LA MASACRE DE LOS WAISMAN?
-Mi
bisabuelo se basó en sus propios recuerdos y en los de otros colonos. En el
texto él aclara: "Algunos detalles de estos crímenes me los contaron los
podolier y los colonos, y otros me son conocidos a través de mi propia
experiencia, de cuando, hace unos cincuenta años, yo vivía en Moisés
Ville".
Los "podolier" son los 800 colonos
fundadores de Moisés Ville, llegados desde la región de Kamenetz-Podolsk,
actualmente en Ucrania. Entre esos "podolier" y colonos, mi bisabuelo
menciona en su texto a una mujer llamada Hinde Fisztl, que al momento de llegar
a la Argentina tenía 24 años y al momento de publicado el artículo de mi
bisabuelo tenía 82; y también nombra a "un antiguo colono de Monigotes, el
señor Wolfsy". Monigotes era (y es) un pueblo satélite de Moisés Ville.
El
artículo de los crímenes fue publicado en 1947: había pasado medio siglo o más
desde que habían sido cometidos los homicidios, y las memorias de estos
informantes comenzaban a mostrar alguna erosión. Pero, por otro lado, me
pregunto a dónde podría haber ido MIJL
HACOHEN SINAY a buscar en aquellos días los documentos judiciales que
pudieran confirmar su investigación. Intuyo que a ninguno. Porque, además,
aquellos son documentos que hoy no existen (han sido destruidos o se han
perdido en la noche de los archivos) y que posiblemente en esa época ya no
existieran.
-¿QUÉ IMPRESIÓN TE QUEDÓ DE LA COLONIZACIÓN Y DE LA JCA?
-A pesar de
que mis ancestros enfrentaron a los administradores de la JCA y tuvieron que
irse de la colonia cuando la rebelión fue derrotada, a mí me quedó una buena
impresión de la gesta colonizadora, y esta gesta sólo fue posible porque fue
organizada por la JCA. Ya pasó más de un siglo, y a la luz de los hechos es
evidente que la Argentina se convirtió en un país generoso con todos los
inmigrantes que recibió; entre ellos los judíos rusos. Es decir que llegaron
huyendo y encontraron aquí una tierra de paz. Y luego la encontraron los que
llegaron desde Alemania. Creo que la JCA salvó la vida, en lo concreto, de
miles de personas. Al lado de eso, todo lo demás es menor.
-¿SE SUPO CÓMO Y QUIÉN HABÍA COMETIDO LOS ASESINATOS?
¿HUBO CONDENADOS?
-En general, estos crímenes fueron impunes. La justicia de la época en ámbitos rurales era muy porosa y desorganizada. Puse especial interés en investigar también a los homicidas porque de ese modo podría saber algo más sobre los gauchos bandidos de la zona, pero no encontré casi nada.
-En general, estos crímenes fueron impunes. La justicia de la época en ámbitos rurales era muy porosa y desorganizada. Puse especial interés en investigar también a los homicidas porque de ese modo podría saber algo más sobre los gauchos bandidos de la zona, pero no encontré casi nada.
En el caso
del padre de ALBERTO
GERCHUNOFF, hice un descubrimiento: Los crímenes de Moisés Ville es
el primer texto donde se informa el nombre del agresor.
La figura de
Alberto Gerchunoff recibió la atención de algunos biógrafos (César Tiempo--- Israel
Zeitlin, le dedica un
perfil en su libro Protagonistas, en 1954, al que titula "GERCHUNOFF, MANO DE OBRA" haciendo
honor al proverbial oficio literario de aquel autor) y él mismo escribió su
propia autobiografía (a los 30 años, aunque fue publicada de modo póstumo),
pero aunque el crimen de su padre fue contado varias veces, nunca había salido
a la luz el nombre del asesino. Finalmente, lo encontré en una noticia
publicada el 3 de marzo de 1892 en el periódico La Unión --editado en la
colonia de Esperanza y archivado hoy en su Museo de la Colonización--, que
informa sobre el crimen del padre de Gerchunoff, ocurrido el 27 de febrero de
1892. El asesino se llamaba José María Ríos y era, según el diario, "un
gaucho cordobés, viejo soldado de un juez de paz". Fue linchado y muerto
por los colonos cuando vieron que había matado a Gerchunoff.
En
otro caso encontré, en el libro LOS JUDÍOS EN LA ARGENTINA primer trabajo autorreferencial de la
comunidad, publicado en 1914 y firmado por David Goldman, el hijo del rabino
que vino con los fundadores de Moisés Ville en 1889-- una mención a un tal
Coria (sin nombre de pila). Goldman dice, en relación a estos crímenes:
"Especialmente se temía al famoso bandido de aquel entonces Coria o, como
se lo solía llamar “Coria con las azadas”. Era de huesos anchos, naturalmente
fuerte. Su sola presencia daba a todos sensación de miedo. Tenía doce hijos,
todos asesinos. Y donde hubiera una desgracia se sabía que ellos habían
participado". Pero no informa qué crimen en particular le podemos
adjudicar.
En
el Archivo General de la Provincia de Santa Fe encontré información sobre un
tal Federico Coria, que el 19 de febrero de 1902 fue condenado por el Superior
Tribunal de la provincia "a la pena de presidio por tiempo
indeterminado" por haber dado muerte a un hombre llamado Remigio
Zárate.
ÚLTIMO CASO: en el
homicidio de Miriam Aliksenitzer fue acusado el comisario de Moisés Ville,
llamado Golpe Ramos. Este crimen fue el más resonante entre los que investigué:
el cuerpo de esta chica de 19 años fue hallado el 16 de julio de 1906. La
habían matado en el alba de ese día o a última hora del día anterior. Hasta el
día de hoy llegó, por memoria familiar, la certeza de que el comisario Golpe
Ramos la deseaba.
Los
diarios de la época insisten --a mi juicio, no ingenuamente-- en que el cadáver
estaba en ropa interior, en camisón. Intuyo que abusó de ella; no lo puedo
asegurar. El caso fue tan resonante que durante tres meses fue seguido por los
diarios La Nación y La Prensa, de Buenos Aires: las noticias contaban cómo las
autoridades políticas del departamento de San Cristóbal (bajo cuya jurisdicción
estaba Moisés Ville) protegían al comisario y luego lo entregaban, y luego lo
volvían a proteger. Nunca pude comprobar, lamentablemente, si Golpe Ramos fue
condenado: el expediente judicial hoy no existe y los diarios abandonaron, en
cierto momento, el proceso.
-¿QUÉ ENCONTRASTE, Y CÓMO ENCONTRASTE
MOISÉS VILLE EN RELACIÓN A ESTE TEMA?
-Hoy en Moisés Ville no queda demasiado sobre este tema. La concordia que surgió entre gauchos y gringos fue muy enriquecedora para todos, y prima como relato de la primera época. Pero algunas personas --las más inquietas-- saben que también existieron algunos crímenes y que los años fundacionales no fueron fáciles.
-Hoy en Moisés Ville no queda demasiado sobre este tema. La concordia que surgió entre gauchos y gringos fue muy enriquecedora para todos, y prima como relato de la primera época. Pero algunas personas --las más inquietas-- saben que también existieron algunos crímenes y que los años fundacionales no fueron fáciles.
La
directora del museo local, EVA
GUELBERT DE ROSENTHAL, conocía el artículo de mi bisabuelo y me ayudó a
investigar. "Hace rato que ese artículo me da vueltas en la cabeza",
me dijo el día que nos vimos por primera vez. Otros vecinos me contaron casos
que llegaban hasta el presente en pequeñas impresiones escuchadas de boca de
los mayores, difíciles de rastrear con detalle.
Pero
no encontré en Moisés Ville ningún tipo de documento que me pudiera dar luz
sobre estos hechos. Lo que sí hice fue visitar los diferentes sitios donde
ocurrieron estas historias: la escena del crimen. Y pude comprobar que algunos
sitios se encuentran hoy exactamente igual a como estaban hace 125 años. Sólo
faltaba el cadáver.
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