Reflexionando
de lo que fue y nunca más será...
Cuando
para uno el ayer es lejano, el presente
indefinido y el futuro no existe; estando todavía en
total uso de la memoria comprende que la vida es una cárcel que uno termina por
escapar gracias a la muerte.
De acuerdo a un estudio hecho con datos objetivos por varias instituciones internacionales se ha constatado la “excesiva” concentración de la riqueza
mundial en pocas manos.
Por ejemplo 85 individuos acumulan tanta riqueza como los
3.570 millones de personas que forman la mitad más pobre de la población
mundial. O que la mitad de la riqueza está en manos de apenas el 1% de todo el
mundo. Eso sin contar que una considerable cantidad de esta riqueza está oculta
en paraísos fiscales.
ES
EXTRAÑO que
curas, rabinos, monjes y otros grupos
sacerdotales impulsen el trabajo como algo que debe ser logrado con
el sudor de la frente, sean ellos los
que menos transpiran salvo por obesos.
Los
castillos, templos, monumentos u otras obras arquitectónicas, se han construido
con mano de obra esclava.
Hoy,
como ayer, como siempre, el hombre sigue siendo explotado por otro hombre que
en el afán de llenar sus alforjas, mate de hambre al que lo enriquece.
MI
PADRE, se
sentaba en las tardes calurosas de verano, y mientras se refrescaba, tomando
agua de un cantaro de arcilla, me dedicaba parte de sus recuerdos su vida en su
pueblo natal ucraniano.
Cuando
comenzaban las clases, él se transformaba en un extraño en casa. Rara vez
coincidíamos en los horarios.
El
era un buhonero dedicado a mantener cinco
bocas. Para él no había vacaciones ni
feriados.
Mi Madre no trabajaba fuera del hogar. Era
una época que su tarea se limitaba a los quehaceres domésticos y a cuidar hijos.
MIS
PADRES trataron
de buscar en mi alguna vocación que pudiera asegurarme un futuro. Pero siendo
yo un tipo totalmente volado, terminé por desilusionarlos.
No
sé si fue por mi falta de
profesionalidad tuve que cumplir toda
clase de tareas no calificadas, lo que
me hacía permeable a ser UTILIZADO sin la menor
consideración.
Es
que yo creía que siendo un tipo leal a la empresa, no tenía porque pelear por un sueldo. Si
valía me tenían que pagar en
consecuencia. ¡Pobre boludo!
Uno
de mis primeros empleos, fue en una EMPRESA
FAMILIAR. Creí
en la honorabilidad del dueño. Con los
años descubrí que esa bosta humana, uno más de los tantos que flotan en esta
tierra, no había aportado un mango para
mi jubilación. Seis años estuvo
evadiendo al fisco no solo a mí sino al resto de personal.
Los
inspectores tanto de Comercio como de la Recaudación Impositiva, nunca reovisaron los libros contables. La coima, como por arte
de magia, los detenía en la puerta del local.
Después
me empleé en una institución comunal. El encargado
compras, mi patrón, fue
acusado de robar mercadería y de coimear a las empresas que le vendían al
municipio. Para mí era una situación
patética. No quería verme involucrado, ni siquiera tangencialmente. Renuncié.
Mi moralina siempre me agobiaba.
Después
di con una OFICINA
CONTABLE,
donde el dueño de chiringuito era un ludópata incurable. Un día le patinó el
bobo por el estrés producido por la timba. Una vez que él se hubo
recuperado, me fui.
Al
poco tiempo logré un PUESTO ADMINISTRATIVO en una institución estatal dedicada a distribución de
viviendas. Todo iba bien, hasta que un
buen día se inició una investigación porque había un manejo extraño en la
entrega de las casas. Tuve que ir a declarar a la Policía. Del jabón que me pegué me fui sin esperar ninguna
indemnización.
Pasé
dos años en un GERIÁTRICO. Aprendí que la
vejez es un castigo que se puede atacar por todos su flancos. Los que llegan a estos depósitos son, mayormente vivos anónimos, o muertos en
vida. Muy pocos se preocupan de ellos..
El
tiempo los marchitó, y lo irrecuperable
hay que tirar…
Hice
una hermosa tarea, pero el cinismo de la patronal, me terminó por desmoralizar.
Se cuidaba al que pagaba particular, y se abandonaba al que era solventado por
la obra social.
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Dicen que había una Clínica, que
acostumbraba a gotear a los viejitos que se internaban y no había familia que
lo cuidara. Era una manera silenciosa de hacerlos partir, sin necesidad de
visado ni pasaporte.
Uno
de mis sueños postergados fue ser PERIODISTA. Después de muchos
años lo logré…pero salí maltrecho.
No
podía creer que la voz escrita dedicada a la comunidad acumulara tantos
analfabetos estructurales…Algunos habían terminado la secundaria, pero tenían una
escasa comprensión de los textos.
Terminó
siendo un buen curro para unos pocos, y pobreza para la mayoría. Y el producto periodístico
se convirtió en material de envoltorio.
Como
era un tipo sumamente dado y extremadamente sensible, a veces hasta la
exageración, entré por el camino menos pensado: el de la SALUD. Me gustaba decir: “Vengo a resucitar a los
que maté en el Periodismo.”
Y
tuve la misión de ayudar a los médicos para que el enfermo recuperara la salud.
El que no se recuperaba era yo. EL ESTADO durante años me
tuvo en un estado de total indefensión (becario) que no hizo más sumar una nueva complicación a mi futura jubilación.
LA
DIRECCIÓN del
hospital, donde yo trabajaba, la JEFATURA DE ENFERMERÍA, y el MINISTERIO, fue tridente confabulado para que fuera un ser aislado dentro de la
institución, sin posibilidad de reclamos.
Me trataban como si yo fuera parte de una profesión bastarda.
Por
unas chirolas me cerraron el grifo para que pudiera acceder a un sueldo digno, y no ser parte de
la franja menos beneficiada en la escala salarial de todas las profesiones existentes.
Y
me llegó la JUBILACIÓN, una especie de
castigo, una manera de HUMILLARME,
por
haber trabajado con tanto fervor, por tanta dedicación, por haber perdido los
mejores años de mis hijos, de haber sido un padre ausente…
Y
hoy soy solo espero que explote el último cartucho que me mantiene
con vida. Otra no me queda.
NO
HAY DUDA: cuando del trabajo se habla, Dios
se borra… no ha logrado que los terráqueos se den cuenta lo mierda que son…y que traten de cambiar.
Por
eso la Vida es una Fotocopia.
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