ANTISEMITISMO EN LA ARGENTINA (I)
La Historia de la Conquista o los lejanos inicios del
racismo y la discriminación.
LA IGLESIA CATÓLICA NUNCA ALCANZARÁ A LAVAR TODAS LAS MUERTES QUE CARGA.
Cuando Buenos Aires era, todavía, una pequeña aldea colonial,
algunos de los primeros maestros de la ciudad eran de origen portugués. En
1605, uno de ellos fue rápidamente desplazado, pero en 1613, llegó otro
portugués, JUAN CARDOSO PARDO, que al año siguiente protagonizó un incidente
que conmovió a la ciudad: el Cabildo ordenó su detención porque no se lo halló
suficientemente provisto de fe cristiana, al comprobar que no sabía el Credo
fue suspendido en su puesto, despedido y entregado al Tribunal de la Santa
Inquisición de Lima ya que, como probaron las investigaciones: “Siendo maestro
de niños no les enseñaba el Credo, habiéndosele ordenado expresamente que lo
rezase todos los días, no lo hacía, sino que lo ignoraba...”.
En los reglamentos de la fundación del Real Colegio de San Carlos
de 1772 (El Colegio Nacional Buenos Aires), entre otras cosas estipularon
rigurosamente que los alumnos debían ser “de la primera clase, hijos legítimos
que sepan leer y escribir suficientemente cristianos viejos, limpios de toda
mácula y raza de Moros y Judíos.”
IDEOLOGÍA DE LA REVOLUCIÓN DE MAYO. A pesar de que el catolicismo fue la religión dominante en el Río
de la Plata, no siempre las relaciones de la religión y la política fueron todo
lo armoniosas que nos contaron en el relato escolar. En la historia de las
luchas por la independencia, algunos de sus protagonistas no evidenciaban mucha
devoción religiosa.
La expedición de Castelli al Alto Perú, entre 1810 y 1811, en
busca de apoyo para la Revolución de Mayo fue un fracaso, entre otros motivos
porque muchas de sus manifestaciones fueron consideradas heréticas por la
iglesia, lo que generó el rechazo de la población norteñas hacia la Revolución
de Mayo.
La lectura de las Memorias Póstumas del General José María Paz sorprende
por algunas de sus manifestaciones condenatorias acerca de la educación
católica, de las instituciones religiosas y la conducta de varios de sus
integrantes. Relató que el Ejército del Norte, proveniente de Buenos Aires, fue
recibido con renuencia por los pobladores de las provincias del Norte,
aleccionados e instigados por los curas, porque los consideraban un grupo de
peligrosos herejes.
Paz insinuó en su libro que Belgrano declaró a la Virgen de
la Merced como Patrona del Ejército, no por su vocación religiosa, sino para
ganarse la buena voluntad de la población. Parece ser que San Martín tuvo que
proceder del mismo modo con el Ejército de Los Andes para lograr las simpatías
de la población mendocina.
En 1825 se había promulgado una ley de tolerancia de cultos no católicos, en la Buenos Aires de la época, para sectores de la opinión pública muy adictos a las ideas liberales -consideradas muy radicalizadas en esos tiempos-. Por su parte, Facundo Quiroga en la guerras montoneras, utilizaba la emblemática frase “Religión o Muerte” en su bandera. Toda una definición de los tiempos que corrían...
En 1825 se había promulgado una ley de tolerancia de cultos no católicos, en la Buenos Aires de la época, para sectores de la opinión pública muy adictos a las ideas liberales -consideradas muy radicalizadas en esos tiempos-. Por su parte, Facundo Quiroga en la guerras montoneras, utilizaba la emblemática frase “Religión o Muerte” en su bandera. Toda una definición de los tiempos que corrían...
LA DURA LUCHA ENTRE EL LIBERALISMO ANTICLERICAL Y EL
CONSERVADORISMO CATÓLICO. Para fines de 1875 había, en Buenos Aires, una colectividad
italiana bastante grande que editaba un periódico en esa lengua, simpatizaban
políticamente con Alsina y eran furibundamente anticlericales, especialmente
contra el renacido poder e influencia de los jesuitas en el país. En una
sorprendente actitud para el lugar y la época atacaron, un día de enero, al
Colegio del Salvador, provocando la muerte de monjes y grandes daños al
convento, indignados por la devolución de la Iglesia de San Ignacio a la Orden.
En 1880, con la creación de la Argentina moderna, hubo una abierta
lucha de creencias e intereses entre los liberales de la época y los sectores
católicos. Aquellos lograron imponer, en 1884, la Ley 1420 de “enseñanza laica,
gratuita y obligatoria”. De este modo afirmaron el laicismo del Estado,
decretando el fin de la obligatoriedad de la enseñanza del catolicismo en las
escuelas, pero sin excluirlo de ellas. La ley de matrimonio civil, aprobado en
el Congreso en 1888, fue una derrota más para la Iglesia católica por cuanto
ambas leyes
Esta lucha ideológica, librada entre liberales y conservadores, no
significaba que estuvieran enfrentados en todos los campos, de hecho los
liberales necesitaban del control y disciplina de los sectores populares
proporcionados por la Iglesia, tampoco podría pensarse que los liberales
simpatizasen más que los conservadores con la inmigración judía que se hallaba
recién en sus comienzos.
LA INMIGRACIÓN O LA MENTIRA LLAMADA CRISOL DE RAZAS. Desde 1880, en la Argentina, según palabras de Luis Alberto
Romero, “se configuró un nuevo escenario institucional” en la era imperialista
europea, donde la Argentina consolidó la asociación con Gran Bretaña con la
expansión de la agricultura y la ganadería, y el tendido de los ferrocarriles.
Todo esto requería una abundante fuerza de trabajo, lo que promovió el estímulo
de la inmigración.
En 1869 la Argentina tenía 1.800.000 habitantes, para 1914 la
población se había duplicado. El crecimiento económico fue espectacular, la
burguesía argentina copió el estilo de la nobleza y aristocracia europeas,
construyó fastuosas mansiones, coleccionó objetos de arte llevando una vida de
lujo y boato.
Sarmiento la había calificado de “aristocracia con olor a bosta”
por el origen ganadero de su riqueza, pero se había convertido en el modelo de
ascenso social anhelado por los sectores medios en crecimiento. Parte de esas
cuantiosas fortunas se habían construido sobre el trabajo mal pagado de los
recién llegados y sus hijos. Una ola creciente de conflictos y violencia se
instaló en la sociedad, los reclamos sociales fueron encabezados por
anarquistas y socialistas de distintas denominaciones. La respuesta no se hizo
esperar. El Estado, en 1902, estableció la Ley de Residencia propuesta por
Miguel Cané, el escritor de la obligada Juvenilia, para la expulsión de
extranjeros, que fue completada con la Ley de Defensa Social, promulgada en
1810.
Un temor y rechazo cada vez más intenso hacia los inmigrantes se
apoderó de la élite dominante, de quienes imaginaba se proponían
invadir y tomar los privilegiados espacios de los cuales se sentía única y
legítima dueña. Esa multitud cosmopolita y heterogénea era visualizada como una
masa amorfa, brutal y peligrosa, a la que siempre se le atribuía ser el origen
de todos los conflictos sociales y políticos. La burguesía se sentía avasallada
en los viejos hábitos paternalistas que había mantenido con los sumisos
sectores populares, que ahora reclamaban y exigían mejores condiciones laborales
influidas por la militancia política llegada allende los mares. Un fuerte
sentimiento racista, xenófobo y antisemita crecía dentro de la elite dominante,
no importa cuán liberales fueran sus simpatías políticas, al mismo tiempo que
aumentaba la conflictividad social. (ALICIA
BENMERGUI)
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