Contaré mi vida antes que la parca se
anticipe.
MI MADRE Y SUS HERMANAS
(continuación).
MI TÍA LA MENOR no se distinguía tanto por su
físico (era ancha de caderas), sino por la belleza de su rostro, donde
relumbraban sus tremendos ojos violetas. Tenía un cierto parecido a la actriz inglesa Elizabeth Taylor (n. 1932), aunque nada que ver con la
niña prodigio de Hollywood que vivió coleccionando maridos.
Esta
TÍA era muy pegada a Mi Madre.
Vivió un
tiempo en Concordia ayudándola en
mi crianza. Según Mi Tía, yo era tremendamente caprichoso a la hora de
comer.
ROSITA, aburrida de mis berrinches diseñó una estrategia: ella había notado que
yo le ponía toda mi atención a una canción que se oía todos los mediodías a través de una emisora uruguaya. Era una
especie de separador previo al informativo de las doce. La música en cuestión era DIOS BENDIGA AMÉRICA, del compositor ruso de origen hebreo Irving
Berlin (Israel Baline n. 1888): “Dios bendiga a América, la tierra que amo,/ Estar al lado de ella y su guía/ A través de la noche con una luz desde arriba
.”
BERLIN
también compuso una de las canciones emblemáticas de los cristianos: La Navidad Blanca.
MI TÍA
simulaba que le hablaba al receptor. Pedía por mi canción favorita y yo consentía
de comer sin chistar.
MI TÍA
estuvo deambulando un tiempo
entre nuestra casa y la de su hermana mayor. Después se alquiló un departamento
en el barrio de Congreso, compartiendo
el piso con la actriz LAURA HIDALGO (Pesea Fieman, n. 1927 en la ciudad moldava
de Besarabia). Finalmente pescó marido en un encuentro de solos y solas
que organizaba el club Hebraica.
El
ESPOSO DE MI TÍA ROSITA, había nacido
en la ciudad entrerriana Basavilbaso (en homenaje a un ex gobernador
entrerriano Clemente B., n .1841). Había
enviudado cinco años después de casarse. Tenía
una niña de tres años. Daba toda
la apariencia de ser un porteño de ley.
Iba siempre trajeado.
Él tenía un hermano que se había recibido de
Odontólogo en Córdoba. Y dos
hermanas, a mi gusto, feúchas quienes lograrían casarse después de una intensa búsqueda.
Yo
estaba en la casa de MI TÍA LA MAYOR,
cuando su hermana le
presentó a su futuro esposo.
La
novia, que era una loca de la limpieza,
le sacó brillo al viejo caserón como
para que se viera medianamente presentable a los ojos del novio.
MI
PRIMA y yo apenas si alcanzamos a
saludar a nuestro futuro tío. Enseguida
nos mandaron a jugar al patio. No era
cuestión que dijéramos algo impropio y quemáramos el asado. Nos podían llegar a matar.
EL
FUTURO TÍO era un tipo fornido, bigotudo, una abundante
cabellera que mantenía ordenada a fuerza de gomina. Usaba lentes de manera permanente porque era chicato.
Trabajaba en una empresa textil.
Era el encargado de las
ventas
al por mayor. A veces viajaba por la
Provincia de Buenos Aires para visitar a
los clientes que merecían ser distinguidos por el volumen de sus compras.
El
dinero que ganaba no daba como para tirar manteca al techo, pero lo
suficiente
como para mantener a cinco mujeres:
esposa, tres hijas y a la suegra
materna que se había ido a vivir con
ellos.
Se casaron el viernes 5 de enero de 1951. Esta
fecha fue elegida para que el
hermano
del novio, MATIAS, el odontólogo, pudiera
asistir a la boda ya que dos semanas
después hacía aliá (emigraba) a Israel: estaría entre los fundadores del KIBUTZ MEFALSIM, y el primer odontólogo del Neguev.
La
noche del casorio el cielo estaba
totalmente estrellado. Fue una reunión íntima en el patio del caserón. Yo
estuve en representación de mi familia de Concordia.
Me
senté en una mesa aparte con mi prima FLORINDA
y VIRGINIA, la hija del flamante tío.
Como la heladera de MI TÍA era un pequeño cajón que apenas si enfriaba, las bebidas fueron colocadas en la
bañera, recubriéndolas con barras de hielo.
En marzo
de ese mismo año Mi PADRE revolucionó nuestra casa cuando compró una heladera
eléctrica Westinghouse. Nuestro
repartidor de hielo de tantos años, perdía
un cliente.
Sin embargo, MI PADRE nunca se
pudo desprender de su vieja vasija de arcilla. Decía que la
frescura y el sabor del agua que se
almacenaba en ella, eran
irremplazables.
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HELADERA.
“En 1912 mientras trabajaba como labrador, Clarence Birdseye, fue el primero en
usar el frío para conservar los alimentos rociándolos con un líquido que
circulaba a unos 40 grados bajo cero.”
Yo acompañé
a MI TIO a despedir a su hermano
la noche que éste viajó a Israel.
La Dársena de Puerto Nuevo reventaba de amigos y familiares de los
distintos grupos que hacían emigraban.
El trasatlántico Conde Biancamano, construido en 1925,
más que un buque de ultramar se
parecía a un crucero turístico, de esos que se veían en las
películas: estaba totalmente adornado con luces y cintas multicolores.
Cinco años después, este mismo barco de
bandera italiana transportaría el
cadáver de EVA PERÓN a Italia. Un secuestro ordenado por el Gobierno militar que había derrocado a su
esposo
A Evita hasta muerta le temían.
El abrazo entre Mis Tíos
fue realmente conmovedor, tanto
así que yo lloré a la par de ellos. Como
ambos tenían ojos saltones, más que lágrimas me pareció
hallarme en medio de una lluvia tropical.
Ellos presentían que jamás se volverían a ver. Y así fue: al
Odontólogo murió en 1963 como consecuencia
de una distrofia muscular. Ocurrió
un año después que yo lo fuera a visitar y dos antes que
Marcos hiciera aliá.
En
el mes de setiembre de 1962 vine por un día para estar con
el Odontólogo en su kibutz.
A pesar de su enfermedad hizo un enorme esfuerzo como
para demostrarme que aún era una
persona útil. Me llevó a su consultorio
para tratarme una muela cariada.
Cuando me puso el torno, más allá de mi
natural pavura, sentí un mazazo en la
boca: el mandril se le había escapado,
raspándome la lengua. Me las aguanté con
tal de no herir su orgullo. Y él se mostró muy feliz cuando dio por
terminado el tratamiento.
MATIAS, se había
casado con una chaqueña. Tenían
una nena y un varón de cortas edades.
Su esposa me ignoró totalmente. Pienso que la
futura viuda no tenía ganas de conocer a
alguien que no vivía en el país y que nunca más lo volvería a ver.
Cuando murió su esposo ella guardó luto durante dos años y después se
volvió a casar. La soledad en el kibutz pesaba mucho más que en la ciudad.
MIS
TÍOS, recién casados, fijaron su
residencia en una casa alquilada de cuatro ambientes, (tenía un pequeño en el altillo), que estaba en la calle Concordia (vaya casualidad), a metros de la avenida Mosconi, en pleno barrio de Devoto.
MI TÍA
era muy hábil en el manejo de la casa.
Ella cocinaba, lavaba, planchaba
y cosía. Su marido se cambiaba todos los días la
camisa, la ropa interior y las medias.
Ella
nunca necesitó de la ayuda de nadie. Aunque contaba con la colaboración de la Bobe
que se había ido a vivir con ella.
MI TÍO,
el entrerriano, se levantaba a las
cinco y media de la mañana para cumplir con su ritual diario: ducharse, afeitarse
y ojear el diario La Nación (fundado en 1870), que lo recibía en su casa. Mientras tanto su mujer le servía el desayuno, Luego
se cepillaba los dientes sin mezquinarle a la pasta dentífrica. No podía
permitirse tener mal aliento. Después de mirarse por última vez en el espejo,
se iba a tomar el bondi. Tenía un largo
trecho hasta el laburo.
GILLETTE. En 1903 apareció la primera hojita. King Camp
Gillette, creó una máquina de afeitar cuya cuchilla no necesitó ser afilaba,
porque era descartable
****
A mí me
gustaba ver cuando Mi Tío y Mi
Padre se afeitaban. Cuando a mí me tocó
rasurarme lo mío fue un calvario:
el acné había convertido a mi rostro en un campo de batalla lleno de
víctimas. Debía tener siempre a mano un lápiz coagulante para detener los
sangrados.
En 1967 un médico marplatense la embocó:
de mis propias supuraciones me preparó unas
autovacunas. En un mes estuve
totalmente curado. Del doloroso pasado
me quedaron algunos unos baches que no se pudieron tapar.
****
Cada vez que íbamos a visitarlos (un año
viví con ellos), y Mi
Tío se iba al laburo, yo bajaba del altillo donde me destinaban una cama, y me apropiaba de La
Nación al que literalmente lo desguazaba. Solamente no leía sus
clasificados.
MI TÍO volvía del laburo después de la siete de la tarde con el
vespertino, La Razón sexta (fundado en
1905), bajo el brazo. Lo hojeaba durante
el viaje y con él se quedaba dormido.
MI TÍA se
quejaba, sin éxito, del poco
diálogo que tenía con su esposo. Sexualmente se mostrse mostró como una mujer insatisfecha. Un karma que aquejó a
las tres hermanas.
Cuando MARCOS empezaba a roncar yo
entraba al dormitorio y me llevaba el diario. Y lo largaba cuando
MI TÍA terminaba de limpiar la
cocina: era su turno e inamovible.
MI TÍO,
el entrerriano, era un niño grande: se
alimentaba de revistas, de libros de aventuras y de suspenso.
Él fue quien me prestó EL SABUESO DE LOS BASKERVILLE la tercera novela del escritor escocés Arthur
Conan Doyle (n. 1859). A pesar de no
ser un aficionado a este tipo de lectura,
su historia me atrapó y lo leí hasta el final.
MARCOS nunca llegaba
a su casa no sin antes pasar por la rosticería. Para mí era un festín,
teniendo en cuenta que Mi Madre me tenía cortito con las comidas: yo recibía
una estricta dieta ovo lacto vegetariana. Ella estaba convencida que así podía disminuir mis ataques de asma.
MI TÍO podía
ser cualquier cosa menos tacaño. Se
brindaba por entero por sus sobrinos. Él
y su esposa, coincidían en que Mis
Hermanos y yo,
vestíamos como verdaderos pordioseros. Siempre nos
compraban alguna prenda. Mis Padres no se daban por aludidos.
MI TÍO
me llevaba a la peluquería para que me hicieran un corte
moderno, que saliera de esa costumbre que tenía Mi Madre de pelarme a
cero.
Para mí fue
toda una novedad el día que llamó a
un lustrabotas para que le diera
brillo
a mis estropeados tamangos.
MI TÍO
fue quien me regaló mi primer vaquero, antes de que yo viajara a Israel en el
año 1962. Se había dado cuenta que mi
valija estaba muy liviana para un viaje de
un año.
MIS TÍOS
esperaban mucho de mí, me creían un
chico capaz de hacerse una carrera universitaria. Con el tiempo los desilusioné.
En
1959 yo estaba viviendo en Mendoza porque el asma me había
destrozado los pulmones. Yo le habìa
escrito a VIRGINIA contándole que había robado unas hojas de
carpeta de una librería, para no ir al colegio sin haber hecho los deberes.
También le conté de mi arrepentimiento.
MARCOS, enterado de mi precaria situación
económica, me envió un paquete con
prendas tejidas para que tratara de venderlas al por mayor. El
yeite era bueno. El problema era yo: nunca tuve pasta de vendedor. Se lo devolví
sin siquiera abrirlo. Nunca pude superar mi miedo al “No.”
El
matrimonio de MIS TÍOS tuvo un triste
final. Él demostró ser un verdadero huevón. Viviendo en Israel su mujer había sido
internada para extraerle un pequeño
tumor cerebral. Su marido no se apartaba de su lado. Un día MI HERMANO, el
mediano, también radicado en Israel, fue
a visitar a la enferma al hospital. En un momento de aburrimiento el Tío se puso a alardear frente a su sobrino
de sus aventuras extramatrimoniales, pensando que su mujer estaba sedada. Sin embargo, MI TÍA, dentro de su estado
comatoso, lo oyó todo.
Ella mantuvo los ojos y el pico cerrados por
varios meses. Los médicos estaban
confundidos porque las señales cerebrales mostraban una total
recuperación.
El milagro se produjo cuando su esposo
falleció. MI TÍA se recuperó de inmediato. Todos coincidieron que ella se había
vengado del bocón.
*****
MI
ABUELA MATERNA. Era una persona de una
fortaleza anímica increíble. Los dolores
físicos no la doblegaban. En Europa había llevado una vida muy dura y
perdió toda esperanza de ser feliz cuando
llegó a la Argentina, porque no tuvo la
vida
soñada. Esto no era Estados Unidos de
Norteamérica. Su único consuelo fue el haber podido escapar antes que los nazis
comenzaran con la limpieza étnica.
La bobe LEA, era de mediana estatura, delgada,
nariz aguileña y pequeños ojos
grises. Tenía una cabellera que le
llegaba hasta la cintura. Su pelo entrecano
se lo cepillaba meticulosamente
todas las mañanas. Después, con un hábil movimiento de manos lo transformaba en
un rodete. Caminaba encorvada mirando el piso, como si tratara de
ocultar su rostro a la vista de los demás.
Una
noche del mes de marzo de 1964 la
Bobe iba
a la terraza llevando una palangana con ropa sucia que pensaba lavar a
mano. Trastabilló a mitad de la escalera rodando hasta el descanso. Del
porrazo que se dio se lastimó un codo.
Ocultó lo ocurrido hasta que el dolor la
superó: se le había infectado la
herida. Cuando MIS TÍOS decidieron radicarse en Israel le dijeron a
Mi Madre que cuidara de la Abuela. Consideraban que no estaba física ni sicológicamente en
condiciones de hacer un viaje tan largo. Lea, que no tenía un pelo de zonza, se
dio cuenta que su Rosita no quería
cargar con ella. Se le frustraba un
sueño tan largamente acariciado: reencontrarse con sus familiares que habían escapado antes y
durante la SGM. Y de un momento a otro
plantó bandera: se instaló en el pasado e
ignoro totalmente el presente.
Mi Padre
me contó que su suegra antes de morir le dijo que él
había sido el mejor de todos sus
yernos. Dudo que haya sido así: ella sabía
muy bien que su hija no había tenido un matrimonio feliz.
Mis Padres nacieron en Europa, se casaron
en la Argentina, aquí tuvieron
sus hijos y, se separaron a la vejez.
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