Cuando uno observa el desarrollo de la economía
argentina, es indudable que los precios
son una especie de rebatiña de lo ajeno, sin necesidad de justificarse.
La enorme fuerza laboral es una especie de zombis que está bajo
el dominio de empresariado, que nunca se sintió argentino, que vivió muy cómodamente
con los poderes antidemocráticos, aquí y en la mayoría de las naciones
latinonoamericanas.
La moral económica es una entelequia difícil de corregir. Los
CUADERNOS, es un claro ejemplo.
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Hay estúpidos consagrados que dicen que la población se
automedica. No tiene otra de comportarse de esta manera. Los médicos fijan el
valor de la visita, de acuerdo al precio del neumático que tienen que cambiar, mientras que las farmacias
facturan los medicamentos de acuerdo a su próximo destino turístico.
Y las OBRAS SOCIALES, financian sus depravaciones
institucionales y después no tienen recursos para sus afiliados. Basta con ver los reclamos a través
de CHANGE,ON.
Mientras que al pueblo unos le dan mensajes celestiales, otros se
venden como sus defensores mientras se llenan sus bolsillos.
Y por las calles pulula un ejército de miserables aferrado a santos y milagreros, en busca de un
poco de luz en ese sórdido callejón sin salida al que están recluidos.
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Lamentablemente esto
no tiene arreglo porque son muchos los ladinos santificados. Son aquellos que saben
la verdad y miran para otro lado, convirtiéndose en auténticos criminales.
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Un párrafo aparte para la inutilidad llamada DEFENSORIA DEL CONSUMIDOR, unos zánganos
institucionales que cobran para no hacer nada.
El Estado debe dejar de bancarlos.
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