Por Alicia Benmergui
“LA PUÑALADA POR LA ESPALDA”. En 1919 se firmó el Tratado de Versalles, a partir de allí y con el surgimiento de la
República de Weimar se estableció que la derrota alemana no fue tal sino que
los judíos clavaron una “puñalada por la espalda “al aceptar el armisticio,
firmando la capitulación alemana, esto generó un frenesí antisemita en Alemania
entre 1919 y 1923. El ejército alemán limpió su imagen, igual que los
políticos, cargando sobre el peso de las espaldas judías la responsabilidad de
la derrota. No se había combatido en territorio alemán y los alemanes imbuidos
de la leyendas sobre la gloria valentía alemanas prefirieron creer en una
traición judía y no hacerse cargo de lo sucedido.
Entre 1936 y
1939 tuvo lugar la Guerra Civil
Española, donde el nazismo alemán y los fascistas italianos probaron la
aviación y las nuevas armas, entrenando aviadores y combatientes. Hitler gozó
de la impunidad otorgada por las grandes potencias que permanecieron
indiferentes y hasta complacientes ante lo que consideraban como una buena
opción contra el avance del enemigo soviético. En tanto el poderío y la
influencia del nazismo se afirmaban en Alemania, donde era evidente que los
nazis se preparaban para una guerra total y ésta requería no solo recursos
materiales y humanos.
Era necesario
hallar un enemigo supremo que uniera a toda la población ideológicamente y al
cual se pudiera eliminar impunemente, el judío reunía todos los requisitos
necesarios para desempeñar ese rol, porque tampoco ninguna de las potencias
dieron muestras o señales de oponerse a la masacre que se estaba gestando. Los
judíos que debían huir para salvar sus vidas fueron tratados como una molestia
y un problema casi insoluble como lo demostraron las negociaciones de la
Conferencia Internacional de Evian en 1938. Para los judíos europeos fue muy
escaso el refugio que les otorgaron otras naciones, o solo lo alcanzaron en una
mínima parte de millones de ellos.
En Estados
Unidos solo se aceptó la llegada de 25.000 judíos, en tanto que en Canadá la
población votó porque no entrara ninguno, Australia tampoco permitió el ingreso
de refugiados.
GENOCIDIO ARMENIO. En 1915 tuvo lugar en Turquía un hecho inédito en la historia, un terrible genocidio que culminó con una serie de persecuciones y asesinatos de la población armenia por parte del gobierno turco que significó el exterminio de 1.200.000 armenios.
GENOCIDIO ARMENIO. En 1915 tuvo lugar en Turquía un hecho inédito en la historia, un terrible genocidio que culminó con una serie de persecuciones y asesinatos de la población armenia por parte del gobierno turco que significó el exterminio de 1.200.000 armenios.
Este fue un
caso paradigmático como antecedente que los nazis registraron y que utilizaron
a su vez para planear el exterminio de la población judía. Al no haberse producido
una fuerte reacción internacional, ninguna acción condenatoria o de rechazo
mundial ante semejante masacre se había eliminado una valla moral y ética que
permitió la eliminación de los judíos europeos y la de otros grupos étnicos sin
mayores problemas para los asesinos.
LA REVOLUCIÓN RUSA Y LAS CONSECUENCIAS DE LOS PROTOCOLOS DE SION. Cuando finalizó la guerra el
imperio zarista había sucumbido, derrotado por la Revolución Bolchevique, el
mapa europeo sufrió transformaciones que generaron la Segunda Guerra Mundial y
consecuencias territoriales que aún en estos tiempos continúan repercutiendo.
Murieron trece millones de personas y quedó una secuela de cientos de miles de
hombres inválidos y moralmente destruidos a consecuencia de las crueles condiciones
en que se habían desarrollado las acciones bélicas.
En la
conciencia colectiva quedó la creencia de que no debía permitirse que un hecho
semejante pudiera volver a repetirse. En el invierno de 1918-19 una epidemia de
gripe y de hambre afectó a Rusia y a Europa Central y una miseria generalizada
era padecida por la mayor parte de la población europea. Pero el fin de la
guerra no había terminado con el nacionalismo exacerbado que la había
originado, en realidad en muchos lugares se había extremado, tornándose aun más
fanático.
La historia europea nunca había conocido una calamidad en el número de pérdidas humanas como la que había tenido lugar durante esa guerra.
La historia europea nunca había conocido una calamidad en el número de pérdidas humanas como la que había tenido lugar durante esa guerra.
Eric Hobsbawn sostiene que hecatombes de esa magnitud eran
inimaginables en el siglo XIX y nunca habían tenido lugar en lo que se llamaba
el mundo civilizado.
Por primera vez
tuvo lugar una guerra a la que la tecnología industrial le garantizó una
inédita capacidad de destrucción. El acero reemplazó al bronce en la
fabricación de armas de fuego, se crearon cañones y ametralladoras que en muy
cortos intervalos de tiempo podían eliminar muchas personas con una precisión
industrial, al igual que los nuevos inventos representados por la aviación, los
tanques y submarinos.
Enzo Traverso afirma que la “guerra moderna, rediseñada por
las estructuras materiales y los códigos culturales de la sociedad industrial
era una gigantesca empresa productiva que, paradójicamente, apuntaba a la
destrucción planificada del enemigo y cuyos resultados se medían por el alcance
de la masacre”.
La muerte
infligida a los otros con la despersonalización de los medios empleados,
evitaba el conflicto moral o ético que puede surgir cuando se elimina a un
semejante que puede ser individualizado. Hubo una deshumanización en esa lucha
que cambió también los parámetros morales que existieron hasta esa época sobre
la vida y la muerte y las normas con las que se había vivido hasta ese momento.
Se podía ser un perfecto y eficiente asesino en el campo de batalla y un
pacífico y amable ciudadano, buen padre de familia y mejor esposo sin que esto
produjera ningún conflicto en la vida cotidiana.
La situación de
ilegalidad y desprotección de millones de refugiados desplazados, desprovistos
de todo derecho, los prisioneros de guerra, los vencidos, que fueron
convertidos en trabajadores forzados, todo ello fue conformando una mentalidad
proclive a una mirada absolutamente diferente sobre la condición humana y sobre
el valor de la vida.
Promediando la
guerra, la búsqueda de chivos expiatorios convirtió a los judíos en blanco de
una agresividad y un odio cada vez más intensos, también era nuevo ese
antisemitismo, más profundo y feroz. La ilusión que los judíos tuvieron de ser
considerados tan alemanes como los demás en el momento en que estalló la guerra
terminó para 1916. Fueron atacados como una raza inferior de inmigrantes
extranjeros, invasores que lucraron con la guerra y el sufrimiento alemán y que
además eludían el servicio militar.
Esta calumnia
tendía a difundirse cada vez más. Cuando terminó la guerra, un nuevo y enorme
Partido de la Patria culpó a los judíos de la derrota cuando el Reichstag firmó
la paz el 19 de julio de l917.
En ese mismo
año cuando se produjo la Revolución Rusa, los militantes del nuevo partido
avivaron aun más la presión de aquella ola de odio hirviente contra los judíos,
acusándolos de dirigir organizaciones internacionales secretas destinadas a
fomentar la revolución mundial. Cuando se comprendió que la guerra estaba
perdida, la histeria antisemita espoleada por los pangermanistas alcanzó una
intensidad febril, decidieron utilizar a los judíos como pararrayos de todas
las demandas, quejas y reproches.
ANTISEMITISMO EN GRAN BRETAÑA. En el período que medió entre
1920-24 hubo una intensa oposición al sionismo en la prensa británica, en
mitines públicos y en el Parlamento. La prensa utilizaba los estereotipos
antisemitas: los judíos como extranjeros, como bolcheviques, el tema del poder
judío a través de políticas conspirativas relacionando judíos y dinero.
En agosto
de1921 llegó a Londres una delegación de árabes de Palestina, quienes hicieron
lobby con miembros del Parlamento, antisemitas la mayoría de ellos. Con la
participación de judíos en las revoluciones socialistas o bolcheviques,
comienza una campaña de rumores afirmando que los revolucionarios forman parte
de una “conspiración judía” anunciada ya en los “Protocolos de Sion”, esta
calumnia se difundió con gran rapidez, en Gran Bretaña el antijudaísmo creció
en virulencia. Churchill afirmó en un discurso “. . .Pretenden destruir todas
las creencias religiosas que dan consuelo e inspiración al alma humana. Creen
en el Soviet internacional de los judíos rusos y polacos. Nosotros, en cambio,
seguimos confiando en el Imperio británico” En Inglaterra se decía que la Revolución
contaba con el apoyo y la ayuda de los más importantes banqueros
norteamericanos como Schif y Warburg.
El 8 de mayo de
1920, el Times publicaba el artículo “El Peligro judío”, que insinuaba que el
Premier británico estaba a punto de entablar negociaciones con un grupo de
conspiradores dispuestos a instaurar el Imperio mundial de David. En 1924 este
tema ya había dejado de ser el más tratado en el Parlamento, pero la asociación
de antisionismo con antisemitismo enturbió la posibilidad de ejercer una demanda
moral de la causa de los árabes de Palestina y a la vez impidió un espacio de
maniobra para atenuar el crecimiento del conflicto entre árabes y judíos.
Pese al
violento ataque a los judíos por parte de los fascistas, éstos lograron pocos
adherentes durante 1930. Pero una nueva oleada de sutil antisemitismo fue
ganando terreno en Gran Bretaña, tanto como una literatura plena de viejos
estereotipos antijudíos, una antipatía de la clase media profesional y una
discriminación social contra los “extranjeros” judíos. En 1942 una campaña de
rumores y panfletos, difundidos por el partido nazi, acusaba a los judíos de
practicar la especulación y eludir el reclutamiento militar describiendo a la
guerra como una “guerra judía”.
El Consejo
Nacional por las Libertades Civiles con la Iglesia, en unión con otras
importantes figuras de gobierno impulsó una fuerte acción de gobierno contra el
antisemitismo.
ANTISEMITISMO EN ESTADOS UNIDOS. En Irlanda, el padre Denis Fahey profesor de filosofía y de historia de la Iglesia
en el Seminario del Espíritu Santo de Dublin ejerció gran influencia dentro de
la opinión pública norteamericana católica de origen irlandés. Fahey
consideraba que el capitalismo y el comunismo eran un siniestro complot judío
cuyo objetivo era la destrucción del cristianismo y la iglesia y describía a
los judíos como parte del cuerpo místico de Satan.
El padre Charles Coughlin, originalmente un
simpatizante de Roosevelt en los Estados Unidos, comenzó a creer en una
conspiración judía, proclamando que todo simpatizante de Cristo era
necesariamente antijudío y se dedicó a difundir el pensamiento y los discursos
del Padre Fahey, con lo que fue muy exitoso en sus propósitos antisemitas.
Este clima se
propagó por todo Estados Unidos, una de esas manifestaciones fue la posición deHenry Ford, notorio antisemita que
escribió la obra antijudía muy difundida “El Judío Internacional”.
La historia
narrada en Los Protocolos, la falsa y aviesa asociación sobre la participación
judía en la Revolución Bolchevique y los infundios y mentiras sobre el aporte
de los grandes capitales judíos norteamericanos, tuvo un lugar de importancia
fundamental dentro del fuerte antisemitismo del período de entreguerras. Esta
calumnia mantuvo y mantiene su influjo sobre las sociedades occidentales, a
punto tal que fue una de los argumentos utilizados para negar refugio a los
judíos que huían de Europa ante el avance nazi.
ANTISEMITISMO EN CANADÁ. El antisemitismo existente en Quebec, en la década del 20 al 30 era
especialmente agresivo ya que el clero católico y el movimiento nacionalista
franco canadiense era agresivamente antisemita.
Sus líderes
llevaron a cabo una cruzada antiinmigratoria e impulsaron un boicot contra los
tenderos judíos. La popular y clerical prensa franco canadiense difundió
propaganda antijudía, acusando a los judíos de ser agentes del comunismo y del
capitalismo, de ser inasimilables o de asimilarse demasiado bien, de ser
responsables de la decadencia moral y de formar parte de una conspiración
mundial.
Este fuerte
movimiento antisemita fue producto de la influencia de la propaganda nazi y sus
seguidores americanos y por el prevaleciente sentimiento de que los judíos no
formaban parte de la sociedad canadiense.
ANTISEMITISMO
EN AUSTRALIA. Hasta el final del Siglo XIX, los judíos australianos,
principalmente los de origen inglés estaban bien integrados. Después de la
Primera Guerra Mundial la xenofobia se difundió, expresada en el antisemitismo
del ala derecha del Movimiento de Honor Social tanto como entre varias organizaciones
de extrema derecha. Las caricaturas antisemitas y los estereotipos en el
popular “Bulletin” y en “Smith’s Weekly” muestran una diferencia entre “buenos
judíos”- representado por el estilo inglés de los judíos australianos- y los
malos judíos, con conductas y acentos extranjeros.
Las autoridades rechazaron a los inmigrantes judíos de Polonia durante la década del veinte por juzgarlos subdesarrollados indeseables y a los judíos refugiados de los nazis por considerarlos inasimilables. Muchos australianos pensaban que los judíos habían provocado la persecución de los nazis porque eran individuos parasitarios, porque era un grupo étnico muy encerrado en si mismo o carecientes de sentimientos patrióticos. Sin embargo, al mismo tiempo, judíos asimilados habían lograron ascender a las mas al tradición, la historia y el porvenir de su pueblo.
Las autoridades rechazaron a los inmigrantes judíos de Polonia durante la década del veinte por juzgarlos subdesarrollados indeseables y a los judíos refugiados de los nazis por considerarlos inasimilables. Muchos australianos pensaban que los judíos habían provocado la persecución de los nazis porque eran individuos parasitarios, porque era un grupo étnico muy encerrado en si mismo o carecientes de sentimientos patrióticos. Sin embargo, al mismo tiempo, judíos asimilados habían lograron ascender a las mas al tradición, la historia y el porvenir de su pueblo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario