Desde que el mundo sindical argentino entró
en la esfera de la corrupción y el
enriquecimiento injustificado, el trabajador se ha visto impotente para poder reclamar sus derechos, o para intervenir
en la vida de su sindicato por verse atrapados en la complicidad entre el Ministerio,
Justicia y patrones.
Las supuestas movilizaciones eran como un
ejército de zombis que marchaban solo para hacerles el juego a los gremialistas.
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Días pasados vi un volante que decía NO A LA
COLEGIACION DE LA ENFERMERIA. Sin voluntad de leer todo su contenido, solo fije
mis ojos, en un párrafo, que decía que la intención última de la COLEGIACIÓN « era RECAUDATORIA.»
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Como jubilado, me propuse a recorrer mentalmente
los gremios que alguna vez pertenecí. Todos tenían algo en común: nunca
sus dirigentes vieron ni de lejos el trabajo en el que estaban involucrados.
Habilidosos para engatusar con promesas
incumplidas eran solo recaudadores compulsivos de los aportes de los afiliados. Eran diestros en manipular a la patronal (no sé si
gratuitamente) prometiendo que ningún afiliado iba a
organizar paros mientras ellos no lo autorizaran. Normalmente estos dirigentes eran voceros identificados con la Marchita, por lo que recibían aportes de los ministerios provinciales, amén de involucrarse en algunos
curritos, que según la dimensión del número
de afiliados, podían transformarlos en empresarios de distintos rubros. Por ejemplo: (AGENCIAS DE
TURISMO).
Estos defensores de la clase obrera pasaban
de tomar el colectivo a poseer unas buenas máquinas; de las inversiones aparecían
las mansiones y, lo genial que nunca se
avergonzaban de ese modo de operar.
Era común verlos en playas paradisiacas mientras que el obrero, tenía que contar las monedas para poder
vacacionar por la ancha argentina, muchas
veces organizados por el propio
sindicato con cuotas tan atrayentes que al final de su recorrido resultaban más
onerosas que viajar a Europa.
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Nunca hay un solo culpable. Dentro de la ENFERMERÍA,
hubo muchos traidores, que dada la casualidad, supieron pasar de limpiar culos a convertirse en jefes designados a dedo por un director médico, también puesto con el índice.
Lo significativo que todos estos mandamás convertían el cargo un coto de caza inexpugnable.
Y la
tropa tenía que callar si no quería terminar desocupada.
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Volviendo al tema central: La perspectiva de
una posible COLEGIACION, es un furúnculo en el trasero de aquellos
acostumbrados a abrocharse en la poltrona sindical, con más ahínco que un
político ansioso por ser reelecto.
Ojala se plasme la Colegiatura. Solo que
gente entera y noble en su intencionalidad.
De trepadores la Argentina está superpoblada.
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