Mar del Plata en sus comienzos, por la presencia
de gente de alta alcurnia de acá y de allá , obtuvo el elegante denominación de
la Biarritz de Sudamérica.
Las
inmigraciones de españoles e italianos, vieron la veta económica
en la pesca, la industria del mueble y más tarde la textil. Por supuesto, el
turismo era el amor de todos.
EL
CASINO, era el único en el país, sería un gran motivo de atracción, todo el
año. Los fines de semana aterrizaban ludópatas e infieles. Y la actividad
comercial florecía. Y después con la proliferación de Bingos y Casinos, la
ciudad perdió su condición de exclusivo.
Porteños
y desplazados del interior llegaron para
gozar de los beneficios de un movimiento turístico, ancado en unas vacaciones de verano, de cuatro meses, que era
el tiempo que alumnos y maestros, se la pasaban panza arriba.
Sin
embargo, no todo era felicidad, porque pululaban los golondrinas, los que se
rajaban dejando varios clavos a la vista.
Los
espectáculos teatrales, un cine/club y el
Festival internacional de Cine, la ciudad aparentaba ser culta.
Un
intendente que dejó su impronta fue el socialista TEODORO BRONZINI, nacido en el barrio de la
Boca (al
peronismo le costaba anclar por estos lares). Es que en esta ciudad a lo largo del tiempo abundaron los
comisionados. Y los que llegaron por el voto directo nunca pudieron alcanzar la
enjundia de don Teodoro. Por eso Mar del Plata terminó siendo malquerida.
La galería Bristol, cuya construcción plagada de defectos y de
corruptos, tapó el sol en varios sectores de playa, sin que a nadie se le moviera un pelo. Después el desfile de
gente de mala fariña, se fue convirtiendo en algo habitual.
El comisionado del
Proceso MARIO RUSSAK, un día se aburrió de los marplatenses: “Mucha gente en
Mar del Plata tiene una excepcional vocación por la mediocridad.”
Sin embargo, nadie se sintió ofendido. En 1991 no tuvo inconveniente alguno para
presentarse y ganar la intendencia embanderado en la Unión del
Centro Democrático, convirtiéndose
en inspirador de varios jóvenes
marplatenses, entre ellos el archiconocido AMADO BOUDOU.
Lo
que se evidenciaba y nadie se preocupaba por ello, que la Perla del Atlántico,
no podría ser Feliz, si una creciente población, podría ser viviendo
solamente del Turismo. Y mucho menos si
se bordeaba el millón de habitantes.
Con
el desplazamiento de una enorme masa de gente llegada, mayoritariamente, de las
provincias peronistas, y otros después de
un paso por el Conurbano, se encontraron con que el verano menguaba y el tiempo
útil para hacerse de unos mangos era imposible, cuando las vacaciones pasaron a
ser de cuarenta y cinco días. Y esta
frustración, porque la moneda carecía de valor, y la aventura concluía en alguna de las numerosas villas miserias. Con la
consiguiente DESOCUPACION.
Siguiendo
a otros modelos, especialmente copiados de los distintos grupos peronistas y
sindicalistas, se conformaron grupos de
presión, interesados en hacerse de unos mangos
sin trabajar. La protesta no era reivindicativa, sino de violencia pura. Les daba lo mismo romper una plaza, manchar las
estatuas o insultar a los funcionarios. Total la Justicia demostraba no estar preocupada por el destino de Mar del
Plata.
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Con
sus emblemas de otrora desparecidos, por efecto de salvajes demoliciones, casi me
cuesta recordar de mi pasado marplatense.
Por suerte, me quedan los clubes
aquellos que si cambiaron de fachada, en cambio mantuvieron sus mismas
direcciones.
Los partidos tradicionales como el radical y el socialista, viven boyando sin saber qué
dirección tomar. Y al final terminan aplastados por fuerzas
invasoras que no dudan en traicionar a
la ciudad que los acogió.
Recuerdo que durante el menemato, muchos funcionarios ajenos al
devenir de Mar del Plata, aterrizaban en estas costas para garronear una habitación en
algún complejo hotelero haciendo ostentación de su chapa no siempre inmaculada.
Un caso paradigmático, fue el HOTEL
PROVINCIAL que se convirtió en un clavo remachado: creo que la mayoría de los
que lo explotaron se fueron sin pagar los cánones y debiendo sus
salarios al personal. Y quien pagaba los platos rotos el gobierno provincial,
propietario del majestuoso complejo costero. Pero la provincia en manos
Peronistas nunca mostró aflicción por sus pozos negros.
Ahora tenemos que la GOBERNADORA bonaerense quiere implantarnos un
intendente foráneo, algo que no se atrevería hacer en
ninguna ciudad del país, y mucho menos donde el peronismo es amo y señor.
La Vida es una fotocopia.
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